“Quiero dejar asentado que si a mi esposo, a mis hijos o a mí nos pasa algo fue la Policía”. La frase la repite a gritos en la puerta de Tribunales Provinciales Ivana Rostro, de 28 años, mientras espera que la Cámara de Apelaciones revise la detención del padre de sus cinco hijos, un vendedor ambulante que lleva cuatro meses detenido acusado de portar un arma de fuego en la vía pública. Momentos después, una jueza ordenará la inmediata libertad del paquetero, de 38 años, que se concreta ese mismo martes 6 de octubre. Por el mismo caso, y en otra causa paralela, media docena de agentes del Comando Radioeléctrico son investigados por entrar sin orden judicial al domicilio del matrimonio y golpearlos salvajemente frente a sus hijos pequeños en una denuncia que, pese a su gravedad, fue desoída por la fiscal que acusó y encarceló al vendedor ambulante. El hombre presentó unos diez testigos que declararon que los uniformados irrumpieron en su casa luego de requisarlo en la puerta con la excusa de que estaba violando la cuarentena por baldear la vereda.
Según esa versión, una vez dentro de la casa los agentes policiales esposaron al matrimonio y a una hermana de la mujer y los golpearon salvajemente frente a sus cinco hijos de entre 9 y 3 años, al tiempo que les pedían un dinero que no tenían. Y luego de propinarles tormentos físicos y psicológicos los amenazaron de muerte para que no hicieran denuncia, además, les plantaron un arma y fraguaron el acta como si fuese una detención callejera.
Uno de los videos filmados por vecinos fue clave para que la jueza de Cámara Gabriela Sansó pusiera en duda la versión policial por tratarse de una detención “dudosa” con irregularidades en el procedimiento y ordenase la libertad del paquetero, quien sigue acusado por portación de arma de fuego.
Esa imputación estuvo a cargo de la fiscal Juliana González, quien consiguió que la jueza Melania Carrara le dicte 90 días de prisión preventiva y luego de cumplido ese plazo le prorrogue el encarcelamiento por dos años más, hasta que la Cámara revocó la decisión.
El paquetero fue representado por los abogados Juan Pablo Audisio y Lucas Peirone, quienes también patrocinan la denuncia de apremios ilegales contra los agentes del Comando Radioeléctrico que quedó en manos del fiscal Gonzalo Fernández Bussy de la Unidad de Violencia Institucional y Corrupción Policial. Según los abogados hay medidas en curso.
“Una bolsa en la cabeza”
En diálogo con El Ciudadano, Ivana Rostro reconstruyó la pesadilla que vivió el 13 de junio pasado dentro de su casa de Zona Cero, como se conoce el barrio rebautizado con el nombre de Roberto Fontanarrosa en el extremo norte de la ciudad.
Dijo que cerca de las 16, su marido Franco Coman llegó a su casa luego de trabajar de paquetero y mientras él baldeaba la vereda, ella le preparó unos mates. En esos momentos aparecieron dos móviles del Comando en contra mano y se les acercaron con una maniobra violenta en la que casi los atropellan.
“Se bajaron dos policías muy agresivos y nos dijeron que pongamos las manos sobre el vehículo”, contó Ivana, quien dijo que les preguntó por qué los revisaban y le contestaron que estaba violando la cuarentena.
“Supuestamente nos frenaban por la pandemia pero yo les dije que estábamos en nuestra casa y me contestaron de mala manera que la vereda era pública y que me callara la boca si no quería que me engarronen”, contó.
Pero Ivana les explicó que eran trabajadores, que su esposo era vendedor ambulante y tenía permiso para circular, le mostró los papeles, los documentos, las bolsas y medias que vendía. “Me volvieron a gritar que me callara la boca o me iban a engarronar”, dijo Ivana para agregar que ante la amenaza empezó a gritar a los vecinos para que filmaran lo que pasaba porque le iban a “plantar” algo.
Según Ivana, los policías se pusieron cada vez más agresivos y su marido los invitó a pasar para que revisen la casa porque “somos gente re humilde que vivimos el día a día, con lo justo para darles un plato de comida a nuestros hijos”. Pero lo que siguió fue de terror.
“Se metieron una banda de policías. Cerraron la puerta, las cortinas, nos esposaron a mi marido, a mi hermana y a mí frente a mis cinco hijos de 9, 8, 6, 5 y 3 años y me empezaron a pegar piñas y patadas en la boca y en la cara hasta hacerme caer. Ahí mi hija de 9 años se agarró de la pierna de mi marido y un policía gordo le pegó una piña en la cabeza a la nena. Después me tumbaron al piso y ahí me dieron una banda de patadas, eran como seis policías que me pegaban sin parar, con una Itaca en la cabeza, patadas en la cara, hasta que me pusieron una bolsa de las que vende mi esposo en la cabeza. Después llenaron una botella con agua y me hicieron ahogar, y como ya estaba toda desfigurada usaron un buzo de mi hijita para limpiarme la sangre y refregármelo por la cara”, contó Ivana.
“Mi esposo les gritaba que paren que estaban todos mis hijos y ahí lo agarraron del cogote a él y le empezaron a patear la cabeza y la cara. Nos decían que les demos la plata, que no podía ser que no tengamos nada. Después entró una mujer policía con un arma, era un fierrito cromado color gris y dijo: «con esto están re engarronados» y nos siguieron pegando”.
Según la denuncia, después los subieron a los tres encapuchados a un patrullero “hasta el semáforo del puente Rucci”, donde al cabo de media hora los policías volvieron con “dos testigos”. Ivana dijo que a ella la cambiaron de patrullero rumbo al hospital Alberdi mientras que su marido y su hermana siguieron a la seccional 10ª.
“Decí que te peleaste”
Ivana contó que entró esposada al hospital y que los médicos que la atendieron le dijeron que tenía que quedar internada. Pero que las dos policías que la custodiaban la amenazaron en el baño para que firmara el alta voluntaria: “No te hagás la viva y fijate lo que vas a decir, decí que te pelaste con una piba porque si llegás a abrir la boca te vamos a matar como a un perro”. Ivana firmó y la llevaron a la comisaría hasta la madrugada que recibió el alta junto a su hermana. Según remarcó, cuando hizo la denuncia al día siguiente en Asuntos Internos el médico de la Policía que la revisó la vio tan desfigurada que le dijo que “no la mataron porque tuvo un Dios aparte”.
“No tienen perdón”
“Yo no entiendo, ellos entraron a mi casa sin orden, nos golpearon salvajemente, le pusieron un fierro a mi esposo que labura todos los días en la calle vendiendo medias, torta fritas, broches, bolsitas, lo que sea para traerle un plato de comida a sus hijos. No tienen derecho a engarronar así a la gente. Lo que nos hicieron no tiene perdón”, dijo Ivana sin perder el miedo a que los agentes policiales se venguen por haberlos denunciado.
También se preguntó por qué la fiscal que acusó a su marido se negó a interrogar a los testigos al suponer que «estaban todos arreglados», cuando no tienen para darles “ni un plato de fideos hervidos” a sus hijos.
“Quiero justicia. Que los policías que casi me matan paguen lo que le hicieron a mi familia y el daño psicológico que le causaron a mis hijos; todavía lloran y cuentan lo que pasó, como madre me duele el alma”, insistió Ivana tras advertir que ella y su familia se sienten amenazados por los agentes denunciados.