Las fotos, las propias, las ajenas, las de todos, guardan secretos; lugares y momentos escondidos en los recodos de la memoria que un día, de un momento para otro, sin buscarlo ni desearlo, reaparecen en algún cajón para dejar en claro que la vida pasa rápido y que, más allá de los dolores, las ausencias y los duelos, lo importante es saber que siempre es ahora, nunca es mañana.
En palabras de la escritora Susan Sontag, “una fotografía no es sólo una imagen, como lo es una pintura, una interpretación de lo real, sino que es además una huella, algo directamente estarcido de lo real, como una pisada o una máscara mortuoria”.
Con la consigna de redescubrir memorias compartidas, Gustavo Di Pinto, que de este modo regresa a la actuación, junto a Santiago Pereiro le ponen el cuerpo a un mismo personaje, una especie de alter ego del director y maestro del teatro rosarino Rody Bertol (que regresa a la dirección), en Un niño asustado, la valiosa conjunción de los históricos grupos locales Esse Est Percipi y Rosario Imagina que este domingo, tras el preestreno del fin de semana anterior, se conocerá en la nueva sala La Orilla Infinita, en el corazón del barrio Republica de la Sexta.
Bello, doloroso y al mismo tiempo iluminado ensayo poético en diálogo con un sinfín de imágenes que se fusionan de la mano del trabajo del fotógrafo rosarino Maximilano Conforti y que dan sustento audiovisual a una propuesta que, como viene haciendo Bertol con sus trabajos, deposita la confianza en los actores, aquí de una solidez infrecuente, Un niño asustado es el resultado de un momento particular en la vida de sus protagonistas y, sobre todo, de su director.
“Me alegra mucho presentar esta obra que no voy a decir que es un cierre ni nada categórico, porque uno nunca sabe qué vendrá y puede tener algunas expectativas, pero el que la vea creo que lo va a descubrir solo, me refiero acerca de qué se trata esta obra que es muy simple, sencilla y honesta. Sí puedo decir que es un final de todo un ciclo que comenzó con El arbolito rojo y sigue con otras cinco producciones. Y toda la obra esta interrelacionada con un empezar a reconocer límites y así como cuando uno llega a una edad y quiere tomar un buen vino y no cualquier vino, también hay una edad en la que uno empieza a valorar muchísimo que no ha perdido la capacidad de sorprenderse, pero también hay que reconocer que empieza a despedirse de algunas cosas”, planteó Bertol.
Y en el mismo sentido, escribió en la presentación del material: “Es justamente para nosotros y para nuestros recuerdos, que quisiéramos conservar, que aparece esta obra destilando la llegada de un nuevo amanecer, pero al mismo tiempo empezando, por un lado, a despedirnos de muchas cosas y por otro lado empezando a entender algunas otras”.
En el borde
A partir de los ocho fragmentos que la conforman, Un niño asustado es una obra que “bordea la teatralidad, que bordea los interrogantes de esta vida que vivimos, y al vivirla vamos en parte perdiendo y en parte la vamos recibiendo”, describen desde el equipo artístico que se completa con el ingenioso vestuario de Liza Tanoni y la técnica de Ignacio Niche Almeyda.
“Un niño asustado es pararnos al borde del camino, es preguntarnos algunas cosas para tener más fortalezas y evitar que ese niño se siga asustando; que ese niño que todos llevamos dentro se siga asustando y retome su camino”, sostienen.
De este modo, considerada por su propio autor y director como una obra bisagra entre lo que ha hecho y lo que le gustaría hacer de ahora en más, el material retoma algunas tradiciones de obras anteriores con dispositivos poéticos similares como Enter Dylan o la más reciente Yo te recuerdo Evita, entre más.
Volver y comunicar
“Hay algo que está primero: el acercamiento que tuve con Gustavo y a partir de allí con Santi, es una cuestión netamente afectiva y de reconocimiento al trabajo que Gustavo ha realizado en todos estos años, por un momento con una búsqueda y en otro momento con otra; creo que lo que nos une a los tres, y al equipo con el que contamos, es la pasión por el teatro, pasión que por momentos es intensa, por momentos es caprichosa, en otros es dispersa. Es una pasión que algunas veces suele agotar, pero que es clave para sostener vivo el deseo de hacer teatro, porque en definitiva el teatro es eso: encontrar esa zona donde uno puede sentir que tiene la posibilidad de comunicarse con el otro”, contó Bertol acerca de este encuentro con un colega como Di Pinto quien en algún momento también fue su alumno como pasó con Pereiro años después.
“Siento que nos unió en este trabajo el cariño, la admiración y el respeto. El maestro, mi maestro, Rody Bertol, me convoca cuando entiende que lo necesito. Me convoca a actuar o a dirigir una de las ideas que en ese momento rondaban en su cabeza. Me inclino por la actuación y para ambos es Santiago Pereiro el nombre que se nos ocurre para cerrar ese círculo de afecto y admiración”, sumó a su tiempo Gustavo Di Pinto, uno de los gestores por más de dos décadas de otro espacio emblemático de la ciudad, la sala La Morada, a la que dio vida a partir de su grupo, a quien todos conocen como Percipi.
