Cada argentino come 55 kilos de carne por año. La Cámara de la Industria y Comercio de Carnes y Derivados de la República Argentina (CICCRA) dio a conocer que el consumo de carne vacuna bajó un 2,8 por ciento en todo el país el mes pasado. Rosario es una de las excepciones. A pesar de la crisis, aquí el consumo no varió. Los rosarinos prefieren el asado de costilla: dicen que es una cuestión cultural.
Una de las claves es que el precio se mantiene estable desde el año pasado. “Los aumentos de los servicios no se trasladaron al precio. Es más, la carne tendría que valer menos para se vendiera más”, aseguró José García, de la Sociedad de Carniceros de Rosario a El Ciudadano.
“El precio depende de los ciclos ganaderos. Nosotros no aumentamos si la hacienda no lo hace. Tendría que bajar el precio para vender más”, dijo García.
Los precios varían entre 150 y 160 el kilo de pulpa de nalga, asado o bola de lomo. La costeleta está más barata: sale unos 100 pesos el kilo. Según el carnicero, la gente se inclina por los cortes que tienen menos grasa y sin hueso. La excepción es el asado de costilla: es lo que los rosarinos prefieren a la hora de poner la carne a la parrilla.
La última vez que aumentó la carne en Rosario fue a fines de 2015 y poco después se recuperó el promedio de consumo anual. “La baja hay que asociarla a un incremento de otras carnes. El consumo de cerdo creció 12 kilos anuales en los últimos 10 años, en detrimento de la carne vacuna”, explicó García.
Otro factor que entró en la ecuación fue la baja en las faenas de ganado. Esto se dio por la prohibición de faenar animales de más de 300 kilos. La diferencia no incidió en el consumo. Si bien se faenan 20 cabezas menos por mes, los animales son más grandes y la cantidad de kilos vendidos se mantiene.
“Es algo bueno para el sector. El animal que no es ternera tiene más músculo y rinde más”, aseguró García.