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Un golpe a canciones que desde Chile cambiaron el mundo

La caída del gobierno socialista Salvador Allende por el golpe militar de Augusto Pinochet el 11 de septiembre de 1973 puso fin a una experiencia de liberación nacional latinoamericana que tuvo en la música y en figuras como Violeta Parra o Víctor Jara la capacidad de un canto de rebeldía y compromiso

Pedro Fernández Mouján, Télam

La caída del gobierno democrático del socialista Salvador Allende por el golpe militar de Augusto Pinochet el 11 de septiembre de 1973 puso fin a una particular experiencia de liberación nacional latinoamericana que tuvo en la música y en figuras como Violeta Parra, Víctor Jara y los grupos Quilapayún e Inti Illimani la capacidad de un canto de rebeldía y compromiso que unió al mismo tiempo la tradición folclórica con la modernidad de épocas de cambio.

Agrupados bajo el movimiento de la Nueva Canción Chilena, los músicos trasandinos fueron una de las expresiones más potentes de una época que vislumbraba profundas transformaciones sociales y que tuvo fuertes resonancias en la música popular del continente.

En el caso chileno, la figura central de Violeta Parra se convirtió en la referencia a partir de la cual la música popular de su país pudo ser repensada y reinterpretada a la luz de nuevas coordenadas de espacio y tiempo, que reunieron en un mismo fenómeno la tradición rural con el crecimiento de las ciudades, una época que se pensaba como el umbral de grandes transformaciones, la existencia de una industria cultural vigorosa todavía bajo las manos de productores locales y un sistema de radiofonía y espectáculos que daban espacio preferencial a los artistas locales.

Nacida el 4 de octubre de 1917 en San Fabián de Alico, provincia de Ñuble, Violeta del Carmen Parra Sandoval fue hija de una campesina y un profesor de música y vivió en el campo hasta los 15 años, en que se muda a Santiago, donde luego comienza a cantar en locales y boliches junto a algunos de sus hermanos un repertorio de boleros, rancheras y corridos mexicanos.

El quiebre se produce en 1952 cuando impulsada por su hermano Nicanor Parra comienza sus investigaciones en las tradiciones musicales de su país que perviven y se desarrollan en el entorno rural.

“La historia cuenta -relató Isabel Parra hablando de su madre en charla con Chango Spasiuk para el programa de Canal Encuentro Pequeños universos– que fue su hermano Nicanor que un día le dice: «Vuelve a cantar lo que cantabas cuando eras niña, vuelve a las raíces, vuelve al campo y déjate de cantar estas canciones de la radio»”.

“Él -continúa Isabel- es el que la impulsa a volver a buscar su música y ella lo hace y comienza a recopilar en el sur, comienza a buscar en los lugares donde se crió y se encuentra con esa música del campo, la estudia y la trae a Santiago”.

El músico Nano Stern remarca en relación con este trabajo central de Violeta Parra que estuvo en el germen del movimiento de la Nueva Canción que “generó una cosa tan potente que inspiró a una generación entera”.

“Ella hizo un rescate no sólo de las tradiciones sino de una forma de tocar que tenía mucho más de raíz y mucho menos de estilo, tenía mucha más conexión con el campo profundo de las cantoras y sus tonadas, la manera de tocar la guitarra, las distintas afinaciones”, señaló el músico que este viernes 22 de septiembre presenta en Buenos Aires Nano Stern canta a Víctor Jara, trabajo que recoge a esta otra voz fundamental del cancionero de su país, asesinado por la dictadura militar pinochetista el 16 de septiembre de 1973.

“Ella trajo de vuelta a la música popular -continúa- esos elementos de la tradición más profunda, pero no se trató solo de eso, y ahí está el valor trascendente de su obra, no fue sólo reescalar el folclore y mostrarlo como tal sino desde ahí crear y generar una obra nueva y no sólo una obra sino una cosa tan potente que inspiró una generación entera de músicos”.

Todo esta construcción de Violeta Parra, sus viajes al Chile profundo y también a Europa y América llegan a un punto de síntesis en Las últimas composiciones, último registro que deja de un prolífico y minucioso trabajo creativo, que edita en 1966 y reúne canciones como “Maldigo del alto el cielo”, “Run run se fue pal norte”, “Volver a los 17”, “Gracias a la vida” y “Rin del angelito” y que el propio Víctor Jara definió como el germen de la Nueva Canción Chilena.

