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Un giro rotundo del significado

La reposición de la versión de Felipe Haidar de “La tercera parte del mar” se vuelve una caja de resonancia de la violencia de género.

El teatro se apropia del sentido y lo manifiesta. Por un fenómeno aún inexplicable, el teatro suele captar esos atisbos de un tiempo por venir y poetizarlos. Algo de eso sucedió con la imperdible versión local de La tercera parte del mar, el potente texto de Alejandro Tantanian que en 2012, el actor y director Felipe Haidar, con sólo 21 años, llevó a escena de la mano de dos actores de una entrega infrecuente: María Cecilia Borri y Emiliano Dasso.

La obra, con esos mismos actores y equipo de realización, volvió a escena el sábado último en el teatro La Manzana (San Juan 1950), donde seguirá en cartel todos los sábados a las 22, en un tiempo y un contexto diferentes.

Resignificando con singular ingenio uno texto aparentemente “inasible” de la post dictadura militar, el por entonces debutante Haidar puso en valor desde la puesta y las actuaciones aquella obra, estrenada en Buenos Aires en 1999. De hecho, en su devenir, el teatro argentino de la post dictadura impregnó en su escritura una rara mixtura en la que se conjugan los dramas más feroces con algo de los recursos del policial negro y la fuerte presencia de lo siniestro, con el más singular universo poético, algo que prevalece en esta versión.

Si algo quedaba de cierto realismo en el comienzo del texto original (un hombre que sufre un accidente y en medio de la noche, abrumado, llega a la casa de una misteriosa mujer), ya no está, y cada espectador deberá reconstruir la pequeña prehistoria que une fortuitamente (o no) el destino desdichado de Victoria y Rodrigo en una especie de limbo.

De cara a la puesta en escena, frente a espejos que fragmentan y deforman lo que el espectador puede ver a simple vista, Victoria, como una niña que pide ser nombrada “para existir”, comienza a mover las fichas de una jugada en la que pasado y presente serán puestos a prueba, dejando entrever que otra realidad se teje a la sombra de esa que aparece en primer plano.

Ahora, en otro contexto socio-político, La tercera parte del mar se amplificó a otras aguas. La obra es hoy, también, una caja de resonancia de la violencia machista imperante y un alegato contra la violencia de género.

“El sábado pasado, tras la noticia devastadora de la aparición sin vida de Micaela (García, la chica de 21 años asesinada en Entre Ríos) y con la angustia que eso generó en todos nosotros, reestrenamos La tercera parte del mar. Debo decir que nuestra versión de esta obra es por lo menos violenta y que el estado de sensibilidad que todos teníamos ese día la transformó en algo peor”, publicó Haidar en las últimas horas, en las redes sociales. Y agregó: “No puedo dejar de pensar en los contextos en los que uno produce determinados espectáculos y en el giro rotundo de significado que uno le da cuando este cambia. Quiero decir que hace cinco años Macri no era presidente, la lucha de las mujeres era menos visible y nuestra conciencia de que existía una realidad tan cruda de asesinatos y violaciones sistemáticas a las mujeres era otra. Sin embargo, se estaba profundizando una movida muy potente y masiva en relación con las políticas de derechos humanos, a los juicios de quienes fueron y son responsables de lo que fue la última dictadura militar. En aquel tiempo, Victoria (el personaje de la obra) se resignificaba como una víctima de esa parte oscura de la historia de nuestro país. Pero ahora es ahora; el presente. Y el espanto no puede transformarse en poesía, porque el espanto es real y está pasando en este momento sobre nosotros”.

Y completó: “Entonces aquello que parecía una construcción poética, es hoy una situación bien tangible y concreta. La tercera parte del mar se transformó en un reflejo con el que, espero, podamos colaborar a que algo de esta realidad que tenemos tan cerquita, a piernas de distancia y a la que miramos desde una silla, cambie, al menos, ínfimamente”.

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