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“Un pájaro azul” documenta la implosión de una pareja a partir de la infructuosa búsqueda de un hijo

Ariel Rotter habló del film que llegó esta semana a las salas de cine rosarinas. El film cuenta la búsqueda extenuante de ser padres de dos personas que transitan todo tipo de desgastantes tratamientos y un breve amorío extramatrimonial que deviene en un posible embarazo

La búsqueda extenuante de un hijo de una pareja que transita todo tipo de desgastantes tratamientos y un breve amorío extramatrimonial que deviene en un posible embarazo, es la historia que cuenta Un pájaro azul, de Ariel Rotter, que también aborda la inmadurez emocional masculina, el paso del tiempo y la incertidumbre hacia el futuro.

La película de Rotter (La luz incidente, El otro, Solo por hoy) que se estrenó este jueves, es un drama, con Valeria (Julieta Zylberberg) y Javier (Alfonso Tort), una pareja que hace años viene buscando ser padres.

Con la alegría a medias por la compra de una casa que no alcanza a tapar el que parece ser el único objetivo de tener descendencia, una compañera de trabajo de Javier lo cruza en un almuerzo para anunciarle que ese breve amorío que tuvieron en un viaje, devino en su embarazo.

“La película está construida sobre dos ejes temáticos, el principal tiene que ver con la búsqueda durante ocho años con mi pareja de convertirnos en padres”, contó el director en comunicación con Télam, y agregó: “El otro eje es la enfermedad de mi viejo, que en la película trasladé a la madre; él estuvo enfermo durante 17 años, había una especie de amenaza constante de que en cualquier momento se iba morir”.

Ese hecho se aborda durante todo el relato, que enfatiza la inmadurez de Javier: “La película se cuenta desde la mirada de él”, destacó el realizador.

Además de Tort y Zylberberg, el elenco de Un pájaro azul se completa con Norman Briski, Romina Paula, Susana Pampín, María Villar, Walter Jakob, Julián Larquier Tellarini, Alejandra Fletchner y Eugenia Guerty.

El realizador Ariel Rotter

“La película está construida sobre dos ejes temáticos, el principal tiene que ver con la búsqueda durante ocho años que tuvimos con mi pareja de tratar de convertirnos en padres, un proceso que es muy desgastante”, dijo Rotter. Y agregó: “Es un ciclo donde se renueva la ilusión y la frustración a lo largo del tiempo y si bien en algún lugar te fortalece e incluso te hermana con tu pareja, también te va destruyendo, es muy duro sobre todo porque en general te sucede que todo tu entorno, tus amigos, están en la misma y vas participando de la alegría cuando son padres. Me acuerdo de ir a conocer al bebé de unos amigos y quedar liquidados, sin siquiera poder hablar”.

“Por eso empecé a escribir esta película hace más de 11 años y ahora tenemos una hija de 10. A ese guión lo abandoné, en el medio hice La luz incidente, pero lo retomé para ver si estaba vivo y me conmovió mucho. Pero habiendo sido padre y pudiendo mirar eso menos trágicamente, también me empecé a reír de nosotros mismos en ese momento y de todas las peripecias amorosas y vinculares que pasamos. El otro eje es la enfermedad de mi viejo, que en la película trasladé a la madre, él estuvo enfermo durante 17 años, había una especie de amenaza constante de que en cualquier momento se iba morir; son como piedras emocionales, cosas que te marcan y te afectan en tus vínculos para toda la vida”, apuntó.

Consultado sobre si, al igual que el protagonista, no pudo despedirse debidamente, dijo: “La verdad es que cuando finalmente mi viejo murió yo no podía más, estaba agotado y no pude hacer nada, omití el duelo y dije: «listo, ya está». Entonces la película propone varias cosas, entre otras si algo de eso que más queremos se toca con lo que más tememos, también si el poder convertirnos en padres está vinculado con nuestro rol de hijos y, además, cómo transitamos nuestra madurez emocional de cada etapa”.

