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Un film con personalidad y gobernado por el egoísmo

El realizador se refirió a la película que protagonizan Guillermo Francella y Carla Peterson

Hace años Armando Bo (nieto) sorprendió al público y a la crítica con el guión de Biutiful y después con el de Birdman. Las películas, ambas de Alejandro González Iñárritu, posicionaron al realizador como una figura interesante del cine de trascendencia internacional. La semana pasada su segundo largometraje llegó a las salas de cine nacionales, se trata de Animal, el drama de un hombre al que la vida lo fuerza a tomar una decisión impensada.

En este caso la historia, protagonizada por Guillermo Francella y Carla Peterson, tiene como eje a un padre de familia de clase media de muy buen pasar, que vive en Mar del Plata, es formal y cortés, que ama a los suyos pero que hace largo rato fue anoticiado que deberá dializarse y apuntarse en una lista de espera para la donación de un riñón qué le garantice la supervivencia.

Pasa el tiempo y ese puesto en la lista no se modifica, sigue tan distante del riñón que necesita como en el primer momento, incluso su familia lo desilusiona, lo que lo lleva a optar por un plan alternativo, uno que está fuera de reglas, esas a las que vivió sometido toda su vida.

“El tipo hizo todo lo que tenía que hacer, fue un buen marido, un buen padre, nunca tuvo grandes crisis, nunca se hizo grandes preguntas y de pronto la vida lo pone frente a una situación extrema donde, de alguna manera, siente que se puede llegar a morir, entonces hay un lugar donde él, claramente, entra en un conflicto total. Eso es lo que me parece fascinante, ese empezar a tomar decisiones importantes, empezar a tener que ser egoísta, y no por ser egoísta uno es mal padre o mal esposo”, explicó sobre la trama Armando Bo.

“Él descubre que tiene que tomar decisiones porque sino se puede morir”, continúo el también director de El último Elvis y continúo: “Lo que me parece más interesante es que cuando empieza a tomar esa decisiones, ir hacia ese lugar que no puede evitar, la resolución no es simple porque todos tienen razón. No hay alguien bueno o alguien malo, sino un lugar donde no hay una resolución posible y depende del punto de vista con el que se mire, cada uno tiene razón. Todos los personajes tienen un lado egoísta, como lo somos los seres humanos, y es lo que yo quería contar”.

Dentro de las intencionalidades primarias con las que se comenzó a gestar este film, estuvo el hecho de que no aborde o no pueda ser encasillado en un solo género: “Fue algo que buscamos junto a Nicolás (Giacobone). En la actualidad las películas son o un thriller o un drama o una comedia. Una cosa que intentamos con Animal es que resulte difícil preguntarse a qué se parece. Para resolver eso hay que buscar. Todo está llevado al extremo, corrido un poco de la realidad, para que se dé esta cosa que sucede entre todos, que cada uno tenga su protagonismo, que el egoísmo empiece a gobernar la película”, contó el realizador a la agencia de noticias Telam.

“Queríamos que fuera creíble pero al mismo tiempo llevar al extremo esta situación”, confesó. “Un tipo que empieza a preguntarse por qué una casa, algo que es de ladrillos, es más importante que su vida, o por qué el dinero, un pedazo de papel, aunque sea un millón de pedazos de papel, es más importante que su propia vida. En la trama lo médico está simplemente puesto para llevar al personaje a una situación extrema. Uno ve que hay gente que se pelea con las personas más queridas por dinero”.

Según describe el director Animal es “una película dura” pero que tiene una doble o triple lectura “que fue difícil de lograr”. Es que después de las buenas repercusiones que tuvo El último Elvis se propuso hacer una película que no sea encasillable, “que tenga personalidad propia”, dijo. “Es como en la comida. Uno ya probó el asado y la pasta, esto me lo tomo como una fusión de comidas. No estás acostumbrado, hay algo diferente que te puede gustar o no pero, sin duda, es una experiencia, una toma de riesgos, algo que es la clave para mí: jugar con los tonos y con los géneros no es algo fácil porque te podés ir para cualquier lado. Aprovechar esa cosa de Guillermo como actor dramático que es una bestia, y al mismo tiempo sacar partido de esa herramienta que él tiene para ir por más. Su personaje cambia, crece y explota y es bueno para que la gente conozca su capacidad”, explicó.

Cruzar límites, mutar

“A fin de cuentas es la historia de un tipo que piensa que tiene que cruzar todos los límites para poder sobrevivir y en ese proceso se da cuenta que está empezando a vivir. Hay algo ahí que me parece muy interesante: piensa que se puede morir pero termina aprendiendo a vivir, despojándose de todo lo que tiene material, y se la juega. Eso no significa que él no ame todo lo que tenía, sino que simplemente es alguien que tiene que tomar una decisión”, apuntó.

“Sí tiene razón o no cada uno lo puede decir y estoy muy contento de que la película deje esa puerta abierta. La gente ama a Guillermo, empatizan con él, y en ese mismo sentido pienso que tampoco es una de esas películas a las cuales hay que ir a ver para pensar sino que tiene un ritmo que no te suelta. Teniéndolo a Guille, que es dueño de esa forma de empatizar tan singular, cualquiera puede sentirse reflejado en su personaje”.

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