Sólo unos pocos pudieron viajar. Otros estaban trabajando o en sus quehaceres diarios.
Muchos estuvieron en el aeropuerto internacional de Fisherton para despedir a los jugadores. Cantando, envueltos con banderas y vestidos con los colores azul y amarillo, hinchas de Central alteraron la escenografía de la terminal aérea donde desde el mediodía se ubicaron a la espera de la llegada de los jugadores.
Los futbolistas, aquellos encargados de seguir defendiendo el sueño de media ciudad, llegaron en micro desde Arroyo Seco a las 13.20. Apenas divisaron el coche celeste y blanco los simpatizantes terminaron de alborotar la siesta del aeropuerto.
Los jugadores fueron depositados directamente en un costado de la pista y no tuvieron contactos con los simpatizantes. Pero todos y cada uno le regaló a los hinchas un pulgar levantado o un puño apretado. De a poco los jugadores fueron subiendo al avión junto al resto de la delegación…
Las turbinas rápidamente aceleraron y la nave carreteó hasta que el tren de aterrizaje se despegó por completo de la pista. Los hinchas, que se quedaron, comenzaron la desconcentración y retornaron a su rutina pero dejaron su deseo en ese avión que rápidamente se perdió en el cielo.