“Violeta Parra y Víctor Jara son un eslabón imprescindible en lo que es la identidad cultural de Chile, ellos unen el Chile que ya no existe más, el Chile previo al golpe, pero también el Chile previo a la agitación social de los 60 y 70, unen ese Chile profundamente feudal y campesino con el Chile de la ciudad y de las problemáticas modernas de la sociedad de masas, generando una síntesis que hace despertar nuestra propia identidad de otra manera”, destacó a la citada agencia Stern en mayo pasado.

Este antecedente musical de Violeta y todo el movimiento que se desarrolla alrededor del local musical La Peña de los Parra, que motorizaban en Santiago los hijos de Violeta, Isabel y ángel junto a un elenco inspirador que incluía al propio Jara, Rolando Alarcón y Patricio Mans, son el caldo de cultivo donde se cocina un nuevo cancionero, de fuertes repercusiones políticas y culturales y que tendrá su máxima expresión durante el gobierno de la Unidad Popular de Salvador Allende, que asume en noviembre de 1970.

Allí aparecen Quilapayún e Inti Illimani, grupos fuertemente vinculados con el gobierno de Allende y de resonancia en todo el continente.

“Si la Nueva Canción Chilena tenía algo de valor -destacó por su parte Isabel Parra- era la diversidad de contenidos y la diversidad de autores y compositores. Era un movimiento amplio con mucha libertad de acción en el que los creadores estaban aglutinados en los años de la Unidad Popular en torno a un proceso histórico y con un compromiso político, ideológico y social muy profundo”.

En medio de ese proceso, en julio de 1969, la Universidad Católica de Chile organizó el Primer Festival de la Nueva Canción Chilena, acaso un certamen bisagra en la actualidad de estos grupos y cantores populares.

De Quilapayún se conocieron en Argentina en aquellos tiempos dos discos emblemáticos, que llegaban primero en forma clandestina a través de los grupos militantes de los 70 durante la dictadura de los gobiernos de Juan Carlos Onganía, Roberto Levingston y Alejandro Agustín Lanusse y luego en forma comercial.

Se trata de Por Vietnam, del que Jara fue director artístico, que llega oculto en los bolsos de los militantes que cruzan la cordillera y que contenía canciones muy escuchadas en esa época como “Que la tortilla se vuelva”, “Qué dirá el Santo Padre” y el que dio título al álbum en contra de la política intervencionista estadounidense y la Guerra de Vietnam; y luego el muy conocido “Cantata de Santa María de Iquique”, un disco conceptual que relataba la masacre de más mil obreros del salitre en esa ciudad del norte chileno en 1907.

Inti Illimani fue el otro grupo que trascendió las fronteras y que, formado por estudiantes universitarios en 1967, se distinguió por una relectura que supo aunar claves populares y académicas para presentar las posibilidades de la música popular con un sesgo de marcada vitalidad.

El golpe de Pinochet del 11 de septiembre de 1973 encontró a los dos grupos, plenamente identificados con el proceso político que llevaba adelante Allende, de gira por Europa y allí se quedan, exiliados.

Víctor Jara, por el contrario, es apresado el día siguiente del golpe y conducido al Estadio Nacional -hoy rebautizado con su nombre- junto a otros miles de presos políticos, donde es torturado, sus manos son quebradas a culatazos y es asesinado cuatro días después de cuarenta disparos. Violeta se había suicidado en Santiago el 5 de febrero de 1967.

En consonancia con esta fecha y este movimiento, este domingo a las 20 en la explanada del Centro Cultural Kirchner en Buenos Aires se desarrollará el Concierto por la democracia. A 50 años del golpe en Chile, con la participación de músicos de ambos países como Lorena Astudillo, Flor Bobadilla Oliva, Victoria Bichner, Tomi Llancafil, Luz Matas, Luciana Jury, Agustín Ronconi, La Charo, Manuel García, Esperanza Restucci, María Colores, Mauricio Redolés, Patricio Contreras y Benjamín Acuña.

El viernes 22 en el Teatro Opera, Nano Stern presentará en vivo en Buenos Aires en un concierto de guitarra y voz su trabajo discográfico Nano Stern canta a Víctor Jara; y el domingo 23 se realizará el concierto 1000 guitarras para Víctor Jara a las 21 en el espacio de memoria ECuNHi (ExEsma), de Avenida Del Libertador 8151.

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