El médico argentino-israelí Jorge Diener, director internacional del Hospital Hadassah de Jerusalén donde actualmente se prueba una droga contra el nuevo coronavirus en pacientes con infección moderada, fue entrevistado este jueves por la agencia Télam.
Nacido en la ciudad de Buenos Aires hace 52 años y luego de vivir y estudiar en diferentes partes del mundo, hace 23 que el médico y sociólogo se radicó en Israel y más de diez que trabaja para el Hospital Hadassah, donde se encarga del intercambio de este prestigioso centro de salud con el resto del mundo.
Esta semana, el Hadassah fue noticia por un ensayo clínico que están realizando con una droga en personas con infección por Sars-Cov-2 en un estadio leve y moderado de la enfermedad, es decir, pacientes que no requieren cuidados intensivos ni respirador.
El estudio, que comenzó este lunes y está a cargo del Jefe Investigación Médica del Hadassah, Eyal Mishani, consiste en una prueba de factibilidad (sin comparación contra otro grupo que recibe placebo) de la droga camostat mesylate.
—¿Por qué se eligió esta droga?
—Es una droga que se usó en Japón para tratar la pancreatitis que el profesor Mishani y su equipo consideraron que podría servir para coronavirus basados en cómo funciona la droga que frena la infección de otros virus en células sanas. Lo que haría sería bloquear la entrada del virus en el pulmón. El desarrollo del estudio se permitió de forma acelerada por ser una droga que ya existe en el mercado para un uso seguro en los pacientes.
—¿Qué efectos secundarios se conocen de la droga?
—Lo bueno que tiene esta droga es que tiene efectos secundarios muy leves, como algo de pérdida de cabello y malestar estomacal, y que desaparecen en el momento en el que se deja de tomar la pastilla y no deja secuelas.
—¿Cómo se está llevando adelante el estudio?
—Lo que se está haciendo es suministrar a alrededor de 10 pacientes con una infección moderada tres pastillas por día por cinco días. El estudio comenzó hace dos días y esperamos en unas semanas poder tener algunas conclusiones preliminares. Jerusalén es una de las áreas dentro de Israel con mayor cantidad de casos de coronavirus, así que no tuvimos que ir a buscar pacientes para el ensayo, sino simplemente trabajar sobre la realidad que estamos viviendo.
—La mayoría de los estudios que se están realizando son con drogas en pacientes con formas graves y críticas de la enfermedad.
—Sí, esto es novedoso en ese sentido. Si esto funciona los beneficios son a nivel individual y a nivel sanitario. A nivel individual porque la droga crearía como una muralla impidiendo que el virus siga infectando y la persona se agrave, con lo cual el paciente evitaría ingresar a respirador y ser entubado. Esto no solo le salva la vida sino que se evita todo tipo de secuelas. El segundo impacto que tiene es a nivel social porque si se frena la enfermedad en ese estadío se permite a los hospitales contener el flujo de pacientes a las salas de terapia intensiva con respiradores. Eso es clave para evitar el desborde del sistema de salud como pasó en varios países.
—¿En qué otras líneas de coronavirus se encuentran trabajando?
—En varias, una es junto a la Universidad Hebrea de Jerusalén, en el desarrollo de unas pruebas diagnósticas rápidas. Es un test que busca el virus, como la PCR, pero se basa en cuentas magnéticas y funciona tanto de forma robótica como manual con un tiempo de resultado hasta 10 veces superior al que se utiliza en la actualidad. Además de ser más rápido, el kit es más barato y el material que utiliza es de fabricación nacional, lo que hace no depender de insumos importados.
—Desde su condición de sociólogo especializado en temas sanitarios, ¿cuál es la mirada que tiene sobre la pandemia?
—Es un fenómeno que hay que mirar a largo plazo. En varios lugares se habla de ir saliendo de las cuarentena, pero de lo que se trata es de dar aire a esta nueva realidad que es convivir con un virus muy agresivo al que todavía el mundo científico no ha logrado ganarle. La pregunta no es si va a venir otra vez un virus de este tipo, sino cuándo. Entonces desde el sistema de salud tenemos que estar mucho más preparados para no tener que paralizar a la mitad de la humanidad por un virus que apareció en una ciudad. Tenemos como desafío pensar las estructuras de salud, la cantidad de instalaciones que tenemos, la distribución social de esas estructuras para que todos tengan acceso. Hay muchos temas que la humanidad deberá pensar para que esto no nos vuelva a agarrar de sorpresa, que fue lo que pasó. Si la próxima vuelve a ser sorpresa es porque algo no hicimos bien en el camino.