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“Una alternativa al capitalismo que convive con el capitalismo”

Por Natalia Concina (Télam).- Una consecuencia de la crisis de 2001 fue el regreso, con fuerza, de “una de las formas más comunes de la economía solidaria”.

Al celebrarse ayer el Día Nacional e Internacional de las Cooperativas, una de las formas jurídicas más comunes de la economía solidaria, productores, intelectuales y referentes en el tema coincidieron en que “el principal desafío del cooperativismo es aumentar su escala” en el país.

“El concepto de economía social y solidaria abarca muchas formas de organización que van desde la cooperativas formales hasta los pequeños productores no asociados”, explicó el antropólogo Andrés Ruggieri, integrante de Facultad Abierta, un programa de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA.

El especialista señaló que hay diferentes visiones de la economía social: “Una es la de los 90, cuando se la pensaba como una expresión económica de los pobres, y otra es a partir de la valoración del trabajo autogestivo”.

“Si bien hay un origen común que es pensar que hay problemas que el capitalismo no puede resolver, la economía solidaria puede entenderse como un paliativo dentro del sistema, o bien como una alternativa económica”, sostuvo.

Presentes no sólo en el estudio, sino también acompañando los procesos de organización, Facultad Abierta surgió en el año 2000 y su trabajo se centró fundamentalmente en empresas recuperadas, la mayoría de las cuales terminaron conformando cooperativas.

“En el caso concreto de las recuperadas ninguna surgió por voluntad propia sino a partir de conflictos; sin embargo hay luego un proceso de concientización acerca del trabajo autogestivo que sus hacedores terminan defendiendo”, explicó.

En cuanto a los desafíos, Ruggieri advirtió que “lo central es cómo crecer, porque aquí se necesitan inversiones muy grandes ya que las producciones de las recuperadas son de gran escala”.

“Para nosotros la economía social y solidaria es un proceso colectivo de transformación en lo económico, social y político”, señaló Alberto Gandulfo, coordinador de la Comisión de Microcrédito del Ministerio de Desarrollo Social.

El funcionario agregó que “esta economía valora el trabajo, la producción y a las personas sobre el capital, la competencia y la especulación”.

“Por eso –señaló– consideramos que hay que apuntalarla, porque es una alternativa a la economía concentrada, una alternativa más social, más humana y más democrática”.

Gandulfo recordó como acciones del gobierno en esta línea a los microcréditos, la creación del monotributo social y de la Marca Colectiva y advirtió que “el desafío es lograr que el 10 por ciento del PBI que representa la economía social actual se duplique o triplique; es decir, que aumente considerablemente”.

Explicó también que los microcréditos son “transferencias que el Estado hace de fondos públicos a organizaciones para que éstas administren créditos ya que son quienes mejor conocen su territorio”. Receptora del microcrédito 250 mil que otorgó el gobierno nacional, la organización Surcos Patagónicos es la que dio vida al Mercado de la Estepa, un espacio que reúne a más de 300 productores rurales del sur ubicado en las inmediaciones de San Carlos de Bariloche.

“Los microcréditos son interesantes en tanto sean puestos en función de la producción, es decir, para la compra de insumos o maquinaria”, explicó Roberto Killmeate, uno de los referentes de Surcos Patagónicos.

El militante consideró que “lo central es que quienes conforman esta llamada economía solidaria puedan vivir de su producción, eso es lo que lo convierte en una alternativa”.

Al hacer una referencia sobre la historia del movimiento, Patricio Griffin, presidente del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (Inaes), marcó que “el cooperativismo nació junto y en contra del capitalismo en su primera etapa de desarrollo industrial”.

“Las otras respuestas que apuntaban contra el capitalismo desde el plano político mientras que el cooperativismo lo hacía desde lo económico, disputando la forma de producción”, recordó.

“De todos aquellos movimientos el cooperativismo sobrevivió y sigue creciendo ya que hoy en el mundo hay 1.100 millones de personas que integran esta economía alternativa”. Griffin explicó que para el Inaes “la cooperativa no es un paliativo para los pobres sino una alternativa al modo de producción capitalista, que convive con el capitalismo”.

“Es una empresa tan eficiente como las privadas –dijo– pero que garantiza una distribución más amplia que la riqueza. Nosotros sostenemos que las cooperativas son más eficientes que el Estado para producir y más eficientes que las privadas para repartir”.

Al hacer referencia al PBI, Griffin coincidió con Gandulfo en la necesidad de aumentar el porcentaje proveniente de la economía solidaria: “Tenemos que llegar al 33 por ciento de producción pública, 33 por ciento privada y 33 por ciento social, como se expresa en la ley de Medios, por ejemplo”.

“Las cooperativas gozan en la actualidad de una enorme vitalidad, producto de un momento económico que privilegia el consumo interno, objetivo principal de nuestras organizaciones”, sostuvo César Basañes, gerente de Confederación Cooperativa de la República Argentina (Cooperar).

En relación con las cooperativas como alternativa sostuvo que “hace más de 100 años que las cooperativas son la prueba de que otra economía es posible”.

Bajo el lema “Las empresas cooperativas ayudan a construir un mundo mejor”, la ONU estableció 2012 como el Año Internacional de las Cooperativas, cuyo día se celebra hoy en todo el mundo y en Argentina.

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