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Un mago con la pelota: su gambeta indescifrable nos dio la mayor alegría de la vida

Levantar la Copa del Mundo fue hermoso, pero ver desparramados a los ingleses en el suelo del Azteca y gritarles el gol en la cara no tiene precio. Nunca habrá alguien que igualará esa alegría

Nunca imaginé que este día iba a llegar, lo juro. Todavía me dura el impacto, una mezcla de dolor, congoja, melancolía, que no deja escapar lágrimas porque aún me resisto a creerlo. Es que los héroes son inmortales. Y Diego es mi héroe, tal vez el único que tendré en la vida. Y no es justo que nos deje sin que le digamos una vez más lo mucho que lo amamos.

Nos dejó Diego, este desquiciado 2020 nos tenía guardado un golpe al corazón que no se lo vamos a perdonar. Nos duele el alma, las lágrimas afloran sin que podamos contenerlas. Estamos tristes, desconsolados, enojados. Sí, muy enojados. ¿Acaso no era inmortal? Había gambeteado a la muerte tantas veces que nos hizo creer que nunca nos iba a dejar. Y hoy que se fue, el dolor se nos hace incontrolable.

Es difícil decir lo que siento por Diego. No tengo dudas que fue el mejor jugador de todos los tiempos. Incomparable, único. Un mago con la pelota, un genio dentro de la cancha. Malabarista, ilusionista, a punto tal de hacer desaparecer su otra zurda para anotarle un gol a los ingleses y sacarle del bolsillo alguna de las tantas monedas que nos piratearon.

Su gambeta indescifrable nos dio la mayor alegría de la vida, porque levantar la Copa del Mundo fue hermoso, pero ver desparramados a los ingleses en el suelo del Azteca y gritarles el gol en la cara no tiene precio. Nunca habrá alguien que igualará esa alegría.

Diego fue nuestro. Nos hizo creer por un rato que realmente éramos los mejores del mundo. Puteó a los italianos cuando silbaron nuestro himno, y ese día terminó de ganarse nuestro corazón. Y lloramos con él.

Se nos fue Diego. Dios se puso ambicioso este año y quiso armar un picado único en el potrero del cielo. Y en su equipo eligió al Trinche y a Diego. Pero sin quererlo nos rompió el corazón, y nos llenó de tristeza. Chau Diego, va una lágrima en tu honor.

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