En el Día Mundial de la Población, que se celebró el 15 de julio, la consultora Voices! difundió un estudio de opinión pública que reveló que, en la Argentina, tanto mujeres como hombres sienten que dejan de ser jóvenes a los 41 años. En cambio, en el resto del mundo, donde también se hizo el relevamiento, la edad promedio en que comienza esa sensación es 42. ¿A qué se debe esta percepción y cuáles son los principales factores que pueden provocarla?
El estudio, que fue realizado junto a WIN Internacional en 39 países para explorar las opiniones y creencias acerca de las sensaciones sobre el envejecimiento (sobre la base de 33.866 casos), también revela que la percepción de juventud en el país se desvaneció en los últimos cinco años. En ese entonces, la edad promedio era de 46.
“Si bien no tenemos una respuesta cerrada, nos preguntamos (para seguir investigando) si lo que pasa en nuestro país en relación al cambio de percepción en los años de juventud tiene relación directa con el clima agotador en el que vivimos a diario y con la autopercepción de la salud general y la mental de la población en crisis”, Constanza Cilley, directora ejecutiva de Voices!
Y la especialista continúa: “Cuando preguntamos en nuestros estudios sobre los atributos asociados a la vejez, lo que vemos en general es que en la población más joven (menor a los 40 años) existe una notable subestimación acerca de los beneficios que llegan con la vejez y, al mismo tiempo, una sobrestimación de las debilidades o las cuestiones negativas que suceden en esa etapa. Por ejemplo, los más jóvenes piensan que la vejez está asociada a la baja del deseo sexual, mientras que las personas de más de 50 no piensan eso de ninguna manera. Por su parte, los mayores de 54 hablan de la vejez como una etapa de mucho disfrute también en relación con las amistades, donde encuentran vínculos más profundos, aunque quizás tengan menor cantidad que en la juventud. En este sentido, la mirada de los más jóvenes sobre los amigos en la vejez, en general, es negativa: se cree que es una fase en la que no se tienen amigos”.
Diferencias
Al mismo tiempo, de acuerdo a los resultados del estudio detallado por segmentos sociodemográficos, en el país, se observa que no hay grandes diferencias de opinión muy notables entre hombres y mujeres, aunque sí existen algunas variaciones entre los distintos grupos etarios. A medida que aumenta la edad, los argentinos tienden a sentirse jóvenes por más tiempo. Así, las personas de 18 a 24 años consideran que se deja de ser joven a los 33; las de 25 a 34 creen que la juventud se pierde a los 37; aquellas de 35 a 49 opinan que esto sucede a los 41; las de 50 a 64 sitúan el fin de la juventud en los 49 años; y los mayores de 65 piensan que se deja de ser joven a los 52.
También se registran diferencias en la percepción de la juventud según el nivel socioeconómico: las personas de los estratos altos consideran que la juventud se pierde a los 46 años; las del bajo, a los 41; y las del segmento medio, a los 42. “Estas diferencias pueden reflejar las diversas experiencias y oportunidades que influyen en la percepción de la juventud”, indica Cilley.
La vejez
A nivel global, la edad promedio en la que las personas comienzan a sentirse “viejas” es a los 54 años, en línea con los 55 registrados en 2018. En tanto, en el caso argentino, comienza a los 54 en promedio, versus los 58 que se determinó en 2018.
En este punto tampoco hay grandes diferencias de opinión entre hombres y mujeres. Para ellos, los 54 años marcan la entrada al mundo de los adultos mayores, mientras que, para las mujeres, esta etapa comienza a los 55. Sin embargo, existen variaciones según la edad, al igual que sucede a nivel global y que en la anterior pregunta: los más jóvenes tienden a pensar que la vejez comienza antes. Los encuestados de 18 a 24 años creen que empieza a los 47; aquellos de 25 a 34 sitúan este umbral a los 50. A medida que aumenta la edad, la percepción sobre este tema se retrasa: los de 35 a 49 consideran que se inicia a los 55, y los mayores de 65 indican que la vejez arranca a los 63.
