Un estudio realizado sobre las sentencias por femicidios dictadas en todo el país en los últimos cinco años indica que, en la mayoría de los casos, las mujeres son asesinadas con saña, es decir, utilizando más de un arma, y que en algunos hechos los hombres descartan los cuerpos en zanjas, basura e incluso los mutilan.
El análisis fue efectuado por la Unidad Fiscal Especializada en Violencia contra las Mujeres (UFEM), de la Procuración General de la Nación, y se realizó con el objetivo de observar la recepción que tuvo en la jurisprudencia la figura incorporada en 2012 al Código Penal para castigar este tipo de homicidios.
En noviembre de ese año, se sancionó la ley 26.791 que reformó el artículo 80 para penar los crímenes vinculados a violencia de género y se amplió el homicidio calificado por el vínculo (inciso 1°) y el catálogo de crímenes de odio (inciso 4°), e incorporó el femicidio (inciso 11°) y el femicidio vinculado (inciso 12°).
Del análisis de sentencias por femicidio a las que se pudo acceder por distintas fuentes, surgió que suman 54 en total, la primera de ellas dictada el 29 de octubre de 2014 y la más reciente el 12 de junio (el relevamiento se hizo hasta agosto).
En ellas, se registraron 55 víctimas y 58 autores condenados por femicidio, la mayor cantidad en Salta (12), seguida de Córdoba (10), Buenos Aires (9), Capital Federal (8), Santiago del Estero (3), Catamarca, Chaco, Entre Ríos y San Juan (2 en cada una) , Corrientes, Jujuy, Misiones y Santa Fe (1 en cada una).
Respecto a la causal de muerte, se destacan los casos de apuñalamiento (32%), seguidos de hechos en que las víctimas fueron baleadas (22%), estranguladas (19%) y golpeadas (15%), en tanto que hubo un caso de una mujer quemada y otra arrojada desde la altura.
En 43% de los casos se ha utilizado más de un instrumento para desplegar la agresión: manos y pies fueron el recurso más usado para agredir, seguido de armas blancas, de fuego, objetos contundentes, sustancias combustibles y otros.
«Un significativo 22% se refiere a hechos en los que el victimario se deshizo del cuerpo de la víctima con desprecio, asimilación a basura o intención de descarte», destacó la UFEM, que recordó casos de cadáveres envueltos en bolsas y arrojados en zanjas o alcantarillas, descuartizados e integrados al sistema de recolección de residuos para su desaparición.
En cuatro hechos, se evidenció mutilación del cuerpo, incluyendo dos de ellos la quema del cadáver, lo que junto con las anteriores modalidades se conoce como violencia excesiva (overkill).
En los fallos relevados, se destaca que hay «escasa» información sobre las mujeres asesinadas, ya que de algunas sentencias ni siquiera surge la edad, aunque hay al menos tres niñas y adolescentes, una de 13 y dos de 16 años, todas ellas víctimas de femicidio en el marco de ataques sexuales, entre ellas Angeles Rawson (16), asesinada en Palermo en 2013.
También se menciona que seis víctimas se hallaban en situación de prostitución, cinco de las cuales murieron a manos de sus parejas o ex parejas, y en dos de estos casos fueron los propios femicidas quienes instigaban a las víctimas al proxenetismo.
Hay una única mujer trans entre las víctimas y otra perteneciente a un pueblo originario.
En tanto, hay 57 varones y una mujer condenados, en este último caso como coautora junto a su pareja masculina del asesinato de una mujer con la que él mantenía otra relación afectiva, pero el agravante sólo se aplicó al varón.
Entre los femicidas, se observa una edad promedio de 37 años y respecto de la ocupación, resulta llamativa la prevalencia de tareas de escasa calificación: hay seis albañiles, cuatro peones rurales, tres encargados de edificio, dos taxistas o remiseros, junto a otras ocupaciones como changarín, vendedor ambulante, lava autos, sereno, pintor, ayudante de panadero, destapador de pozos y ladrillero.
No obstante, también fueron condenados un policía, un abogado y un estudiante, pero el 82% no había concluido la formación secundaria.
La UFEM destacó que «estos datos contrastan con la información disponible sobre casos de violencia de género, que muestran que es un fenómeno transversal a todos los sectores sociales», por lo que no se descartó «cierta persecución penal selectiva».
En el 94% de los casos, existía entre víctima/s y victimario/s un conocimiento previo, mayoritariamente de pareja y, en menor medida, de conocidos, y hay un único caso de un hombre que asesinó a la hija de su ex pareja dado que la acusaba de haber sido la causante de la separación.