La veterinaria e investigadora del Conicet y del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) Karina Trono diseñó una cepa viral atenuada capaz de generar una respuesta inmune contra la leucosis bovina pero sin causar enfermedad lo que, en el corto plazo, podría derivar en una vacuna contra esta patología que produce pérdidas al sector productivo estimadas en 5 mil dólares por animal.
«Este es un desarrollo innovador en varios sentidos; por un lado, porque no hay vacuna contra el virus de la leucosis bovina (BLV por su sigla en inglés) en el mundo, y por el otro porque vamos a usar una estrategia que nunca se usó que es tomar un virus modificado genéticamente que está atenuado. La idea es utilizar este virus atenuado para infectar a todos los animales en reemplazo del BLV», explicó a Télam Trono, quien también es directora del Instituto de Virología e Innovaciones Tecnologías (IVIT).
Qué es la leucosis bovina
El virus de la leucosis bovina es un retrovirus que afecta a los glóbulos blancos del ganado bovino, específicamente a los linfocitos, y que actualmente no tiene cura ni tratamiento.
Una vez que una vaca se infecta, el virus se expande en su organismo y permanece circulando durante toda la vida del animal, tanto de manera asintomática -siendo portadores y contagiando, pero sin consecuencias clínicas- o, en un porcentaje que va desde el 1 al 10% de los casos, desarrollando tumores malignos en el sistema linfático que derivan en la muerte del animal.
Como consecuencia directa de su muerte, los productores pierden no sólo la vaca, sino los terneros que no salen de esa vaca y los litros de leche no producidos: esas pérdidas se estiman en 5 mil dólares por vaca muerta.
Tronco recordó que el BLV fue descubierto en el mundo en 1969. «En Argentina, la primera aparición fue en la década del 70, y desde ese momento no hubo ninguna intervención por parte de las autoridades sanitarias para combatirlo, lo que hizo que vaya creciendo y que actualmente ocupe el rodeo de tambo casi en su totalidad, porque todos los establecimientos lecheros que indagamos están infectados, con un porcentaje individual variable de prevalencia, que va desde el 30 al 100%», detalló la especialista.
Y añadió que «también hemos descubierto que se ha distribuido en los últimos años en el rodeo de carne, y actualmente hay un 40% de los establecimientos del país de cría y engorde que están infectados con distintos niveles de prevalencia: en el norte hay más prevalencia individual y en el sur del país hay menos».
Un desarrollo innovador
Hacia 2007, en el Instituto de Virología del INTA, Trono, junto a su equipo de trabajo y colegas de una universidad de Bélgica, lograron diseñar una cepa viral atenuada, capaz de generar una respuesta inmune en el organismo para hacer frente a la infección, pero que que no tiene capacidad de replicarse en el animal, es decir, que genera un nivel de infección circulante bajo, con lo cual no contagia y se reduce drásticamente la capacidad de producir tumores.
«Esto lo hicimos por modificación genética del genoma viral en un sitio que es responsable por la replicación viral», explicó Trono, y describió que «el objetivo fue utilizar esta cepa para inocular a los animales los más jóvenes posibles, y hacer un reemplazo de la cepa natural patogénica por la cepa atenuada».
El equipo llevó adelante una serie de ensayos para demostrar la efectividad de la cepa desarrollada para la generación de respuesta inmune, y comprobar que los animales inoculados no infectaban a convivientes ni a las crías, por lo que no se secretaba por leche y tampoco quedaba en la sangre; además se demostró que estaba ausente en la carne, entre otras cuestiones.
La investigadora detalló que «durante 15 años el Estado fue analizando cada paso que dimos, y de hecho fue construyendo regulación específica para el control de los microorganismos modificados genéticamente».
«Cuando nosotros empezamos con ese proceso, en 2008, la regulación era muy amplia, y estaba referida exclusivamente a los cultivos transgénicos. Esa regulatoria fue actualizada hacia los animales y los microorganismos, y nosotros fuimos aplicando los requisitos de todas estas normativas. Fue algo progresivo y gradual, hasta que este año recibimos la resolución de desregulación o liberación del uso de la cepa para ser incluida en un producto biofarmacéutico», contó.
A partir de esta desregulación «las posibilidad de transformar este desarrollo en una vacuna son altas, y en este momento estamos haciendo el análisis de la plataforma tecnológica más adecuada que puede ser por ARN mensajero o por virus vivo. Una vez que esté resuelta la plataforma que se utilizará para la vacuna se avanzará al escalado de producción», concluyó Tronco.