Por otro lado, también se registran diferencias según el nivel socioeconómico de los argentinos encuestados: los de estrato alto, consideran que el envejecimiento comienza a sentirse a los 60 en promedio, versus los del segmento medio que creen que ese sentimiento aparece a los 55, y los que están más abajo de la escala, a los 54.
En el mundo
En tanto, al analizar los resultados por regiones, se observa que, en el continente americano, la región de Medio Oriente y el norte de África, continente africano y en Asia Pacífico la edad promedio en la que la gente comienza a sentirse vieja se sitúa alrededor de los 50 años: a los 53 en el primer caso, 52 en el segundo, 51 en el tercero y 50 en el cuarto. En contraste, los habitantes de Europa sitúan el inicio de la vejez a una edad bastante más tardía, a los 59 años en promedio.
Laos (45), Grecia (46), Malasia e Irán (47 en cada caso) son los países en donde las personas comienzan a sentir la vejez a una edad más temprana, mientras que Finlandia (72) y España (65) son aquellos donde este sentimiento aparece más adelante en el tiempo.
Entre los países de América Latina que participaron del estudio, se observa en línea con la media global en este indicador (la Argentina, Brasil, Ecuador y Paraguay), mientras que México, Perú y Chile son las naciones de la región en donde las personas comienzan a sentirse viejos a una edad más temprana, aunque todos rondan los 50 a 55 años.
Percepción del tiempo
“Algunos estudios lo relacionan con el estrés, otros con la falta de perspectiva económica, otros plantean que las situaciones de crisis sociales influyen en nuestra percepción del futuro. Es como si se achicara el horizonte y nos quedáramos sin una perspectiva más lejana y se nos acortara la línea de la vida. Pero, estas situaciones no son permanentes y la percepción de juventud o vejez tampoco”, dice Mercedes Jones, socióloga, doctora en Ciencias Sociales y directora de proyectos del Centro de Innovación Social de la Universidad de San Andrés (UdeSA).
Y analiza: “Estamos frente las paradojas de la edad. Siendo jóvenes hay etapas en las que nos sentimos viejos. Curiosamente, está demostrado que a medida que envejecemos nos sentimos más jóvenes. Al mismo tiempo, en un mundo de vidas de 100 años en cambio de ampliar nuestro horizonte vital lo achicamos”.
En este sentido, Jones entiende que no hay que “preocuparse demasiado” ya que estos cambios responden a ciclos personales y sociales que naturalmente varían. “Lo que me parece importante registrar (y resaltar) es que no hay nada catastrófico en llegar a la vejez: Ahora está claro que se puede vivir mucho y vivir bien, y por eso cada vez se tiene más en cuenta la percepción de la longevidad positiva”, finaliza
Por su parte, la psicóloga Florencia Alfie dice que las personas pueden dejar de sentirse jóvenes por diversos motivos que van “desde cambios en su percepción personal hasta presiones sociales externas y experiencias vitales significativas”.
Tratando de identificar cuáles pueden ser los factores que están influyendo para que una persona deje de sentirse joven, Alfie detalla dos grandes áreas: la salud mental y los factores sociales.
En relación con la salud mental, explica: “En los cambios de percepción de juventud puede haber depresión, lo que afecta significativamente la forma en que una persona se percibe a sí misma y al mundo que la rodea y son los sentimientos de tristeza, desesperanza e inutilidad característicos de la depresión los que pueden hacer que una persona se sienta envejecida y desconectada de la energía propia de la juventud. Otro factor determinante puede estar dado por la sensación de ansiedad constante, los pensamientos negativos y la preocupación excesiva, agotando emocionalmente a la persona y haciéndola sentir más ‘vieja’ de lo que realmente es”.
La carga emocional y física derivada del estrés como la baja autoestima también considera que puede hacer que una persona se sienta agotada y menos enérgica, afectando su percepción de juventud.
En relación con la falta de lazos sociales significativos, Alfie identifica otra posible causa que podría estar contribuyendo a “sentimientos de soledad, tristeza y desconexión con el mundo exterior. Ese aislamiento puede afectar la percepción de juventud al limitarse las experiencias sociales asociadas a esta etapa de la vida”.