“Hay que contarle a la audiencia que Eli está hermosa. Porque el encierro te va sacando todo, hasta las ganas de arreglarte o pintarte. Es como que se entra en un espacio muerto. La cárcel tiene ese peso sobre el cuerpo, primordialmente sobre el cuerpo de las mujeres”. Las palabras suenan en la tarde del jueves por la 91.3. Elizabeth está hermosa en serio y esta vez consiguió permiso para salir de la Unidad 5 –donde se encuentra detenida– para hacer “Mujeres tras las rejas” desde el estudio de FM Aire Libre, en la zona oeste de la ciudad. Salir del penal es siempre una celebración porque casi nunca se consigue. En este caso el motivo es más que alentador porque el programa de radio que desde 2009 se emite desde el encierro fue galardonado por la Sociedad General de Autores de la Argentina (Argentores) el pasado 10 de septiembre. Como contracara, las internas que consiguieron autorización de la Justicia para recibir en el teatro porteño Maipo la distinción se toparon con la dura negativa del Servicio Penitenciario, que no concretó el traslado.
“Lamentablemente no pudimos ir por razones de seguridad de la dirección general. Igual, acá estoy y sigo de pie con las chicas. Estoy muy contenta y orgullosa de participar en este premio. Esto es un crecimiento para mí. En mi vida afuera nunca imaginé que iba a participar en un programa de radio. Me siento escuchada. Hay cosas que uno nunca puede o se anima a decir. Y la radio es como que te trasmite a otro lado. Traspasás los muros, traspasás las rejas. Todo. Es algo distinto”, dijo Elizabeth desde los estudios de Virasoro 5606 ante la presencia de los penitenciarios, que la vigilaban de cerca.
Graciela Rojas, coordinadora del programa radial y directora de la ONG que también lleva el nombre de Mujeres tras las rejas, expresó su alegría por la distinción nacional aunque no dejó de lamentar que las internas, con autorización de sus respectivos jueces, no hayan sido trasladas a Buenos Aires por negativa de la dirección general del Servicio Penitenciario.
“Este reconocimiento fue muy sorpresivo y gratificante. Significó dar un paso más hacia la visibilización de las mujeres privadas de la libertad. Y poner en la agenda pública que las mujeres presas tienen voz propia”, dijo Rojas y agregó: “El premio era así: me otorgaban la distinción Susini a mí como coordinadora de radio de encierro. Una plaqueta a las guionistas (que son las internas de la Unidad 5) y una plaqueta a Aire Libre como vehiculizadora de este espacio. Las internas estaban invitadas y acordamos con la directora de la Unidad, ubicada en Thedy 375, quiénes eran las que podían ir de acuerdo a las situaciones legales. Los jueces dieron la autorización pero la Dirección General del Servicio Penitenciario negó los recursos. Lo que significa el traslado, la apoyatura, la custodia. Adujo que el Maipo era un teatro grande. Esto demuestra lo que es el sistema penitenciario en sí mismo: una burbuja que se mueve sola. Desconoce la autorización de un juez y no admite ningún coto”.
Por su parte, otra de las integrantes del equipo galardonado, Belén Gareis, remarcó que entre las trabas que pone el sistema hay también discriminación de género, ya que una semana antes dos internos de la Unidad 11 de Piñero pudieron concretar un viaje al hotel Faena de Buenos Aires. “Fueron dos chicos y no hubo problemas. Eso demuestra que hay una discriminación de género. Los varones pueden ir. Siempre para ellos es más sencillo, el sistema les provee los medios, las autorizaciones y hasta el ingreso de entrevistados al penal para sumar más gente al equipo. En cambio, en la Unidad 5 es una lucha continua. Las mujeres están doblemente condenadas”, sostuvo.
“Elizabeth y Gladis (las dos internas que tenían permiso para viajar a Buenos Aires para recibir el galardón nacional como guionistas del programa de radio) son chicas que tienen un acercamiento, seguimiento, perseverancia y participación muy grande en la radio”, explicó Rojas al tiempo que Belén sintetizó: “Es muy difícil sostener el espacio en el tiempo si no tenés el compromiso, al menos, de una o dos mujeres que estén ahí. Empezamos con una mateada y terminamos moviendo muchas cosas. La palabra es muy sanadora”.
Para Gladis fue “una pena” porque la excusa que le impidió su derecho a viajar fue que el servicio penitenciario no contaba con los recursos suficientes en seguridad. “Las dos tenemos conducta ejemplar y nuestros jueces nos habían autorizado. Quedé muy dolida, porque en los tres años y medio que estoy acá (presa) siempre participo en los talleres de radio y estaba muy entusiasmada. Estamos privadas de nuestra libertad, pero no de nuestros (otros) derechos”, concluyó.