Ciudad

En ruinas

Un incendio devastó la planta que produce el aceite Alsamar

Está en la ruta 9, a 30 kilómetros de Rosario, desde donde se llegó a ver el denso humo. Por fortuna no hubo víctimas.


Un incontrolable incendio destruyó por completo durante la jornada de ayer la planta industrial y de ventas de la Aceitera Martínez, ubicada a la vera de la ruta 9 en el kilómetro 336, en jurisdicción de San Jerónimo Sud. Allí se había mudado hacía menos de una década desde Rosario la empresa familiar que envasa las conocidas marcas propias Alsamar y Siglo de Oro, como parte de un proceso de expansión en el que además se abrió paso en el mercado mundial. Desde la planta que se perdió totalmente, incluidos el depósito y las oficinas de administración y las áreas de ventas y depósito, salía aceite comestible de girasol, de soja y mezcla hacia los países del Mercosur, del resto de Sudamérica y hasta destinos transcontinentales como  Taiwán, Hong Kong, Sudáfrica y Angola. La única “suerte” en medio del desastre es que el siniestro no dejó víctimas fatales ni heridos de consideración, y que todo el personal de planta que estaba al momento de producirse el incendio pudo evacuarse, no sin intentar sofocar las llamas. No tuvieron éxito: el fuego se expandió a toda velocidad y consumió la fuente laboral de cerca de un centenar de trabajadores.

El incendio se desató pasadas las 13, cuando todavía se encontraba el último turno de la planta, más reducido que durante los días de semana, que se retira a las 14. Según las versiones que pudo recoger este diario, el fuego comenzó en un sector donde hay contenedores de residuos, donde había también pilas de cartones, plásticos de envases y otros materiales con restos de aceite. Un conjunto altamente inflamable que hizo que las llamas cobraran volumen de inmediato.

“No quedó nada. Pero nada, nada”, dijo una fuente del Sindicato Aceitero de Rosario, que se desplazó hasta la planta. Menos de una hora después, los Bomberos de San Jerónimo, que habían comunicado la situación, trabajaban con dotaciones que iban llegando desde San Lorenzo, Rosario, Casilda, Carcarañá, Roldán y de otras localidades.

Para entonces, densas volutas de humo negro que semejaban un tornado eran visibles incluso desde Rosario, a 30 kilómetros de distancia, y llegaban a formar una nube que parecía de tormenta.

Abajo, el tránsito sobre la ruta 9 estaba totalmente interrumpido por móviles de la Policía, y nadie podía acercarse a menos de un kilómetro y medio de la planta. Los distintos cuerpos de Bomberos se concentraban en formar un cerco para impedir que las llamas se expandieran y tomaran campos e instalaciones vecinas, con un núcleo de fuego imposible de sofocar, donde ardían aceite, envases plásticos, cajas de cartón y etiquetas, junto a los modernos equipos de fraccionado y envasado. Una serie de explosiones daba cuenta de que los tanques de la planta iban estallando por la acción directa del fuego o por las altísimas temperaturas que provocaba.

Testigos mencionaron que el aceite a alta temperatura había llegado a zanjas y drenajes, pero desde Bomberos de Roldán aseguraron a El Ciudadano que el derrame –inevitable– pudo ser contenido en la playa de camiones de la firma.

“En total llegaron a trabajar 22 dotaciones al mismo tiempo”, reflejó el jefe de Bomberos Voluntarios de San Jerónimo, Emanuel Picolotti, quien se preocupó por agradecer a todos los cuerpos que batallaron durante horas contra las llamas y para resolver la emergencia.

De hecho, hacia las 21 de anoche, aunque la situación se consideraba “controlada”, los efectivos locales continuaban trabajando sobre el fuego, que no había sido extinguido por completo.

Además de Bomberos Voluntarios y Zapadores, la atención de la emergencia requirió de efectivos policiales, personal de las comunas de San Jerónimo, de la Guardia Urbana de Roldán, y de Protección Civil de la provincia, en tanto que fue puesto en alerta el personal de hospitales de toda la región. Efectivos resaltaron que “en ningún momento hubo riesgo” para la población civil, pese a la magnitud del desastre.

También destacaron la presteza del personal de la firma Bunge, en cuyo predio funciona la Aceitera Martínez: ambas firmas estaban unidas por un contrato de “fasón”, por el cual Bunge entregaba el producto de la molienda que la Aceitera Martínez  procesaba, fraccionaba y envasaba. Las conexiones físicas entre ambas instalaciones eran monitoreadas permanentemente: pese a que las  llaves de paso habían sido cerradas, era alto el peligro de que se extendiera el fuego, cosa que no ocurrió, en parte, por la acción del viento, que iba en dirección contraria.

Por ello se había producido la mudanza hacia las nuevas instalaciones, donde trabajaban empleados con antigüedad de 20 y más años que venían de la planta rosarina junto a jóvenes que residen en la zona y que incorporaron con el proceso de expansión. Ahora ese centenar de puestos de trabajo son la pricipal preocupación de la Federación Aceitera nacional y del Sindicato Aceitero de San Lorenzo, las dos organizaciones que actúan en forma separada pero respresentan cada una a parte del personal.

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