Figura icónica de la plástica y referencia ineludible de la cultura mexicana de proyección internacional, la inmanencia de Frida Kahlo (1907-1954), los momentos de su vida más conocidos e increíblemente los que aún se desconocen han sido a lo largo de las últimas décadas una gran tentación a la hora de pensar su figura en relación con la literatura, el cine, pero particularmente con el teatro, como pasa por estos días en Rosario con el estreno de Frida: pies para qué los quiero si tengo alas, que se conoce este viernes en IDAE, y que toma su nombre de la frase: “Pies para qué los quiero si tengo alas para volar”, escrita por Frida Kahlo en 1953, un año antes de su muerte.
La obra propone un nuevo recorrido evocatorio y revisionista por la vida de la pintora mexicana desde su infancia hasta sus últimos días, con atención en su niñez, el accidente que modificó su vida, sus comienzos como artista, la relación con Diego Rivera, sus luchas personales y el encuentro con León Trotsky, entre otras vivencias y cruces históricos que marcaron a fuego su corto pero intenso recorrido. “En este trabajo, la voz de Frida se escuchará nítida”, adelanta la actriz y directora local Mariana Russo quien asume el desafío de afrontar semejante personaje desde la dramaturgia, la actuación y la dirección, y que tras su paso por la ciudad se presentará en los próximos meses en el Centro Cultural Helénico de Ciudad de México y para julio, espera poder presentar un fragmento en Casa Azul, la icónica vivienda de la artista hoy convertida en un museo, en La Noche de los Museos de la capital mexicana.
El encuentro
“La elección de Frida viene de mi admiración de siempre, pero de algún modo la redescubro la primera vez que voy a Casa Azul, que pasó hace once años. Siempre recuerdo que fue un martes, un día se semana, y en ese momento podías entrar y quedarte todo el tiempo que quisieras, no había tanta gente como ahora. Esa primera vez, dado que viajo a México bastante seguido, fui como turista, y me pasó algo sorprendente: no me podía ir de allí, me quedé hasta que cerraron, vi la película que pasan sobre su vida con una serie de fotografías, me detuve en cada rincón. Más allá de sus obras, allí están todos sus escritos, sus lugares, su habitación, su ropa. A partir de ese día, ella siempre estuvo cerca, la llevo en la ropa, en los objetos que uso, en las paredes de mi casa. Si bien siempre tuve ganas de trabajarla en el teatro, recién el año pasado retomé la idea: pensaba hacer varios personajes y uno sería Frida, pero fue tanto el material que tenía, fueron tantas cosas las que fueron apareciendo estando en México, que terminó siendo sólo ella, independientemente de que, como pasa con los países de origen de muchos artistas, siento que a Frida la tenemos más presente nosotros que ellos, y no estoy hablando de ella sólo como artista sino que la pienso en relación con todo lo que Frida representa”, contó Mariana Russo a El Ciudadano a modo de presentación de su proyecto y de ese revelador encuentro en Casa Azul.
En el proceso de trabajo de investigación, ensayo y montaje una idea del vestuario que reconstruye el personaje desde la alteridad, movilizó a la actriz. “Es ineludible: en su época, la gente usaba otra ropa, era otra la tendencia o la moda, pero ella se vestía así, a Frida le decían que se vestía como «indita» en un tono peyorativo. Ella usaba la ropa que usaba habitualmente un sector de la sociedad con menor poder adquisitivo, la gente más humilde, del mismo modo que sus aros y collares de filigrana, que son obra de los Huicholes, un pueblo originario de México. Y también en la búsqueda apareció uno de sus cuadros, que no es tan conocido. Se llama Unos cuantos piquetitos, que se refiere a la noticia de un hombre que había matado a su mujer de veinte puñaladas, y que en la Justicia se había defendido diciendo «sólo le di unos cuantos piquetitos». La intención está también en exponer su compromiso desde ese lugar de militancia; ella estaba denunciando que no fueron unos «piquetitos» sino que fue un crimen, o lo que hoy llamaríamos un femicidio”, destacó la actriz y directora.
Russo también habló de los impedimentos físicos de Frida a partir del accidente que sufrió en 1925, cuando viajaba en un autobús y fue envestido por un tranvía, siniestro vial que le ocasionó la perforación de la pelvis, además de una compleja fractura en la columna vertebral, la clavícula, varias costillas y once fracturas en una pierna, lo que cambió su vida para siempre, del mismo modo que de su libertad a la hora de expresar su deseo, algo que aparece revelado en la obra. “Más allá del accidente y de los obstáculos desde lo físico y del dolor permanente ella siempre siguió adelante; nada era un impedimento para su vida y era una gran transgresora para su época porque decía abiertamente que también le gustaban las mujeres. Esos también son temas de la obra; hay una escena en la que se evoca el momento en el que le dice a André Breton si la puede sacar a bailar a su esposa que «está guapísima»”, planteó la directora.
En el mismo sentido, frente a una vida marcada por una serie de contradicciones y arbitrariedades, y en el contexto del cuadro más caro del arte latinoamericano, Diego y yo, recientemente adquirió por el porteño Museo Malba en 34 millones de dólares, Russo planteó: “Es importante tener en cuenta que su primera muestra en México la realiza cuando ya estaba muy enferma, poco antes de su muerte. Finalmente, le habían amputado la pierna y su médico le había prohibido asistir a su exposición dado su delicado estado de salud. Diego Rivera le dice que se hará cargo de presentar la exposición, de hablar de sus obras. Pero era algo que ella había esperado toda la vida, entonces hace que la trasladen en la cama en la que estaba y así apareció en la exposición, en su cama. Frida fue una mujer de un enorme desparpajo y de una fuerza inusual, poderosa, pero que ni imaginó que sus obras costarían los millones que cuestan hoy”.
Finalmente, Russo habló del compromiso político de Frida, otro de los aspectos de su vida que transita a través de su material escénico: “Es muy interesante revisar su relación con la política, su crítica a la superficialidad de Estados Unidos, porque si bien Diego Rivera era el más crítico, cuando llegan a Estados Unidos, él queda fascinado, mientras que a ella no le gusta para nada, ve la hipocresía de ese país. En la obra se plantea la diferencia de clases tan notable en México, donde los ricos son siempre los mismos al igual que los pobres, que era uno de sus planteos recurrentes. También planteaba que los artistas siempre han sido pobres y muy maltratados, y de alguna manera lo seguimos siendo”.
Para agendar
Con dramaturgia, actuación y dirección de Mariana Russo, entrenamiento vocal de Temis Parola, asistencia de dirección de Susana Ferrari y asistencia técnica de Temis Parola y Taty Mercado, la obra teatral Frida: pies para qué los quiero si tengo alas se presentará los viernes de setiembre, a partir de las 21, en IDAE, de Entre Ríos 840. Las entradas, a mil pesos, se reservan a través del WhatsApp +54 9 3415 61-5518