Rosario es noticia en el mundo. Y por un ciudadano que logró algo increíble. Es que Víctor Buso, un aficionado local a la astronomía, detectó una supernova en el momento de su explosión, algo inusual y que los astrónomos profesionales llevaban décadas tratando de lograr.
«Los astrónomos profesionales llevan mucho tiempo en busca de un acontecimiento así», afirmó entusiasmado Alex Filippenko, de la universidad estadounidense de Berkeley, uno de los autores del estudio. «Es como ganar en la lotería cósmica», agregó en un comunicado de la universidad californiana.
«Las elementos recolectados por Víctor Buso constituyen un conjunto de datos sin precedente», explicó a la AFP Federico García, de la Comisión Francesa de la Energía Atómica, también autor del estudio. Es algo «excepcional», añadió Filippenko.
El 20 de septiembre de 2016 Buso, un apasionado de las estrellas, decidió probar una nueva cámara de fotos en su
telescopio.
Desde Rosario, se decantó por la galaxia NGC 613, situada a unos 80 millones de años luz de la Tierra, en la constelación Sculptor, para sus fotografías.
Y el golpe de suerte se produjo: llegaba a la Tierra la luz de la explosión cataclísmica, hace 80 millones de años, de una
estrella de una masa al menos 8 veces superior a la del sol.
Los fenómenos que acompañan la muerte de una estrella son muy violentos pues la materia que compone el astro es expulsada a una velocidad de varios miles de kilómetros por segundo. A causa de la enorme cantidad de energía liberada, el acontecimiento brilla tanto como toda la galaxia a la que pertenece y puede ser visible desde la Tierra.
Se trata de un imprevisible. Normalmente, los astrónomos lo detectan al cabo de unos días y nunca cuando empieza, como le ocurrió al afortunado Víctor Buso.
Una onda de choque explosiva
El aficionado avisó a la Asociación Estadounidense de Observadores de Estrellas Variables, lo que llevó a astrónomos y físicos del hemisferio sur a apuntar con sus telescopios hacia el fenómeno. Algunos observaron las secuelas de la explosión durante más de dos meses.
Según el estudio publicado en la revista británica Nature, los nuevos datos recabados permiten comprender mejor la estructura física de la estrella justo antes de su desaparición e, incluso, la propia naturaleza de la explosión.
El equipo pudo comprobar que la masa inicial de la estrella era unas 20 veces superior a la masa del sol.
Los investigadores también pudieron observar un aumento espectacular de la luminosidad de la supernova, «en menos de media hora, el objeto había multiplicado su luminosidad por 3», según un comunicado de la universidad francesa Paris Diderot.
Esto podría deberse a la emergencia de una onda de luz, una onda de choque explosiva en la superficie de la estrella, ya vaticinada por modelos pero nunca observada.
«La onda de choque de la explosión emerge de la superficie estelar, tras haber atravesado el interior de la estrella. En ese momento preciso, se liberó una enorme cantidad de luz en un flash luminoso», precisó el comunicado.
Victor Buso «sólo tenía una oportunidad entre 10 millones, o incluso 100 millones» de ver este espectáculo, subrayó Melina Berseten, del Instituto de Astrofísica de La Plata, que también participó en el estudio.