“Cuando digo que Rody es mi maestro no lo digo por su peso en el teatral local y nacional, que obviamente lo tiene; lo digo porque fue mi maestro durante tres años en la Escuela Provincial de Teatro 3013 (Ambrosio Morante). Siempre recuerdo que después de la primera muestra en primer año Rody me dijo: «Vos vas a hacer teatro, no sé dónde ni cuándo, pero vas a hacer teatro». Y por lo visto no se equivocó: hace 36 años de esa muestra y hoy tengo la oportunidad de trabajar con Rody y con Santiago, los dos amigos y los dos maestros en diferentes etapas de la vida”, sumó el creador.
“Lo segundo que pasó –continuó Bertol– fue que cuando se me ocurrió la obra se me apareció la imagen de Santi que de pronto me venía justo, casi como si en algún momento hubiera estado pensando en ellos dos al escribir la obra. De hecho, en parte fue escrita para ellos dos porque cuando los convoqué no la había terminado, por lo tanto tuve la oportunidad de darle un giro a la última parte”.
Dos que son uno
“El texto de la obra –contó el autor– lo escribí en la primavera del año pasado. Fue una primavera muy difícil para mi familia y para mí y eso influyó mucho en un texto que salió muy de un tirón, a mano alzada dicen los que escriben; fueron tres noches y un par de siestas y estaba terminado. Luego vinieron épocas de corregir y de reescribir, incluso a partir del trabajo con los actores que es lo mejor que un autor-director puede hacer”.
A su tiempo, también sobre el texto, Di Pinto evaluó: “El texto de Un niño asustado me interpela brutalmente. Rody plantea que algunos fragmentos fueron escritos para nosotros, pero yo creo que fueron escritos para todos los que siendo hoy adultos crucen miradas con el pasado, como dice el personaje en un momento, «en mi mente, el pasado se mira apasionadamente en el futuro». En Un niño asustado el sentido final, como corresponde, lo tendrá que dar el espectador. Y para eso podrá recurrir a las imágenes fotográficas, a la música, al texto, al trabajo nuestro en escena o a su propia historia y sus emociones. Son retazos, son vidas, son realidades y son ficciones”.
“El texto estaba planteado inicialmente para un sólo interprete y yo lo tomaba como un acercamiento a un poema teatral, pero luego ese único interprete serían dos personajes: un hombre de 60 años y uno de 30, y se jugaba algo muy sencillo, cómo uno construía al otro y cómo ese otro deconstruía al primero, e iba y venía lo que había sido y lo que será. Luego vino fantástico que sean dos intérpretes y que sean dos actores que vi que crecieron muchísimo desde las primeras veces que los vi actuar en la Escuela de Teatro o en las obras. Me encontré con dos excelentes actores y además con una forma y seriedad en el trabajo notable”, destacó Bertol acerca de un proceso donde no hay antagonistas, o en todo caso, como el teatro habilita ciertos privilegios, se permite un diálogo entre el presente y el pasado de un mismo personaje que resulta muy movilizante y a él, muy cercano.
Y sobre la raíz poética de ese texto de una gran simpleza y al mismo tiempo de una frondosa espesura, Bertol reflexionó: “Esta obra habla sobre Las tres heridas de Miguel Hernández (una pieza literaria acerca del gran poeta español), de allí está tomada, a partir de las heridas de la vida, el amor y la muerte. Y hubo tres frases que acompañan todo este relato vacilante, la primera es del maestro Borges cuando dice en uno de sus últimos poemas «ahora aquí somos el olvido que seremos». Un niño asustado habla sobre el olvido, habla acerca de cómo hasta alguna vez idealizamos nuestra infancia cuando en realidad esa infancia que uno vivió no fue tan así. Después hay una frase del grupo brasileño Paralamas, que en la «Linterna de los afiebrados» dice: «La vida es corta, pero la noche es larga»; tengo esa sensación plenamente. Y la tercera frase es de Strindberg (uno de sus dramaturgos preferidos) que dice «somos niños, somos viejos, ahora lo que somos en el medio no lo sabemos»; esa frase ha iluminado este relato vacilante”.
Resistir en escena
“Desde un punto de vista más político, aunque todo es político, la coyuntura nos encuentra agrupándonos para resistir los posibles embates por venir. La Orilla Infinita, en ese sentido, es todo un símbolo. La historia de los grupos Rosario Imagina y Esse Est Percipi, sosteniendo el teatro de grupo durante tantos años, da cuenta de esa forma de trabajo. En nuestro caso, con Percipi, fundé, refundé y sostuve durante 22 años la sala La Morada con ese objetivo, y aquí estamos ahora embarcados con otros grupos en un proyecto aún más ambicioso”, destacó Di Pinto.
Y cerró: “Hoy con un grupo felizmente renovado, un proyecto colectivo potente y a punto de estrenar una obra tan sencilla como emotiva y profunda, vuelvo a agradecer el encuentro que me permite el teatro. Es ese encuentro que nos hace fuertes y resistentes. La premisa fue realizar un trabajo genuino, honesto, solidario y generoso. En estos tiempos que corren, me parece muy importante decirlo y diciéndolo fortalecer esa idea”.
Para agendar
Un niño asustado, coproducción de Esse Est Percipi y Rosario Imagina, con dramaturgia y dirección de Rody Bertol y las actuaciones de Gustavo Di Pinto y Santiago Pereiro, se presenta los domingos, a las 19, en La Orilla Infinita (Colón 2148). Las entradas anticipadas, acá: https://laorillainfinita.com.ar/productos/un-nino-asustado/