Gabriel Rafart *
La presidencia de Mauricio Macri está agotando su tiempo. También los recursos con que arribó a la Casa Rosada hace cuarenta meses. Entre esos recursos, que ya no están disponibles, se encuentran los utilizados para ganar cierto entusiasmo, o al menos la paciencia esperanzadora de que el cambio de Cambiemos les asignaba a muchos un futuro mejor. Hoy todo es aguante y un imprevisible bancarse. El Macri de estos días le habla no ya al argentino de la antipolítica. Le habla a un hombre del tablón, del aguante en la tribuna, que no tiene otra que tragarse una derrota por goleada.
Esa misma presidencia también parece agotar su mundo doctrinario. Esto es válido al menos para la vena del liberalismo que, según Macri y sus compañeros de ruta, resulta guía práctica y moral para sus convicciones. Hasta ése, su mundo doctrinario, promete cerrarle el camino. Por ejemplo, ciertas voces de intelectuales “republicanos libertarios” ya han decidido abandonar la empresa PRO. Sus críticas son cada vez más ruidosas y se parecen mucho a lo que se decía de un Fernando de la Rúa antes de su renuncia a la Presidencia.
Sólo cuenta la excepción del think thank que es la Fundación Libertad. No hay que olvidarse que hace algo más de tres lustros, esa Fundación fue modelo de agencia de doctrina y reunión de lobistas para el emprendedor sin partido que fue el primer Macri, asociado en ese tiempo con el hoy lejano empresario Francisco de Narváez.
Esta vez, el 26 de marzo el presidente y su plana mayor de funcionarios, acompañado por un lote de legisladores nacionales, estuvieron en el encuentro de la mencionada fundación para participar del festejo de su cumpleaños número 30. La intervención del jefe del Ejecutivo no logró destacarse por sus aportes doctrinarios. Resulta imposible que así fuera. En el encuentro, sí quedó claro que quienes son los abonados regulares de la Fundación Libertad, están decididos a acompañar a un gobierno que está decidido a ser más ultra que antes, sobre todo en eso de dejar que el mercado le dicte la vida de los argentinos.
El agotamiento de recursos se parece bastante al momento en que el país estaba perdiendo rumbo en días previos a la Semana Santa de hace dieciocho años.
La cuestión doctrinaria no es menor. Al menos para lo que sigue de la parte de Argentina a la que el PRO dedica su programa político y económico. Ese conjunto de ideas y acciones que sin duda es más conservador que liberal. En gran medida ese liberalismo de la libertad que se predica se lo está llevando puesto una práctica política alineada tanto con el conservadurismo como con el ejercicio de la manipulación y el engaño.
La presencia de Mauricio Macri entre los conservadores del liberalismo de la Fundación Libertad dejó claro esa falta de tiempo y recursos. El liberalismo del presidente y de sus ministros se ha transformado en significantes lejanos al mundo de quienes viven el día a día de precios desbocados y abandono de derechos. No sólo ha renunciado a la promesa del bienestar de un presente en libertad, repite formulas gastadas y abandonadas hace tiempo. De allí ese insistir en que las bondades de la libertad son imposibles de disfrutar por las viejas y nuevas mafias, más quienes buscan reconquistar el Estado para no trabajar. Por ello, la insistencia en hallar culpables en la resistencia de una Argentina que se niega a morir porque busca relanzar el malhadado populismo. Aquí no sólo un diagnóstico, un motivo guía que refuerza la voluntad para hacer posible la permanencia del actual equipo gobernante por otros cuatro años más. Todo hace a la realidad de un conservadurismo de coyuntura que solo se arropa de las supuestas ventajas de un mundo en libertad.
(*) Historiador. Profesor de la Universidad Nacional del Comahue. De vaconfirma.com.ar