Pésima presentación futbolística, preocupante nivel físico, con jugadores con el alta médica pero lejos de su mejor forma, y una escasa reacción táctica. Demasiadas ventajas dio Newell’s en Avellaneda y la consecuencia lógica y previsible fue una derrota. Apenas por 1-0 porque Independiente es un equipo limitado.
Tal vez por eso la caída duele más, y al ser la segunda consecutiva, acorta esa paciencia y tiempo que pretendía tener Ignacio Astore para definir el próximo DT. Por ahora el interinato de Coria aguanta, pero al volver a poner en peligro la clasificación a la Sudamericana, el análisis deberá ser más profundo.
El primer tiempo amagó con ser interesante. Un inicio prolijo de Newell’s, con Ferreira y Garro activos le dieron a la Lepra terreno y pelota. Pero sólo fueron amagues. A Fernández, Ferreira y Garro se les agotó rápido el tanque de oxígeno e Independiente pasó a tener el control.
Por momentos se prestaron la pelota, sin lastimarse. Las ideas ofensivas escasearon y los arqueros casi no participaron. Lo más peligroso del Rojo vino de los pies de Newell’s. Sí, primero cedió mal un pase atrás Ferreira, de esos que se ganan la reprobación del hincha. Sobrador, el ex River generó una contra del Rojo y una mano de Ditta en el borde del área hizo temblar a todos, en especial por el recuerdo cercano del gol de Sarmiento. Márquez no le pegó como Arismendi y reventó la barrera, para que respira Morales, y mucho más Ferreira.
La otra de riesgo fue una cesión atrás de Fernández, muy lento en su regreso. Márquez arrancó con pinta de quedar mano a mano, pero un cierre impresionante de Lema impidió el gol.
Newell’s tuvo como su mejor acción una corrida de Brian Aguirre, quien llegó hasta el final de la cancha (le cuesta soltar la pelota) y permitió un cierre de Marcone.
El dilema que se le planteó a Coria era claro. Poner en cancha a Sforza, Fernández y Ferreira significó recuperar experiencia y calidad, pero la situación física de los tres no era la ideal. Y en la balanza de los aportes hubo más malas que buenas.
En el segundo tiempo la tendencia se acentuó. Newell’s siguió jugando en cámara lenta, y comenzó a caminar por la cornisa.
Independiente, limitado, mostró cuál era su intención para lastimar. Las subidas de Vigo por derecha para hacerle el dos-uno a Campagnaro, por la escasa colaboración en la marca del pibe Aguirre. Y por ahí llegó el gol. Desborde de Vigo, cabezazo de Márquez que encontró una respuesta al medio de Morales, y Benegas sólo tuvo que empujar la pelota a la red.
Newell’s se condenó solo a la derrota. Y los cambios posteriores poco pudieron cambiar. Recuperar jugadores no fue la solución, porque el físico no estaba a la par de las necesidades. Y la derrota ante Independiente acorta la paciencia y obligará a Astore a analizar bien hasta cuándo podrá esperar para definir el nuevo entrenar. Parecía que iba a tener tiempo, pero dos derrotas al hilo son un mal augurio.