Un equipo de investigadores identificó una variante del virus VIH muy virulenta, que comenzó a circular en Países Bajos a fines de los 80 y en los 90, y se transmitió más rápidamente en la década del año 2000. El descubrimiento fue revelado en un estudio publicado ayer en la revista Science y podría ayudar a comprender mejor cómo ataca el virus a las células, según consignó la agencia de noticias Ansa. Los autores advierten que no debe ser fuente de preocupación porque la variante, además de estar en declive desde 2010, puede ser respondida con los tratamientos existentes.
«No hay razón para alarmarse», aseguró a la agencia AFP Chris Wymant, investigador en epidemiología de la Universidad de Oxford y autor principal del estudio.
No obstante, el descubrimiento puede ayudar a comprender mejor cómo el VIH, causante de la enfermedad del Sida, ataca las células. La investigación demuestra asimismo que un virus puede evolucionar y convertirse en más agresivo, hipótesis científica muy estudiada en teoría pero con pocos ejemplos, entre ellos, la variante Delta del coronavirus, agregó el estudio publicado.
En total, los investigadores encontraron a 109 personas infectadas con esta variante, y sólo cuatro de ellas fuera de los Países Bajos (en Bélgica y Suiza). La mayoría eran hombres que practican sexo con otros hombres y de una edad similar a personas infectadas con el virus en general.
La cepa fue bautizada “variante VB” por “variante virulenta del subtipo B”, el más común en Europa.
El virus del VIH cambia constantemente, y la variante descubierta tiene más de 500 mutaciones. “Encontrar una nueva variante es normal, pero encontrar una nueva variante con propiedades inusuales, no. Especialmente con una mayor virulencia”, explica Wymant.
La primera persona en el estudio que fue identificada con esta variante fue diagnosticada en 1992 (con una versión incompleta) y la última en 2014. Una vez tratados, los pacientes no presentan más riesgo de complicaciones que los demás.
“Nuestros resultados resaltan la importancia del acceso regular a las pruebas para personas en riesgo de contraer VIH, para permitir un diagnóstico temprano e iniciar tratamiento inmediatamente después”, destacó en un comunicado de prensa el epidemiólogo Christophe Fraser, coautor del estudio.
Fraser está detrás del proyecto Beehive, que reúne datos de pacientes en ocho países y se creó en 2014 para analizar en qué medida las mutaciones en el virus podrían tener un impacto en la enfermedad cuando esta se desarrollara.
Los investigadores no pudieron explicar qué mutaciones específicas de la variante VB causaron su alta virulencia, o a través de qué mecanismos. Pero sí sacaron una conclusión: ”Esto es una advertencia, nunca debemos ser demasiado presumidos y asumir que un virus evolucionará hasta volverse más benigno”, subrayó Wymant.
Es una conclusión que cobra interés en el contexto de aprender más sobre los virus en plena pandemia de covid-19.