Desde muy chico Ignacio del Barro se hizo fanático de Pokémon, la serie de dibujos animados japonesa que fue furor en el país a finales de la década del 90. Con el tiempo, y lejos de sentir que se trataba de algo infantil, siguió fiel a su pasión a tal extremo que hace unos días quedó seleccionado entre los mejores 200 jugadores de todo el mundo del videojuego basado en la popular tira asiática que produce la empresa Nintendo. Así, con 28 años, el joven rosarino se convertirá en el primer argentino en participar del Pokémon World Championship, un certamen “eSports” (de deportes virtuales) que en 2014 cumple diez años y se realizará en agosto próximo en Washington, Estados Unidos.
Cuando la tira empezó a transmitirse en Argentina fue furor. Algunos de sus personajes principales son Ash, el joven entrenador de los pequeños monstruos y Pikachu, un muñeco amarillo, gordo, retacón y de voz aguda que quizás también sea uno de los más famosos de la producción. “La serie llegó en 1999, yo tenía 11 años. Me enganché con los dibujitos y empecé a jugar al videojuego que en ese tiempo era el Game boy, algo mucho más básico de lo que es ahora. Yo lo jugaba en un emulador de la compu y jugué a todas las versiones habidas y por haber”, recuerda Ignacio.
Todos le dicen Nacho, trabaja como periodista digital en un emprendimiento propio, tiene novia, los domingos suele pasar el día en la casa de su papá, ve los partidos de Rosario Central por la televisión y se junta los viernes a la noche con sus amigos. Su vida es como la de cualquier muchacho de su edad pero, además, tiene tiempo para “entrenar” y “estar en línea” lo que no significa hacer dieta o ir al gimnasio, sino mantenerse conectado a internet. Sobre eso y después de hacer algunas cuentas mentales, concluye que le dedica unas cuatro horas por día al videojuego, “o tal vez un poco más”.
Fanatismo puro
En su casa tiene una carpeta enorme en la que colecciona cientos de cartas de Pokémon. Y hay más: cuando El Ciudadano le pregunta si guarda otros objetos representativos de la serie que ayuden a ilustrar la nota, va hasta su pieza y vuelve con la consola Nintendo, un Pikachu grande de goma y varios monstruitos más chiquitos. Pone todo sobre la mesa y posa para la instantánea junto a su colección de juguetes y naipes mientras los flashes de la máquina empiezan a dispararse porque el fotógrafo ya empezó a hacer lo suyo.
Su afición por las cartas coleccionables duró hasta que cumplió 17 años, cuando tuvo que dejar de comprarlas por una cuestión no de intención sino de presupuesto. “Había empezado la facultad y tenía que bajar los decibeles, por decirlo de alguna manera. Pero siempre seguí con los videojuegos”, explica.
La ilusión de viajar
Nacho empezó a jugar para la etapa clasificatoria en octubre del año pasado pero confiesa que nunca imaginó quedar entre los mejores 200 de todo el mundo y llegar al gran certamen del que todos los fanáticos del videojuego quieren participar. Ahora debe afrontar los gastos del pasaje a la ciudad del Pentágono: la situación económica, según explica, es menos ventajosa para los jugadores que no son asiáticos y, en especial, para los latinoamericanos. “Los japoneses están todo el día jugando, ellos consiguen espónsors y se dedican durante todo el año a eso, hay quienes ni siquiera trabajan y solamente entrenan para la competencia. Acá, en Argentina, esto no se conoce, salvo dentro de la comunidad”, cuenta.
El joven también destaca que en Japón las ediciones de la Pokémon World Championship se transmiten en directo por la televisión mientras que en otros lugares del mundo solamente se puede acceder al torneo por internet. Sin embargo, no se acobarda y se ríe cuando se le recuerda que el Chino Maidana mostró un alfajor Guaymallén en un cuadrilátero de Las Vegas. “Si alguien viene y me dice: «Tomá, te doy 500 pesos», yo ya estoy feliz, porque por lo menos una persona me reconoce lo que estoy haciendo”, dice entusiasmado.
El juego es cosa seria
“Uno piensa que Pokémon es algo infantiloide pero no es así, porque esto –dice refiriéndose al videojuego mientras señala la pequeña consola negra–, no es fácil. Todo el tiempo hay que pensar en nuevas estrategias, ver qué hace el otro”, asegura.
Según el experto el sistema de conteo de la puntuación hace que se tenga que jugar siempre. “En caso de que pierdas partidas –explica Ignacio– se te restan puntos del total acumulado y si ganás, sumás. En cambio si no jugás hay otros que van sumando puntos y te pasan, por lo que no vale la pena jugar por jugar”.
Además de ser un apasionado de Pokémon, Nacho es un fanático de las nuevas tecnologías, admite que más de una vez lo trataron de “nerd” y que hasta muchos le dijeron que se parece a los personajes de la serie televisiva “The Big Bang Theory”, la que está protagonizada por un ingeniero aeroespacial, un astrofísico y un niño superdotado que pasó del primario a la universidad sin el secundario. “Yo me lo creo bastante, porque algo de eso es verdad”, concluye el jugador.
Con la consola a la Pringles
En Rosario también hay chicos y no tan chicos fanáticos del videojuego Pokémon. Muchos de ellos suelen juntarse los miércoles a la tarde en un bar ubicado en Córdoba y Presidente Roca en donde pasan hasta tres y cuatro horas compitiendo y entrenando.
Los ciberjugadores también están en la red social y formaron un grupo en Facebook que se llama Nintendo 3DS Rosario a través del que muchos expresaron su alegría por la selección de su compañero Ignacio del Barro para participar en Washington DC, de la edición 2014 de la Pokémon World Championship.