En su libro ¿Por qué los jóvenes están volviendo a la política? De los indignados a La Cámpora José Natanson se pregunta: ¿Por qué los jóvenes están volviendo a la política?, y la respuesta no es sencilla.
Es cierto que fueron jóvenes los que derribaron el Muro de Berlín, símbolo de autoritarismo, y aún más importante porque fue el emblema de gobiernos dirigidos por petrificados gerontes. Ese hecho, en 1989, permitió que el neoliberalismo, que daba sus primeros tropiezos, triunfara en el mundo entero. Desde entonces volvieron a aparecer en escena los jóvenes pero no con el ímpetu que lo habían hecho en los años 60, sino, más desorientados, perdieron sus motivaciones en los discursos del “fin del trabajo” y el “fin de la historia”. Ya no había por qué luchar y la faceta juvenil más banal, el hedonismo, fue la triunfante en la denominada “generación X”.
Sin embargo, veinte años más tarde los problemas que iba a resolver el nuevo sistema se agravaron. El hambre es una catástrofe mundial, el desempleo y la falta de perspectiva hacia el futuro hicieron que la juventud salga nuevamente a las calles, a la escena política y, en parte, con las viejas banderas de los 60 y 70.
Pero no es lo mismo. Los tiempos cambiaron, hay nuevas tecnologías, y se olvidaron las derrotas sociales del pasado. Incluso, las expresiones de esta nueva generación no son todas iguales. En Europa y Estados Unidos, los jóvenes “indignados” pelean contra un establishment económico que cooptó a los políticos bajo un “discurso único”. “Se hace esto porque no se puede hacer otra cosa”, es la explicación antes de recomendar más ajustes. También México es escenario de revueltas juveniles impulsadas por el grupo “Yo soy 123”.
El mundo árabe, que parecía haberse perdido en un espiral de violencia, apareció con un reclamo social a la vieja usanza donde la juventud lleva las principales consignas. Esta aparición se debe en gran medida a la posibilidad comunicativa que da internet pero no se trata de una “Revolución Twitter”, según el libro. Mientras tanto, en Argentina la reaparición de la juventud va por otros carriles. Es cierto, la nueva corriente había hecho su aparición en 2001 al decirle basta a un sistema que vapuleó a la sociedad, pero ahora parece querer tomar el timón del rumbo del país.
Natanson, ex periodista de Página/12 y actual director de la versión sudamericana de Le Monde Diplomatique, busca explicar el fenómeno argentino en el marco de un resurgimiento a nivel mundial pero también busca dar batalla con otros apremios de la política local. Es que la juventud argentina tomó una clave criolla para aparecer y lo hizo agrupada en la organización La Cámpora; porque en el resto del mundo lo hace en contra del poder, mientras que acá “se incorpora a un dispositivo de poder ya en funcionamiento”. Si en el resto del mundo el poder económico está en el poder, en Argentina “el kirchnerismo está en tensión” con ese establishment y eso es lo que atrae a los jóvenes.
Este libro es un intento de desmitificar la trama que se va tejiendo alrededor de La Cámpora con el libro homónimo de Laura Di Marco. Si la periodista intenta mostrar a los Kirchner como a unos pseudomafiosos o peor, políticos enceguecidos de poder a partir de pequeños relatos y chismes de quincho, Natanson busca ofrecer una reflexión que presente de manera diversa a la agrupación que tiene por nombre al presidente encargado de hacer retornar a la democracia y a Juan Domingo Perón. Para el periodista, los jóvenes argentinos están volviendo a la política en clave kirchnerista, como La Cámpora. Ninguna otra fracción política ni social puede emparejar el suceso. Pero Natanson es más ambicioso, porque analiza a La Cámpora de acuerdo a su aparición como fenómeno social y generacional. Para ese propósito, el autor verifica las similitudes de la nueva agrupación con Montoneros, pero prefiere hacer una comparación con “La Coordinadora” radical y, por ende traza un paralelo entre los gobiernos kirchneristas y el alfonsinista.
Ya se había adelantado Omar Acha con su libro Los muchachos peronistas (2010) donde hacía jugar las diferencias entre los jóvenes que surgieron en el “peronismo clásico” (1945-55), con los de la “Resistencia” y con los del presente, concluyendo que éstos últimos se diferenciaban de los segundos en que su construcción política se hacía desde el poder. Esa cuestión no se le escapa al libro del director de El Dipló, ya que asume una postura firme y estima los peligros que se le pueden plantear a una joven agrupación que no cumple con sus objetivos. El ejemplo que propone es que La Coordinadora no supo o no pudo superar a su “pater familias” Raúl Alfonsín y naufragó junto a éste en su debacle política hacia fines de los 80 y en el “Pacto de Olivos”.
Por eso, no se trata de una idealización boba de la juventud K, sino de ver también su contrapeso. En ese sentido es un análisis más honesto que el de Di Marco, a la vez que propositivo.
En definitiva, cómo es la construcción de poder, la implantación territorial y el proyecto político, del que se sabe muy poco y aparece a cuenta gotas, de La Cámpora, son temas de interés en el libro preocupado tanto por esta juventud como por el futuro del país.
Ahora bien, sabemos que la historia no se repite nunca de la misma manera y Natanson propone pensar a la nueva juventud en “clave generacional”. Para ello se anima a ponerse en primera persona para reflexionar acerca de que los jóvenes de hoy no cargan con las ominosas tragedias pasadas en nuestro país y de ellos depende la posibilidad de un futuro diferente.