“Se le indicó reposo de un mes, junto a seguimiento evolutivo estricto clínico e imagenológico”, informó el vocero presidencial Alfredo Scoccimarro en la noche del sábado. Culminaba así un día cargado de versiones referidas a la internación de la presidenta Cristina de Kirchner en la Fundación Favaloro, información que fue confirmada oficialmente pasadas las 21.30 horas.
El vicepresidente Amado Boudou retornó de Brasil, en donde se encontraba cumpliendo una misión oficial, y aún estaba en duda el viaje que tenía previsto realizar rumbo a Francia. De acuerdo a la agenda oficial, el lunes la primera mandataria tenía previsto mantener una videoconferencia con su vicepresidenta en el marco de una exposición de la industria de la televisión a la que este año la Argentina fue invitada especialmente.
Luego de la zozobra que provocó la internación de Cristina, en el entorno presidencial comenzaron a surgir las dudas sobre cómo harán para que la presidenta “realmente haga reposo”. Quienes la conocen bien saben que no sólo cuenta con una gran capacidad de trabajo, sino que también supervisa el cumplimiento de sus directivas.
Si bien delega, una de las características distintivas del estilo de conducción de Cristina es, asimismo, controlar de manera detallada la ejecución de la gestión.
Más allá de no escatimarle horas a la tarea de gobierno, cuenta –como ella misma ha señalado– con una memoria prodigiosa que la lleva a que, por ejemplo, en las horas menos pensadas llame a sus colaboradores para consultarlos sobre la marcha de determinados temas. “Yo desconfío de todo el mundo, salvo de mi hijo o hija”, casualmente le confesó a Jorge Rial en el programa “Desde otro Lugar” emitido el sábado.
Dado este estilo de conducción y la sobrecarga que supone encabezar el Poder Ejecutivo –cuyo poder se ha acentuado en los últimos años–, no es difícil suponer el grado de tensión a la que se encuentra sometida la primera mandataria. Como ella misma ha confesado, su ex marido Néstor Kirchner “la protegía mucho” y hoy ese papel no lo cumple nadie.
En medios de la Casa Rosada se comenta que, como es sabido, la presidenta vive con pasión la política, de donde se plantea como un gran interrogante cómo se podrá conciliar el reposo prescripto por los médicos con hechos tan importantes como las próximas elecciones legislativas.
Si bien inmediatamente después de las primarias de agosto Cristina redujo su participación en la campaña proselitista, esta semana tenía por delante una intensa actividad.
La presidenta tenía previsto desarrollar a partir de este lunes una semana cargada de actos en diversos puntos del país, en medio de la campaña electoral para las elecciones legislativas del domingo 27 de octubre.
La agenda presidencial contemplaba que hoy la jefa del Estado iba encabezar al mediodía un acto en el Salón de las Mujeres de la Casa Rosada. El martes, Cristina Kirchner tenía previsto viajar a la ciudad cordobesa de Villa María y realizar videoconferencias con los municipios bonaerense de Berazategui y Avellaneda y la ciudad de Entre Ríos. El miércoles iba a Tandil, el jueves a Catamarca y la semana culminaba con un acto en El Calafate.
En el entorno presidencial sostienen que va a ser muy difícil que la Jefa del Estado delegue gran parte de su rol al vicepresidente. Boudou sí la representará protocolarmente, pero las primeras informaciones daban cuenta que desde Olivos la primera mandataria seguiría dando las grandes directivas.
“Va a ser muy difícil que los médicos la mantengan alejada de las preocupaciones del gobierno”, sostienen desde el entorno presidencial. Y más si se tiene en cuenta que los próximos días pueden traer novedades importantes para el país como la eventual decisión de la Corte Suprema de los Estados Unidos sobre tratar o no, el caso de los “fondos buitre” contra la Argentina, o la marcha del conflicto con Uruguay por la pastera UPM (ex Botnia).