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Un viaje por cuatro décadas de escenas santafesinas

El actor y dramaturgo Jorge Ricci, figura esencial del teatro en la ciudad de Santa Fe y un referente a nivel provincial y nacional, repasa algunos momentos del vasto recorrido que ha desarrollado como uno de los pilares del Grupo Teatro Llanura

El actor y dramaturgo Jorge Ricci, figura esencial del teatro en la ciudad de Santa Fe y un referente a nivel provincial y nacional, es uno de los pilares del Grupo Teatro Llanura, que cumplió cuatro décadas de actividad el año pasado, incluidas sus actuaciones en el país, América latina y Europa.
Desde aquella lejana versión de El Jorobadito, de 1981, sobre el cuento homónimo de Roberto Arlt, pasando por la emblemática El clásico binomio, en conjunto con el rafaelino radicado en Buenos Aires Rafael Bruza, el grupo emprendió numerosas puestas en las que, en los últimos años, colabora Sandra Franzen, su pata femenina, entre ellas la actual La mirada en el agua, una metáfora sobre la gran inundación en Santa Fe de 2003, que cumplió giras y recibió premios y elogios del público y la crítica, en la que actúan Teresa Istillarte, Eduardo Fessia y el propio Ricci (foto).
Vinculado por edad y recorrido a dramaturgos como Mauricio Kartun, con quien Ricci alega tener un “parentesco” especial, sus obras, entre otras, Actores de provincia, Al costado del mundo, Caprio y Cía., han sido representadas por numerosos elencos.
“El Equipo Teatro Llanura ha funcionado siempre de modo independiente pero durante su larga trayectoria ha pasado por distintos estadios –dijo Ricci en diálogo con la agencia de noticias Télam–, ya sea con sala, sin sala, con muchos o con pocos integrantes”.
Respecto de la cantidad de miembros que integran hoy el histórico grupo de trabajo, en sus comienzos vinculado con el teatro experimental y con los años dueño de una poética propia que abreva en lo mejor del teatro argentino más clásico, Ricci expresó: “Hoy por hoy, somos un equipo pequeño, una media docena de sobrevivientes, y nuestro trabajo consiste en rastrear nuevos proyectos mientras mantenemos un par de obras en repertorio que recorren el país y, a veces, un poco más allá”, en relación con las clásicas giras que Llanura suele hacer por Latinoamérica.
Ricci, también un referente de las letras santafesinas, analizó el eterno dilema acerca de si se puede o no vivir del teatro: “Nosotros no vivimos del teatro pero el teatro está en nuestra cotidianidad y es esencial para todos los que integramos el grupo. El apoyo que suelen recibir los grupos de nuestras características proviene del Instituto Nacional del Teatro (INT) sobre todo y, a veces, de instituciones culturales de la provincia”.
El creador dijo, sobre su sensación por el hecho de ser un dramaturgo reconocido a nivel nacional pero no residir en Buenos Aires: “Me siento como cualquier otro autor pero como parte de una poética que tiene un lugar geográfico determinado y que, desde allí, expande su temática hasta donde puede”. Y, profundizando en cierta forma en la misma problemática, evaluó las posibilidades que tiene el teatro de arte en Santa Fe: “Nuestro teatro goza de muy buena salud, con muchos estrenos y muchos grupos para una ciudad de 500 mil habitantes. De hecho, durante el año, suceden algunas cosas interesantes como en cualquier parte de la Argentina”.
El creador y docente también habló de aquellas obras que alimentan el quehacer teatral santafesino y de la formación tanto terciaria como universitaria. “La gente nueva tiene otras posibilidades, distintas a las de las viejas generaciones; con la democracia creció el número de escuelas y licenciaturas universitarias en teatro, tanto en la ciudad de Santa Fe como en Rosario, y esto ha determinado una nueva generación que cultiva una dramaturgia propia, a veces bien y a veces mal”.
Y contempló: “Eso deja atrás un primitivo teatro independiente que sólo se nutría de Buenos Aires; hoy la mirada es más nacional y en esto ha tenido mucho que ver la ley del Teatro y su hijo pródigo, el INT. El teatro santafesino, como el rosarino, el cordobés, el tucumano o el mendocino, es dueño de una larga historia y ha sabido generar sus autores, sus equipos de trabajo y sus estéticas. Y, por suerte, muchas de ellas fueron capaces de trascender más allá del barrio”.

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