Elisa Bearzotti
Especial para El Ciudadano
Con la “segunda ola” abriendo sus fauces y demostrando sin cuestionamientos que “el lobo está” (la cifra de un solo día reciente superó los 14.000 contagios), vino a mi memoria la histórica frase de un funesto funcionario que, en un intento por justificar sus yerros, volvió a pedir paciencia al pueblo argentino y afirmó sin ponerse colorado que era necesario “pasar el invierno”… y el invierno es un poco más duro con las ventanas abiertas. Sí, porque las recientes investigaciones demuestran sin lugar a dudas que el virus puede permanecer flotando en el aire por varias horas y que los lugares cerrados son las vías predilectas de transmisión. Por eso, ante la inminencia de los primeros fríos, no está de más recordar cuáles son los mecanismos que debemos implementar para proteger y protegernos.
De acuerdo a los expertos, hay tres tipos de personas infectadas: las que ni se enteran, porque no presentan síntomas de ningún tipo, las que manifiestan una sintomatología leve y aquellas que requieren hospitalización con asistencia respiratoria. Si bien aún no está claro por qué el virus afecta de modo tan diverso a los organismos (hablar del sistema inmune como variable de ajuste no deja de ser una vaguedad) sí se sabe que, en los tres casos, los enfermos producen partículas virales y por lo tanto, contagian. Al ser un virus que se aloja en las vías respiratorias, con cada inhalación y exhalación se emiten gotitas muy pequeñas (aerosoles) que puede permanecer varias horas en el aire. Un caso paradigmático ocurrió en los Estados Unidos ya en los primeros meses del 2020, cuando los integrantes de un coro, Skagit, se juntaron a cantar respetando el distanciamiento de dos metros, durante dos horas y media; una persona estaba infectada y de los 60 participantes se contagiaron 52, incluyendo quienes estaban 13 metros por detrás de la persona enferma.
En relación al tema, una reciente nota publicada por este mismo diario dio cuenta de los avances realizados por 17 científicos que forman parte del colectivo “Ciencia Rosarina contra el Coronavirus”, reunidos con el objetivo de ayudar a la población y a las autoridades a determinar qué situaciones son más riesgosas para el contagio de covid-19. “Es necesario ventilar y medir la calidad del aire y no estar tan enfocado en limpiar superficies”, indicó la doctora Pamela Cribb, biotecnóloga, docente e investigadora del Conicet. Y agregó: “Si bien es importante lavarse las manos, es mucho más probable la transmisión a través del aire que a través de algo contaminado. Si una persona está sin barbijo en un lugar cerrado, el virus puede estar suspendido en el aire y llegar a ocupar todo el espacio. Si otra persona ingresa a ese lugar, entonces puede infectarse. Es lo que suele ocurrir en negocios, bares, restaurantes, gimnasios o lugares de trabajo cuando no hay ventilación cruzada”.
Por lo tanto, no se trata sólo de mantener la distancia, evitar sobrecargar los espacios, y desinfectar manos y superficies, sino también de mantener bien colocados los barbijos y ventilar las habitaciones al menos 10 minutos por hora para intercambiar el aire. Si bien se trata de recomendaciones sencillas y al alcance de cualquiera, para llevarlas a cabo se requiere una nueva conciencia sanitaria y comunitaria que nos ayude a transformarlas en hábitos, ya que los líderes mundiales vaticinan que habrá otras pandemias, y otras grandes emergencias de este tipo.
En este sentido, la agencia española EFE informó días atrás que una veintena de jefes de Estado respaldaron una propuesta de la Unión Europea de crear el “Tratado contra las Pandemias”, para construir una “arquitectura sanitaria internacional más sólida” que proteja a las generaciones futuras y garantice un acceso “universal” a las vacunas. El principal objetivo del acuerdo sería fomentar un enfoque único y reforzar las capacidades nacionales, regionales y mundiales para resistir futuras pandemias. Eso implicaría aumentar la cooperación internacional para mejorar los sistemas de alerta, el intercambio de datos, la investigación, producción y distribución local, regional y mundial de medidas médicas y de salud pública, como vacunas, medicamentos, diagnósticos y equipos de protección personal, entre otros.
“Creemos que las naciones deberían trabajar juntas para lograr un nuevo tratado internacional de preparación y respuesta ante una pandemia”, indican los autores de esta propuesta, encabezados por el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, y el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel. Los funcionarios que adhieren a la intención proceden de los cinco continentes, como el presidente chileno Sebastián Piñera, el costarricense Carlos Alvarado Quesada, el sudafricano Cyril Ramaphosa y el surcoreano Moon Jae-in, además de la canciller alemana, Angela Merkel, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, y el primer ministro británico, Boris Johnson, entre otros.
“La preparación frente a las pandemias requiere de un liderazgo mundial para lograr un sistema sanitario global adecuado para este milenio”, aseguran los firmantes, que instan a que la comunidad internacional se guíe por “la solidaridad, la justicia, la transparencia, la inclusión y la equidad” en esta lucha. Por eso, a través de este tratado, las naciones se comprometen a “garantizar el acceso universal y equitativo a vacunas, medicamentos y diagnósticos seguros, eficaces y asequibles para ésta y futuras pandemias”. “La inmunización es un bien público mundial y tendremos que ser capaces de desarrollar, fabricar y desplegar vacunas lo antes posible”, afirmaron los líderes mundiales.
Bien se sabe que las crisis promueven, al menos en tendencia, nuevos balances y valoraciones. El resurgimiento siempre viene acompañado de una puesta en marcha de la vida, los afectos, lo que nos moviliza y nos hace bien. Hoy, la humanidad está sufriendo “dolores de parto”, pero también las luces, aunque tenues, ya alumbran los senderos del futuro. El reconocimiento de la importancia de trabajar juntos, acordar, compartir, son mojones en el camino de la unidad universal. Una utopía que es un signo de estos tiempos y que, sin lugar a dudas, se convertirá en el paradigma de las relaciones humanas para nuestros hijos y nietos… Un sol en el horizonte de la historia que ya viene asomando.