Tras un tiempo de moderada calma, el violento asalto el miércoles a la noche al tradicional restaurante Capri –ubicado en la esquina de San Luis y Rodríguez– volvió a prender la alarma en el sector gastronómico de la ciudad. El hecho vuelve a preocupar a la Asociación Empresaria Hotelero Gastronómica de Rosario, cuyos directivos ya adelantaron que solicitarán una reunión con el secretario de Seguridad, Gerardo Chaumont, para analizar la situación. A lo ocurrido anteanoche en la casa de comidas hay que sumarle robos ocurridos en algunos hoteles de la zona céntrica.
El presidente de la asociación, Carlos Mellano, contó a este diario que los robos de estas características “gracias a Dios no se dan masivamente”. “El año pasado hubo dos o tres casos y después, no sé si por una mayor presencia policial o por articulaciones que se hicieron en el tema de seguridad hubo menos robos, pero éste la verdad es que a nosotros nos pone en alerta porque cuando hay comensales y demás ingredientes como los que se dieron es realmente algo grave. No es menor que roben cuando hay gente en el lugar”, añadió.
Según contó una de las empleadas de Capri, todo comenzó cuando una mujer salió a fumar. “Fue algo muy rápido, entraron tres personas armadas y otra quedó afuera. Había una señora que salió a la calle a prender un cigarrillo y en ese momento entraron con ella”, dijo escuetamente.
Según trascendió, adentro se vivieron momentos de mucha tensión ya que los delincuentes armados amenazaron a los veintidós comensales que se encontraban en el lugar llegando a usar a un bebé y dos nenes con síndrome de Down para presionar a los clientes por la rápida entrega de sus pertenencias. Uno de ellos quedó afuera, a modo de campana, y los otros tres actuaron adentro de manera rápida y precisa.
“Hemos pedido una reunión a los efectos de reiterar reclamos que ya hemos hecho con anterioridad. Hay lugares más riesgosos, con mayor concentración, como Pichincha, Pellegrini o La Florida, según el momento, donde hay presencia policial. En La Florida se los ve pasar, son agentes jóvenes que caminan, que van y vienen y eso ayuda y existe. Pero hay otros lugares con comercios aislados donde se dificulta más el control”, siguió.
El empresario dijo que hay que ser cautelosos con información de este tipo ya que también los preocupa que la gente, por temor, deje de salir a comer. “Éste sería otro condimento más para la situación que estamos viviendo, que no es fácil ni mucho menos”, remarcó.
Al ser consultado sobre qué porcentaje de comercios dedicados a la gastronomía usan seguridad privada o pagan adicionales para proteger a sus comercios y sus clientes cuando están con las puertas abiertas, Mellano explicó que “hay lugares que tienen seguridad porque pueden afrontarla, pero no todos los lugares de la gastronomía pueden tener seguridad privada porque es un costo muy importante. Por ejemplo, Rock & Feller’s la tiene porque le dan los costos porque tienen un sistema de casi dieciocho horas de ocupación continua, pero no todos pueden hacer eso, sólo un porcentaje mínimo”, subrayó.
“Ayer (por anteayer) justamente habíamos solicitado una reunión con la provincia porque teníamos reclamos de lugares céntricos, más precisamente de hoteles que fueron también asaltados. Fueron robos menores, pero en un solo día hubo dos en un mismo establecimiento”, señaló.
“Ha ocurrido también en los hoteles donde por ahí irrumpe una persona con la excusa de pedir una habitación y tras eso comete el robo. Lo raro es que en general a la noche en los hoteles el dinero no existe. El Apart Pringles fue abordado dos veces en menos de quince días”, concluyó.
Los últimos dos casos fueron en Pichincha
Cabe recordar que durante noviembre del año pasado, dos locales gastronómicos ubicados en Pichincha a pocas cuadras uno del otro fueron víctimas de delincuentes. A principios de ese mes el Almacén de Pizzas –ubicado en Güemes y Alvear– fue robado un sábado por la noche mientras los empleados empezaban a guardar las mesas al fin de la jornada.
Allí fueron abordados por dos sujetos en moto quienes arrinconaron a los trabajadores contra la pared, le pegaron con un arma al encargado y se fueron con 10 mil pesos. Era la segunda vez en poco tiempo que el comercio vivía un hecho de estas carácterísticas.
Otro episodio
Un tiempo más tarde, el Club de la Milanesa, de Alvear y Jujuy, fue asaltado por un delincuente que se hizo pasar por cliente.
El hombre pidió primero un “carlito”, lo comió tranquilamente, y luego, sin más, encañonó a los empleados y al encargado y se apoderó de la recaudación.