En ocho años el número de parejas que están “unidas” sin casarse en el Gran Rosario se duplicó, según datos del Instituto Provincial de Estadísticas y Censos (Ipec). En 2003, cuando el organismo comenzó a hacer de forma permanente este tipo de encuesta, eran 98.287 las personas que convivían sin haber pasado por el Registro Civil, mientras que en la última medición de este año esa cifra ascendió a 182.688. El mismo fenómeno deja al descubierto, al comparar cifras, que una de cada tres parejas está junta pero “sin papeles”. El otro dato revelador es que en el mismo lapso disminuyó levemente la cantidad de hombres y mujeres que están casados.
En el marco dela Encuesta Permanentede Hogares, actualizada cada tres meses sobre la población santafesina, que también muestra datos sobre el lugar de nacimiento, residencia y cobertura médica (números sobre los que indagó este medio la semana pasada), siguen surgiendo conclusiones interesantes sobre ciertas tendencias sociales. Entre las cuestiones más reveladoras está la confirmación del exponencial crecimiento del número de personas que están “unidas” (así textualmente los clasifica la investigación) pero sin haberse casado.
En ocho años la cantidad de personas que está en esa condición en el Gran Rosario llegó casi a duplicarse. En el tercer trimestre de 2003 eran 98.287 las que convivían sin haber dado el “sí, quiero” en el Registro Civil, mientras que en el segundo de este año esa cifra ascendió a 182.688. Planteado en términos de parejas, son 91.344 las que eligen estar bajo el mismo techo de esta forma.
El fenómeno también permite observar que una de cada tres (en 2003 eran una de cada cuatro) personas que decidieron vivir bajo el mismo techo no tiene “papeles”. Eso surge al comparar el dato con los habitantes del Gran Rosario que están casados, que en el segundo trimestre de este año eran en total 370.848. Es decir, hay unos 185.424 matrimonios.
En tanto, es en este punto donde también emerge otro hecho interesante. Y tiene que ver con la leve pero sostenida baja en los casamientos que se viene experimentando no sólo en la región, sino también en el país. La encuesta revela que hace ocho años había 12.325 personas más unidas legalmente; por aquel entonces eran 383.176.
Al mismo tiempo, el trabajo exhibe una suba en los habitantes de la región que están separados; hace ocho años eran 48.007, mientras que en el segundo trimestre de 2011 ese número ascendió a los 55.531. La cantidad de personas viudas, en tanto, se mantiene estable: eran 66.587 antes y son 66.733 ahora, en su gran mayoría mujeres.
Las explicaciones
En contacto con El Ciudadano, Irene Loyacono, psicóloga y terapeuta especializada en parejas, explicó que el crecimiento de las parejas que deciden convivir sin casarse “tiene que ver con la desvalorización de las instituciones. El Estado, la escuela,la Iglesia, por citar algunos, han perdido credibilidad, importancia. La gente tiende cada vez más a hacer arreglos interpersonales en lugar de institucionales”.
Ya al interior de la cuestión, la especialista sostiene esa explicación en lo que denomina fechas de “vencimiento” de las relaciones. “La gente no cree que se pueda unir para toda la vida. La posibilidad de ruptura está más presente. Nadie se casa para separarse, pero tiene la ilusión o la idea de que al disolverse la relación, si uno hizo los papeles, todo es menos trabajoso”, sostuvo.
La cita del término “ilusión” al que hace referencia la especialista no es casual. Es que para Loyacono “al vivir sin la unión legal, los bienes gananciales hay que ver luego cómo se van repartiendo, a nombre de quién. Sin la del casamiento es también trabajoso. Todo tiene que estar pensado, más planificado. Si no hay papeles hay que ocuparse de hacer un registro de los bienes, qué cosas se van comprando, por ejemplo”.
“Estas cosas están presentes todo el tiempo sin el casamiento –añadió–, mientras que para quienes están unidos legalmente los aspectos económicos aparecen con más claridad al momento de la separación. Ésa es la diferencia”.
En tanto, Loyacono explicó posteriormente que la disminución de los casamientos “no quiere decir que haya una tendencia a buscar vivir sin pareja. La aspiración a vivir con otro y ser feliz de esa manera sigue con el mismo ímpetu que hace 100 años. Digo, la idea del amor, el romanticismo, también lo erótico en la pareja sigue vigente. Lo que cambian son las condiciones en que se lleva a cabo esa vida en común”. Y completó: “Además, la gente también sigue deseando construir una familia. Puede haber algún grupo ‘sofisticado’ que plantea la vida sin hijos, pero no forma parte de lo común”.
Finalmente, la especialista en parejas fue contra algunos datos estadísticos que van en dirección opuesta a sus dichos al sostener que “no hay aumento de la gente viviendo sola. Y en todo caso, eso obedece más a una cuestión de dificultad para encontrar pareja. No es una elección, es una consecuencia. Incluso, eso tampoco se da aun después del divorcio. Tal vez es un fenómeno que puede darse en quienes han vivido en familia y tienen 45 y 50 años y deciden tener su nueva relación cama afuera. Pero los jóvenes en general siempre buscan rehacer su vida conviviendo con otra persona”.