Los secretos de cómo preparar un buen mate –bebida típicamente argentina, tradición pasada de generación en generación y compartida por uruguayos, brasileños y hasta chilenos– se encuentran en las páginas de El libro de la yerba mate, escrito por la sommelier Karla Johan Lorenzo.
“La yerba mate tiene poderes medicinales que fueron descubiertos en la época precolombina. Es diurética, ayuda a controlar la ansiedad y, además, es un alimento” describió la autora en una entrevista con Télam, y agregó que “es un elixir reconfortante que brinda fuerza y energía”.
En su libro, Lorenzo afirmó que “los principios activos resultan muy apropiados para combatir una de las patologías de mayor crecimiento en las últimas décadas: el sobrepeso y la obesidad, ya que contiene numerosas vitaminas y minerales, además de resinas, fibra, aceite volátil y taninos”.
La autora también brindó datos que sorprenden: “En Argentina se consume entre 6 y 6,5 kilos de yerba por año por persona. Uruguay, un país con el que compartimos la pasión de tomar mate, 7 kilos, pero ellos no son un país productor, además son menos en habitantes y nos ganan con el arte de cebar mate”.
Sobre la gran cantidad de artículos publicados sobre los beneficios del consumo de yerba mate que suelen quedar en un segundo lugar, dado que la bebida ha ganado por excelencia su lugar entre las reuniones informales, la sommelier aclaró: “La idea es no saturar al consumidor con algo que ya sabe, sino darle más información sobre lo que conoce. Comparto datos que adquirí en la carrera de sommelier y de mi experiencia personal como bisnieta y nieta de yerbateros en la zona de Misiones, lugar donde nací”.
El texto describe el proceso desde la plantación del árbol, los diferentes tipos de hojas, el cultivo y los tipos de yerba que existen, el proceso de la cosecha, los sistemas de secado y el estacionamiento pasando por la molienda, hasta el envasado. El volumen incluye fotografías de marcas típicas de ciertas zonas de la región argentina con su ficha de cata, su origen, el método de secado, el estacionamiento y las características del sabor.
“La idea de hacer esto es para que el lector que alguna vez viajó y probó una yerba que le gustó, y nunca más la encontró, sepa un poco más de ella”, dijo. Ahora bien, la yerba mate no se puede servir en cualquier recipiente; quién no recuerda los viejos mates de losa, cerámica, un simple vasito de plástico o improvisadas tapas de termos y demás adminículos que oficiaban de mate.
El mati, etimología de la palabra mate, deriva del vocablo quechua que quiere decir vaso o recipiente para beber. Los hay llamados: yergua, calabaza tipo pera, galleta, camionero, de madera, de plata, aluminio, marfil, guampa, coco y los más osados lo beben en frutos como: pomelo, naranja y ananá.
La bombilla es otro de los elementos que componen esta bebida. Pero no siempre existió. Los aborígenes adoptaron diversas formas para disfrutar de las propiedades de la yerba mate: primero masticaban las hojas frescas, apenas partidas, y extraían así su líquido expulsando luego sus restos hasta que descubrieron el tallo leñoso y hueco de la caña. Y así nació la primera bombilla.
La pava que tuvo sus orígenes como simple jarrito y se la llamaba caldera, nombre que aún se utiliza en Uruguay y en Entre Ríos, el termo y la temperatura del agua también se encuentran especificadas en la obra de la sommelier.
Una descripción con fotografías de cómo cebar el mate y otras formas de consumir la yerba mate en las que se encuentran el mate cocido, el mate con leche, el tereré y las infusiones que se le agregan a la bebida también están descriptas.
Comidas como el Budín húmedo de mate y limón o los Bocaditos de almendra y mate ; los productos de belleza tales como champú, bálsamos, jabones de cilantro y yerba que posee propiedades antioxidantes y astringentes, se pueden encontrar en este tratado sobre la bebida nacional por excelencia.
Asimismo, los viajeros pueden encontrar La Ruta de la Yerba Mate: un itinerario turístico en el entorno de la yerba, en el que los visitantes disfrutarán conociendo la cultura de su gente, deleitándose con una gastronomía singular con perfumes de yerbas y sabores de mandioca, descubriendo nuevos sabores.