En octubre del año pasado Jazmín Varela se subió de madrugada a un taxi después de tomar algo con una amiga. El auto lo manejaba una mujer que a las pocas cuadras se dio vuelta y le preguntó: “Che, ¿estás contenta de que no soy un chabón, no?”. Al día siguiente, Varela se levantó y se sentó frente a una hoja en blanco. Con biromes y tintas de colores dibujó a la mujer que dio origen a la tarea que repitió durante los siguientes tres meses: ilustrar la sororidad. El concepto que se popularizó en los últimos años en el feminismo habla de la hermandad entre mujeres y de romper con la idea de que la rivalidad y la competencia son parte de la esencia femenina.
Desde la pregunta de la taxista Jazmín prendió el radar para registrar situaciones y frases de mujeres que le dieron una mano, la salvaron y tuvieron unas flores con su nombre. Hizo un ramo de dibujos de amigas, hermanas, madres y referentes que forman parte de su tercer libro, editado a comienzos de año por Maten al mensajero.
Este miércoles a las 20 se presenta en la Feria del Libro de Rosario (en el Centro Cultural Fontanarrosa) con una entrevista abierta del periodista Leandro Arteaga.
El libro Tengo unas flores con tu nombre (guía práctica de sororidad) de la ilustradora rosarina Jazmín Varela es un retrato de una época de protagonismo de las mujeres. Los 20 dibujos que componen la publicación muestran a mujeres que se aconsejan salir de relaciones tóxicas, se abrazan, se cuidan, deciden abortar, se acompañan a tomar el colectivo, se avisan cuando llegan.
Son también mujeres que generan ideas, productos, consumos culturales y referentes propios. Escuchan Futurock y siguen a la Señorita Bimbo que les aconseja que la paja es clave. Tienen el pin de “Puta Feminista” y se meten en la discusión sobre el trabajo sexual que encabeza la sindicalista Georgina Orellano. Conocen a María Riot por el porno y por seguirla en las redes sociales. Admiran a la artista y activista trans Susy Shock y su consejo de correrse de lo binario.
Siguen a instagramers feministas y sueñan con una tatuadora perfecta. Marchan, bailan, fuman, toman cerveza, se tatúan, se tiñen el pelo de colores y no esperan que el hombre compre los preservativos. Como dice en el prólogo la periodista Agustina Paz Frontera son postales documentales que pueden entregarse a los marcianos cuando pregunten cómo se vive en Argentina en 2018.
“Trato de ser lo más fiel posible a lo que me rodea. Al momento de dibujar está bueno hacer un registro real de lo que somos y las cosas que pensamos y consumimos. No lo hago de manera consiente sino que creo que las cosas que hacemos forman parte de nuestro tiempo. Como dibujante soy feminista y la producción está atravesada por eso”, cuenta Varela en diálogo con El Ciudadano. Tiene 29 años y se empezó a nombrar como feminista después del Encuentro Nacional de Mujeres de 2016, en Rosario. Junto a un grupo de amigas llegaron a una escuela para hacer un taller sobre relaciones de pareja. “Todas empezamos a hablar de lo que nos pasaba. Nos sirvió para abrir la cabeza y pensar que hay distintas formas del amor. Nos enseñan una y en realidad hay tantas formas de amar como personas”.
Para ella el concepto de sororidad llegó para poner nombre a una manera de relacionarse a partir de la empatía y de ponerse en los zapatos de la otra. “Viene a derribar la idea de rivalidad entre mujeres, que es impuesto y falaz. Nos inculcan actuar con el prejuicio de que la mujer que tenemos al lado viene a quitarnos algo que es nuestro cuando en realidad es una aliada y una compañera”. Los dibujos de la serie que después de convirtió en libro apuntaron a eso: retratar las alianzas y los encuentros que suceden todos los días y pasan desapercibidos. El resultado es una foto de la práctica de esa empatía en lo cotidiano.
Varela creció en Rosario en una familia de mujeres. “En un matriarcado de siete mujeres que pasaba por todas las edades: desde mi hermana bebé a la bisabuela de casi 90”, aclara. Tenía diez años y recuerda que si bien no se usaba la palabra feminismo se hablaba del rol de las mujeres. “Lo más importante era el intercambio que se generaba. Había mucha comunicación, estábamos muy al tanto de lo que le pasaba a la otra como en una especie de comunidad. Nos enseñábamos y pasábamos conocimiento. Fue un período que me dio herramientas para afrontar situaciones duras desde otro lugar”, explica.
Unas flores con tu nombre
Después de la conversación con la taxista Varela empezó a dibujar todos los días con la idea de registrar las situaciones cotidianas de sororidad. Prendió la antena y llevó un cuaderno a modo de diario donde anotaba frases que le decían sus amigas, conversaciones con su mamá, cosas que escuchaba en la radio, veía en redes sociales o leía en textos. “Tengo unas flores con tu nombre” es una de esas frases. Se la mandó una amiga por whatsapp para avisarle que tenía un frasco de cogollos para ella. Varela la guardó porque pensaba hacer un retrato o un dibujo del celular. En paralelo, había hecho una ilustración de una trama de hojas en tonos verdes, rojos y marrones. Quería usarla como tapa del libro y en la selección del material producido las hojas y la frase se unieron. De todo el registro en el libro quedaron 20 dibujos, entre ellos un autorretrato. La publicación viene acompañada de un afiche y una lámina de calcomanías con dibujos de distintos objetos de culto y consumo.
Presentación en la Feria del Libro de Rosario
Tengo unas flores con tu nombre (guía práctica de sororidad) (Maten al Mensajero, 2018) es la tercera publicación de Jazmín Varela. Fue editada por José Saínz y Santiago Kahn. Este miércoles llegará a Feria del Libro de Rosario a las 20 con una entrevista abierta a cargo de Leandro Arteaga. La primera edición de mil ejemplares está casi agotada y la editorial prepara una segunda tirada para las próximas semanas.
Varela también es autora de Crisis Capilar (EMR, 2016) y Guerra de soda (Maten al mensajero, 2017), que retrata su infancia a partir recuerdos previos a los 12 años. Su trabajo forma parte de la antología El volcán. Un presente de la historieta latinoamericana (EMR – Musaraña editora, 2017) y es co-fundadora del Festival Furioso de Dibujo. Además, integra los colectivos Cuadrilla Feminista (formado por 17 ilustradoras de Rosario) y Línea Peluda (que reúne a dibujantes de todo el país a favor de la legalización del aborto).