El protagonista está en una edad en la que se supone que algunas cosas ya deberían estar resueltas y el relato hace foco en cierto tipo de masculinidad inmadura. “Hay algo vinculado a la masculinidad y la capacidad emocional de los hombres que se diferencia de la madurez emocional de las mujeres. Claramente el protagonista es Javier, la película se cuenta desde la mirada de él y su percepción, por eso también fue muy complejo, tener un personaje con el cual no te identificas directamente, lo querés boxear todo el tiempo (risas), aunque creo que luego el personaje logra que lo queramos. Pero es el personaje de Valeria la que está parada en el sentido común, la que quiere bien, y toda esta situación del engaño que tiene que atravesar y el posible embarazo es un disparador para encontrarnos con la interioridad de Javier, que en el fondo quizás sea el verdadero tema de la película. Porque después de que se desactiva el conflicto, recién ahí empieza otra cosa con personajes que se parecen mucho a la Luisa de La luz incidente o a Juan de El otro, mis anteriores películas, es decir, el Javier de Un pájaro azul hay que descubrirlo, ver qué batallas se están librando en su corazón y en su cabeza”, explicó.

Sobre la elección de Tort y Zylberberg como los protagonistas de esta historia, Rotter contó: “La película tiene una especie «dream team» del cine nacional, tuve la sensación, quizás pandémica, de decir «no sé cuándo voy a volver a filmar, quiero conocerlos» y me di el lujo increíble de que hayan aceptado. Alfonso Tort está bárbaro, lo mismo que María Villar, Walter Jakob, Larquier, todos increíbles. Lo que hace Norman Briski es conmovedor, a Susana Pampín la quiero en todas mis películas y Romina Paula (Camila), que vino a hacer un personaje disruptivo fantástico. Y entre ellos está Julieta Zylberberg, «Miss Messi» como le digo yo, que no se puede creer lo que hace, ella tiene una cajita de donde saca todo eso que no sé cómo se llama y te conmueve”.

En el film, a los problemas de la pareja protagónica, se le suma una aventura de él que tiene como consecuencia un posible embarazo. “Lo de esa aventura tiene que ver con que en el medio de la frustración de la pareja por no lograr ser padres, del erotismo programado, de golpe, alguien te mira y te sentís individuo, algo se prende y sucede, no es algo contra el otro pero que de algún modo deja entrever que hay algo que te está pasando”.

En paralelo y como otra línea del relato está el mundo del trabajo: “Me encanta esa línea paralela del mundo laboral, no tiene nada que ver directamente con la trama vincular y, sin embargo, al final lo que termina pasando es que se produce una suerte de confesión, que aunque se produce en el momento menos oportuno posible le permite al protagonista procesar lo que le pasó en aquel momento cuando siendo un pibe no se animó a entrar a ver a su madre muerta para despedirse. Son esos rituales que aunque tendemos a escaparles, son muy importantes para nuestra madurez emocional, son verdaderas posibilidades de comprender el paso del tiempo”, dijo el realizador.

Para finalizar Rotter hablo de la banda de sonido de la película que va desde el uruguayo Eduardo Mateo hasta Rosario Bléfari: “Mateo es otra debilidad, soy muy rioplatense en mi afición musical y tengo mucho mucho vínculo con Uruguay, de hecho la película es una coproducción argentino-uruguaya. Con respecto a Bléfari, la verdad es que estuve enamorado secretamente de ella desde siempre (risas), su enfermedad y su muerte me pegó enormemente, fue como, por decirlo de algún modo, la muerte del Diego, el fin de una era. La película un poco intenta dar cuenta de eso, me gusta que más allá de escuchar una canción de ella, los protagonistas la canten a dúo como parte de su historia, de algún modo es un homenaje a ella”.

Estrenos para todos los públicos con drama, acción, ciencia ficción y una historia real – Diario El Ciudadano y la Región (elciudadanoweb.com)

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