Comenzó ayer, por primera vez en Rosario, y a pesar del mal clima, un fin de semana completo dedicado a celebrar la diversidad sexual. Marchas, fiestas, expresiones artísticas, talleres y hasta una bicicleteada forman parte del calendario organizado para festejar, visibilizar y reivindicar el reconocimiento de lesbianas, gays, bisexuales, travestis, transexuales e intersexuales. En este marco, Michelle Mendoza, de Rosario Diversidad, explicó a El Ciudadano cuál es uno de los reclamos más fuertes y actuales que la comunidad LGBT está llevando adelante: la aprobación de la ley nacional de Identidad de Género y Salud Integral.
Este año se trata mucho más que de la clásica Marcha del Orgullo. Desde ayer y hasta mañana, Rosario será una ciudad de festejo y reflexión acerca de la diversidad sexual. El objetivo principal del despliegue es “celebrar los logros obtenidos, como el matrimonio igualitario”, pero también “reclamar aquellos derechos aún pendientes por parte del Estado”. Entre ellos, Michelle Mendoza cuenta la ley de Identidad de Género para las personas transexuales, la puesta en marcha de una educación sexual “con perspectiva de diversidad” en las escuelas, así como fomentar el respeto y la no violencia a los sectores históricamente vulnerados por su orientación sexual o identidad de género. “Para esto se han organizado varias actividades que incluyen poesía, fiestas, una kermés y hasta una bicicleteada”, cuenta.
En ese contexto, hace apenas una semana, se lanzó el Frente Santafesino de Diversidad y Género, conformado por distintas agrupaciones, organizaciones y frentes que trabajan para visibilizar problemáticas que competen a la ley y a la población gay y trans en general.
Dentro del Frente está Michelle, quien forma parte de la agrupación Rosario Diversidad, y es responsable del área de diversidad del Movimiento Evita. Ella es trans, militante y peronista. Aunque se refiere a ella en femenino, dice que no es hombre, pero tampoco mujer, sino que, simplemente, es Michelle: “Con ganas de transformar la realidad, con ganas de hacer muchas cosas y con mucha bronca por cosas que no se hacen. O por cosas que sí se hacen”.
—¿Cómo y por qué formar un Frente Santafesino?
—Para visualizar algunas problemáticas. Existe una Federación a nivel nacional, pero que apoyaba un proyecto de ley que separa la salud integral de la identidad de género. Si pasa eso, sale mucho más rápido el proyecto de identidad, y el de salud integral, nunca. A raíz de eso, y con la idea de lanzar otros proyectos de ley, formamos una Federación. Para que haya una segunda voz.
—¿Cuáles son sus responsabilidades como militante?
—Dentro del Evita yo soy responsable del Frente de Diversidad Sexual. De todas maneras, estoy involucrada en todas las problemáticas, porque, para mí, todas tienen que pasar por el territorio. Cuando empecé a militar, iba a todas las reuniones. Pero después, cuando son cada vez más las responsabilidades, voy tomando ciertas prioridades.
—¿La diversidad sexual es un tema transversal? ¿Cómo se trata en los barrios periféricos?
—Lo primero que se capta es buena onda. Generalmente en los barrios hay muy buena onda, pero mucha desinformación. Y dentro de la población trans también. La marginalidad trans en los barrios no es una realidad, porque las chicas trans no salen de los barrios. Viven ahí y van al centro a trabajar únicamente.
—¿Qué tipo de desinformación?
—Por ejemplo, hace muchos años que la lucha de LGBT tuvo muchos logros en la cuestión de ordenanzas municipales, y muchas veces las chicas no están enteradas de nada. Hay muchos logros a nivel municipal, como es la ordenanza antidiscriminatoria, que dice que en todas las instancias municipales podés usar tu nombre de género. Eso las chicas no lo sabían, y también sucede que se piensa que es sinónimo de la ley de Identidad de Género. Pero no es así, esa es una pequeña parte de lo que es la ley.
—Entonces, ¿qué es la ley de Identidad de Género?
—Está muy relacionado a lo que es clínico para la población trans, teniendo en cuenta que esta población, en Argentina, tiene un promedio de vida de 35 años. Por eso la necesidad de que salga la ley. Los médicos no saben cómo tratar a una chica o varón trans. Por ejemplo, un varón trans tiene que ir a la ginecóloga: ¿y está la ginecóloga preparada para tratarlo sin ofenderlo, sin humillarlo? Y la mujer trans tiene que ir a un proctólogo. Las mujeres lesbianas tienen problemas en la ginecóloga porque piensan que por ser lesbianas son vírgenes, y entonces no les hacen los controles que tienen que hacerles. ¿Cómo se tratan esos temas? Los médicos no lo saben, la formación no considera estas cuestiones. También pedimos que el Estado se haga cargo de la hormonización de las personas trans y de la aplicación de prótesis, porque el tema de la mortalidad que tiene que ver mucho con las inyecciones de aceite y esas cuestiones. Una prótesis de mama sale 9 mil pesos hoy, pero por 400 les ponen aceite de lancha o avión.
—¿De dónde surge tanta violencia contra y hacia el propio cuerpo?
—De la necesidad de ver en el espejo a quien vos sentís. Las chicas tienen que juntar plata para una prótesis, pero no es fácil. Hay que tener en cuenta que un alquiler es más caro para una chica trans porque no tiene recibo de sueldo, ni trabajo en blanco, ni garantía propietaria porque la mayoría son excluidas de la casa; la vida ya es muy cara porque no quieren salir a la calle, les da vergüenza, y viajan en remís. Les lleva tiempo juntar para una prótesis, que a veces ni llegan, y a las chicas les cuesta más ver en el espejo a quien no se sienten.
—En sus casos, ¿cómo es ser mujer, sin haber nacido como tales? ¿Cómo es sentirse mujer?
—Cuando empecé a hacer el trámite para cambiar el DNI, y poner quien realmente soy, me hicieron esa pregunta. Michelle, dije yo. Y después me preguntaron qué me consideraba. Me molestan las etiquetas. Yo no puedo decir que me siento mujer, porque no nací mujer; no sé cómo se siente ser mujer. Pero sé que no soy un hombre. Yo sé lo que soy, sé que nací hombre y soy trans, no sé si me siento como una mujer, pero sé lo que no me siento.
—¿Esto no es una elección?
—No. Yo no elegí ni ser gay, ni ser trans, ni nada. Mi única elección fue dejarme ser, que la opinión de los demás no me condicionara.
—Y en sentido, entonces, ¿quién es Michelle?
—Yo soy yo. Militante. Con ganas de transformar una realidad, con ganas de hacer muchas cosas y con mucha bronca por muchas otras cosas que no se hacen o que sí se hacen. Soy peronista. Y todas las chicas trans son peronistas sin saberlo. Lo que las trans pretenden es la igualdad y eso es el peronismo. No todas entienden qué es, pero sí tienen una concepción del peronismo por la mujer fuerte. Eva y Cristina referenciaron a toda la población trans. Todas son cristinistas. Ni siquiera kirchneristas.
—Dice ser una persona que quiere transformar la realidad, una militante. ¿Por qué milita? ¿Por qué quiere transformar la realidad?
—Porque alguien lo tenía que hacer. Yo tenía ganas de hacer algo por la población trans, no tenía idea de lo que era la militancia. Cuando empiezo a trabajar, veo que no era algo tan aislado ni tan sectario, sino que los trans tienen la misma marginación que todos, pero híper potenciada. Yo tenía la necesidad de que haya un cambio y que pase algo.