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Un «juicio» devenido en disparate

El actor Fabián Fiori debuta en la dirección con una versión de “Sueño de barrio”, del recordado Roberto Fontanarrosa, que cuenta con las actuaciones de Adrián Viola, Diego Jozami, Celina Hernández, Florencia Martín Asinari y Marcelo Romero.

Entre el realismo costumbrista y el disparate con aires de absurdo, Roberto Fontanarrosa escribió Sueño de barrio, un relato que singulariza, en parte, su interés por aquello que no se ve pero que, gracias a su pluma magistral, adquirió relevancia. Una versión de ese cuento se conocerá esta noche, a partir de las 21, en Arteón (Sarmiento 778), en la que el relato es un disparador para el “humor de doble filo”, puesto que en el momento en el que fue escrito el texto estaba “mal visto” el hecho de soñar. La obra narra las peripecias que sufre Pendino, un pacífico vecino, al ser juzgado por haber tenido un sueño erótico con la joven Celina Bustamante. Reunidos en la comisaría, los personajes intentan develar si hubo o no “consumación del hecho impuro” en el sueño de Pendino, a través de una reconstrucción de los acontecimientos que lleva adelante el atribulado comisario y de la cual participa obligadamente el sumariante Bermúdez.

Sueño de barrio, que cuenta con las actuaciones de Adrián Viola, Diego Jozami, Celina Hernández, Florencia Martín Asinari y Marcelo Romero, es el primer proyecto como director del talentoso actor rosarino Fabián Fiori, de vasto recorrido en la escena nacional no sólo por el teatro sino también por sus participaciones en cine y tevé, donde por estos días se lo puede ver en la tira La Leona, donde interpreta al comisario Márquez.

“Llevamos diez meses ensayando con la sala vacía y llegó el momento de completar este trabajo con la presencia del público, con esa energía que sólo posibilita la gente y que es, en definitiva, la que termina por completar los tiempos y los lugares de todo espectáculo”, adelantó Fiori, en cuya formación, y como su gran maestro, aparece el recordado actor y director local Héctor Barreiros.

“Un poco la semilla que fue germinando en relación con el rol del director surgió de mi trabajo como actor; cuando se empieza a filtrar el deseo de marcarles cosas a los colegas es porque tenés la necesidad de dirigir. Y como en el teatro la democracia no existe, porque las decisiones las toma el director, me sumé a esta aventura convocado por los mismos actores en un proyecto que ya estaba en marcha. Inmediatamente después de la primera lectura del texto, empecé a ver texturas, colores y escenas”, detalló el actor y ahora director.

Por su parte, Fiori repasó algunas de las variantes impuestas a la hora de pensar dónde transcurre la historia. “La pensamos en un pueblo chico y  en una comisaría donde nunca pasa nada. Este comisario se presta al ridículo de juzgar a un joven porque tuvo un sueño con una socia del club al cual asiste; fue un sueño en el que supuestamente tiene con esta mujer relaciones íntimas, una especie de sueño erótico, aunque no lo especifica. Es todo un gran absurdo que, como pasa con Fontanarrosa, sirve para poner en valor otras cuestiones que están dentro de esta historia, con un desenlace que sólo a él se le podría haber ocurrido”, dijo el director.

Fiori, que por estos días reparte su tiempo entre Rosario y Buenos Aires, donde desarrolla una incipiente pero importante carrera televisiva, agregó: “Creo que lo diferente en esta versión pasa por cómo imaginamos al comisario; se me ocurrió que el personaje había tenido siempre el deseo de ser director de cine y adoraba a Leonardo Favio, y el sumariante siempre quiso ser actor. La idea fue tomando forma y los imaginamos al comisario y al sumariante tomando mate y en ese pueblo perdido, pasando los días hablando de cine. Lógicamente, con ese deseo latente, cuando se les presenta un caso que los habilita, entre los dos montan una gran puesta en escena que se vuelve un disparate”.

Finalmente, Fiori habló del doble desafío que implica debutar como director en Rosario y con un texto del recordado Negro. “Tengo claro que es un gran desafío y sé que los desafíos nunca vienen solos, porque siempre suman otros desafíos. Héctor Barreiros, que fue mi gran maestro, me enseñó que la única manera de develar los desafíos es enfrentarlos. Hay que tentar al trabajo, hay que hacer a pesar de todos los imponderables. Siempre tengo presente que Héctor, por años, estrenó en Rosario el 1° de enero. Aquel era un enorme desafío, sin embargo el público siempre lo acompañaba”, concluyó.

 

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