Andrea Andrés tiene 54 años y es docente en la escuela provincial de música N° 5030. Cuando en 2003, una amiga la invitó a un ensayo de la murga de estilo uruguayo Modestia Aparte, no sabía que cinco años después iba a dirigirla. En el medio, transformó el grupo de formación mixta en la primera murga de mujeres feministas de Rosario. El cambio no fue fácil. Muchos integrantes abandonaron el grupo, y otras conocieron el feminismo. Andrea milita desde 2007, mucho antes de popularizarse los Encuentros Nacional de Mujeres (ENM). Creía que la murga debía subirse a la lucha que el movimiento de mujeres daba en el país. La noche anterior a proponerlo, llenó las hojas de un cuaderno con los fundamentos: la murga es un género contestatario y ella veía necesario denunciar qué les pasaba a las mujeres para darle voz a las que no la tienen.
“Nos pareció importante usarlo como herramienta para que las mujeres podamos denunciar y visibilizar qué nos pasa. Muchas chicas no pueden expresar ni con la voz ni con el cuerpo lo que nosotras sí podemos”, explicó Andrés a El Ciudadano.
Cantar para contar
“Somos un grupo de mujeres que renegamos de los intentos de convertirnos en princesas. A muchas no nos cabe el zapatito y nos gustan más los botines para salir a la cancha. No aceptamos que nos crean muñecas, ni títeres ni marionetas. Nos creemos autoras de nuestras propias trayectorias y caminos. A todas nos convoca la gran necesidad de cantar y contarnos, criticar lo que la cultura espera de nosotras como mujeres”, agregó.
Cuando se presentan arriba del escenario las Modestia Aparte siempre empiezan contando quiénes son. Se definen de entrada ante su público. “Somos murguistas, feministas y aunque no haya uruguayas nos gusta este género musical. Creemos en lo que cantamos y pensamos que esta es nuestra manera de luchar, de denunciar la desigualdad en nuestra sociedad”, dicen.
La murga nació en 2012 de un taller barrial. Estaba formada por hombres y mujeres, y tenía un director varón. En la actualidad participan 22 mujeres, entre artistas, maquilladores y vestuaristas de entre 18 y 61 años. El único hombre es el puestita, Cristián Ledesma.
La formación rompió con la tradición de un género que siempre estuvo protagonizado por hombres. A Modestia Aparte le costó la aprobación del mensaje feminista del movimiento murguero, pero les abrió las puertas a un espacio en la agenda cultural local.
“Denunciamos al patriarcado en todas las expresiones y el movimiento murguero no está exento. Las murgas de mujeres están mal vistas en Uruguay. Falta y Resto incorporó a seis chicas y la criticaron. Allá sólo los varones participan. Las mujeres tienen un rol secundario, abajo del escenario. Nosotras también tenemos cosas para decir, y es lo que demostramos con la murga”, opinó Andrés.
Abrir el Encuentro Nacional de Mujeres de 2015 las consagró como murga feminista. Ante miles de mujeres presentaron el primer espectáculo al que llamaron “Desencantadas”, donde trataron temas como la violencia, el machismo, y los femicidios. Para la directora, subirse arriba del escenario del Encuentro Nacional fue como ganar un Oscar. “Creo que trabajamos mucho para llegar a eso. Fue un reconocimiento”, agregó.
En la actualidad, las chicas van por el segundo espectáculo que presentaron en diciembre. Se llama “Entagadas”, en el que redoblan la apuesta y corean por la aprobación del aborto sobre la base de melodías de tango clásicas. “Mujer bonita es aquella que se planta. Mujer bonita es la que sale a luchar. Vení súmate. Que nunca te silencien. Mujer bonita yo te invito a cantar”, dicen las Modestia antes de bajar del escenario en el espectáculo. El show está basado en melodías de tangos populares –»Los mareados», «Volver», «Por una cabeza», «La morocha»– a los que la murga les cambió la letra para hablar de violencia institucional, inseguridad, femicidios y travesticios. “Entangadas” transcurre en un conventillo de mujeres, donde cada una representa una visión sobre el mundo. “Está la romántica, la revolucionaria, la trans, la madre abnegada”, contó la directora y dijo que desde hace un mes sumaron a una chica trans al grupo para incluir temas de diversidad sexual.
Siempre usaron el pañuelo verde que utiliza la Campaña Nacional por el Derechos al Aborto Seguro, Legal y Gratuito para identificarse, pero este año usaron el proyecto y el debate dentro de una canción. Para componerla llamaron a integrantes de la Campaña y se asesoraron. “El tango no nos trató muy bien a las mujeres. Las letras nos dejaban mal paradas. Nos trataban como la puta o la culpable. Nosotras usamos el tango como elemento musical y transformamos las letras”, explicó Andrés.
Músicas y militantes
La mayoría de las integrantes llegó con experiencia en música o teatro. No todas tenían militancia feminista. “El feminismo es un camino de ida. Una vez que militamos ya no somos las mismas. En la murga no cuenta sólo el aspecto artístico sino la militancia. Te invitamos a aprender a ser feminista”, explicó Andrea Andrés y agregó: “La murga es mi vida. Es un género que me llenó el alma. Ser militante y artista es una manera de ser feliz”. A los ensayos semanales de técnica vocal y actoral, Modestia Aparte suma reuniones plenarias para hablar de género. Intercambian puntos de vista y discuten qué temas sumar al espectáculo. Todos los meses llaman a alguna referente de Rosario para charlar sobre feminismo. “Construimos desde la diferencia. Desmitificamos que las mujeres no podemos hacer nada juntas. Vemos que la otra no es una enemiga sino una compañera, y dejamos de naturalizar cosas que antes daba por sentado”, agregó.