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Un vecino arrojó botellazos contra un grupo de jóvenes en Montevideo y Paraguay

Si bien no lastimó a nadie, realizaron la denuncia ya que no están dispuestos a vivir con un asesino en potencia y piden que lo identifiquen. El caso recuerda lo ocurrido en “La Chamuyera”, donde una de esas botellas le dio en la cabeza a una joven que salvó de milagro su vida

Un grupo de jóvenes vivió una situación grave que afortunadamente no terminó en tragedia.  Se encontraban en la puerta de la pena el Aserradero, cuando un vecino del edificio que se encuentra frente al local comenzó a arrojar botellas contra los jóvenes. “Si bien no pasó nada, es un episodio grave. En “La Chamuyera”, una de esas botellas le dio en la cabeza a una joven que salvó de milagro su vida. Tenemos como vecino a un asesino en potencia”, detalló Mario Chiapino, dueño del local en referencia al hecho del que fue víctima una joven que todavía tiene secuelas por ese siniestro que ocurrió en octubre de 2016.

El Aserradero está ubicado en Montevideo 1518. Los fines de semana organizan distintos espectáculos. Uno de los grupos actuó de 21 a 24. Después se armó una especie de peña con música que se llama “Estación Montevideo” y en la que participaron un grupo de unos 20 pibes.

Cerca de las 4.30, cuando todo había terminado, los jóvenes se encontraban en la calle. Y fue un vecino del edificio de enfrente que comenzó a arrojar botellas, primero una, después otra. El grupo, aterrado se dispersó rápidamente.  Pero este domingo la encargada de El Aserradero radicó la denuncia.

“Podemos discutir cómo hacer si hay algo que molesta, pero arrojar una botella te convierte en un asesino potencial”, detalló el dueño.

“Nos complejo identificar a quien arrojó la botella, no se trata de algo que pueda pasar es algo que ya pasó con La Chamuyera y hay que frenarlo”, aseguró.

La Chamuyera

La madrugada del 27 de octubre de 2016 Daiana estaba en la puerta del bar La Chamuyera fumando un cigarrillo. Eran las 2 de la mañana y charlaba con un grupo de chicos cuando la botella le pegó en la cabeza. La Policía Motorizada llegó primero y después agentes de la comisaría 2ª. Casi una hora más tarde la trasladaron al Hospital de Emergencias Clemente Álvarez (Heca). Entró con el cráneo fracturado y con un hundimiento de los parietales. La operaron y estuvo una semana en terapia intensiva.

Después del golpe no pudo mover las piernas y el brazo derecho. Por seis meses vivió de lunes a viernes en el Instituto de Lucha Antipoliomelítica y Rehabilitación del Lisiado (Ilar). Un mes después del ataque la internaron por una infección medicamentosa. En abril de 2017 la operaron para colocarle una prótesis 3D en el hueco que le había hecho la botella. A los 26 años volvió a caminar con mucho esfuerzo y ejercicios diarios.

En la actualidad, ella sigue con secuelas en una de las piernas. También tiene problemas en el hígado por la cantidad de medicamentos que toma. Hace rehabilitación en el Ilar y empezó un tratamiento con botox. También anda a caballo porque le hace bien a la cadera.

“Me desespera no saber si esa persona puede estar cerca de mí en algún momento. No tengo miedo de que me haga nada. Me da incertidumbre no saber quien es”, contó la chica a El Ciudadano en el marco de una entrevista sobre la demora en la investigación al cumplirse el segundo aniversario del lamentable episodio. “Son dos años ya. Es mucho tiempo y a la vez no es nada. Aún me duelen las situaciones, los recuerdos, las imposibilidades y los límites que la sociedad me impone. Duelen las miradas. Aún no me acostumbro”, explicó.

Cada vez que alguien le pregunta qué le pasó ella responde que es “la chica del botellazo”. “Todos me preguntan si sabemos quién fue «la basura» que la tiró. Les digo que no sabemos nada. Después me dicen que a esa persona la deberían matar o dejarla pudrirse en la cárcel. Yo les explico que no le deseo mal. No me interesa si va presa. No odio porque ese odio no llega a esa persona. Se queda y me envenena lentamente”, completó.

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