El accidente cerebrovascular (ACV) es una patología neurológica que se desarrolla en las arterias cerebrales y que puede ser de dos tipos: por un lado, el isquémico que se produce cuando una arteria se tapa y cuya incidencia corresponde al 80% de los casos, y por el otro el ACV hemorrágico que se genera cuando una arteria se rompe, y representa el 20% restante del total.
Aunque en ambos existe la posibilidad de actuar frente al evento, desde hace algún tiempo los especialistas hacen hincapié en la importancia de trabajar para prevenir que los ACV se desarrollen. Esto no sólo implica educar e informar para la prevención, sino también desarrollar nuevos fármacos que contribuyan a regularizar las situaciones o condiciones que pueden representar un peligro.
Si bien existen determinados factores de riesgo que influyen en la posibilidad de que se produzca un ACV isquémico que son públicamente conocidos (como por ejemplo la hipertensión arterial, el tabaquismo, el colesterol, el alcoholismo, y el estrés, entre otros), hay una causa a la que no suele prestársele mucha atención.
De acuerdo con el doctor Luciano Sposato, director del departamento de Neurología de INECO, y director del Centro de Ataques Cerebrales del Instituto de Neurociencia de la Fundación Favaloro, «se trata de la fibrilación auricular, que es una afección cardíaca que lamentablemente la gente no suele tener muy en cuenta, y que si bien tiene tratamiento, hasta el momento los abordajes disponibles tenían algunas contras».
Esta afección, según el experto, se desencadena por la existencia de algunos de los factores de riesgo anteriormente mencionados, pero también “como consecuencia de la edad y de determinados antecedentes médicos”.
“La aurícula izquierda -sitio del corazón en el cual se desencadenan los pulsos nerviosos que posibilitan que el corazón se contraiga- comienza a realizar movimientos muy irregulares y de baja amplitud que en lugar de dejar pasar la sangre, generan que ésta se estanque provocando trombos que en algún momento pueden empezar a viajar por el torrente sanguíneo y dirigirse, por ejemplo, a la cabeza”, agregó el especialista.
Esta situación, que hasta el momento ha sido muy desatendida tanto por los pacientes que a menudo no advierten los síntomas de la fibrilación auricular, como por los médicos, es responsable de entre el 13 y 18% de los ACV isquémicos que se producen en el mundo.
Los principales síntomas de la fibrilación auricular son la sensación de falta de aire ante el ejercicio leve e inclusive en reposo, los desmayos, las palpitaciones y sensación de que el corazón está latiendo muy fuerte y en forma desorganizada.
“Pero como todos ellos pueden pasar inadvertidos o no relacionarse con esta afección en particular, se pierde tiempo en hacer el diagnóstico, y por ende disminuye la posibilidad de trabajar en prevención”, expuso Sposato. En ese sentido, agregó que «es muy importante que la gente aprenda a tomarse el pulso, pero también que aquellos que cuentan con determinados antecedentes consulten a su médico periódicamente».
Hasta el momento existen tres maneras de prevenir la fibrilación auricular. Por un lado, el tratamiento antiarrítmico con drogas que ayudan a que el corazón recupere su ritmo habitual. Por otro lado, el tratamiento quirúrgico o invasivo que se reserva sólo para algunos pocos pacientes.
“Finalmente, en tercer lugar se encuentra el abordaje con anticoagulantes, indicados para las personas que efectivamente padecen fibrilación auricular, pero además tienen una determinada edad y presentan algunos antecedentes muy puntuales. La principal ‘contra’ de estos medicamentos tal como los conocíamos hasta ahora pasa por la posibilidad de que se produzca sangrado (el cerebral es el más temido) dado que lo que hacen estas drogas es ‘licuar’ la sangre”, remarcó el director del departamento de Neurología de INECO.
Para evitar esta consecuencia surgió la necesidad de encontrar un nuevo fármaco que tenga mayor seguridad frente al sangrado y mayor eficacia con menos controles. “Así, se desarrolló dabigatrán etexilato, que en dos tomas diarias permite disminuir el riesgo de sangrado, sin interacción con alimentos y sin necesidad de controles periódicos», completó Sposato.
Esta medicación fue recientemente aprobada por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) siguiendo las recomendaciones de la Food and Drug Administration (FDA) y Health Canada.