Betiana llegó esposada a la sala de audiencias donde se desarrolla el juicio oral por el crimen de su marido Diego Tarta Demarre. Está purgando una condena por robo con la modalidad escruche y su testimonio se esperaba. Tuvo varias declaraciones previas, en algunas dijo que no vio al tirador y en otra lo describió. El testimonio duró dos horas y giró en torno a esas diferencias. Finalmente apareció una declaración que realizó como testigo protegido cuatro meses después del crimen. Ese documento era desconocido por las defensas que estallaron en quejas. Allí Betiana describe a una persona blanca, flaca y muy joven como el tirador. Esa declaración se dio previo a la imputación (ocurrida en diciembre de 2013) de Máximo Ariel Cantero en el hecho.
Betiana tiene el cabello negro, largo, recogido mediante una cola de caballo. Aun así le llega a la cintura. Enfundada en una camisa azul a lunares y unos Jeans, la mujer de 37 años, se sentó frente al Tribunal. Allí un uniformado le sacó las esposas. Purga una condena a 6 años por robo a vehículos y casas con la modalidad “escruche”. Fue sindicada como la cabecilla de un grupo que usaba inhibidores de señal para impedir la conexión de las alarmas y cometer los atracos y aceptó su responsabilidad en un procedimiento abreviado
Contó que el 27 de mayo de 2013 fueron con su marido a Tribunales, salieron cerca de las 12 del edificio y se subieron a la chata que estaba estacionada por Pellegrini. Tomaron Moreno, Montevideo, Dorrego y después no pudo describir el camino que hicieron hasta Sarmiento. Cuando llegaron a San Martín y Seguí los detuvo el semáforo. Nada les llamó la atención durante el trayecto, su marido venía más despacio de lo que generalmente manejaba y al llegar a Maipú dobló en U. Esperó que pase un auto y otro se le puso a la par y empezaron los disparos. Contó 7 detonaciones.
En la sala dijo que ese día fueron a Tribunales porque su marido era el dueño del boliche (a metros del cual mataron a Claudio Cantero un día antes), quería blanquear que en el baile no había pasado nada, que no tuvo nada que ver. Ya habían tenido varios inconvenientes, varios tiroteos, también en la casa. Pensó que venía por el boliche incluso una vez la balearon e hizo la denuncia en la Comisaría 16ª.
Dijo que al momento del ataque vio un auto blanco. El tirador sacó medio brazo afuera y disparó. Era blanco, menos de 22 años, flaquito, tenía lentes negros, aseguró. El agresor iba en el asiento del acompañante. En su casa había cámaras de seguridad, una de ellas registró el momento aunque los autos salen fuera de cuadro cuando se producen los disparos. Pero el día del crimen y al siguiente declaró que sólo vio una ráfaga blanca.
Sobre las diferencias en sus declaraciones aseguró: “Siempre dije que no vi nada por miedo y por una conversación con mi hijo de 9 años”. Contó que la charla se dio tras el entierro de Demarre, dónde el niño le dijo: “No digas nada porque si te matan con qué abuela me quedo”. Aseguró que se cayó un año “era difícil que yo sostenga eso en mi mente. Escuchaba en la tele y los diarios que estaba acusada una persona que no era la que vi, dijo en referencia a Máximo Ariel Guille Cantero, señalado como el autor material. Al final, el que mató a mi marido estaba afuera y eso me producía más miedo. Uno negro, gordo, con lentes y el otro era de cutis blanco y con lentes negros” graficó para marcar la diferencia.
El fiscal le pasó un video tomado por la cámara de seguridad dónde se capta parte del hecho. El funcionario insistió en varias oportunidades sobre el tiempo que tardó el atacante en disparar, momento en que Betiana lo vio y logró la descripción, según declaró. Schiappa Pietra recalcó que se trató de una fracción de segundos y ella asintió. También participó de una rueda de reconocimiento donde estuvo Cantero y dio negativo.
Tras ello, fiscal Luis Schiappa Pietra le habló de una declaración que realizó como testigo protegido. Ese acto era desconocido para los defensores quienes cuestionaron duramente la situación. La mujer dijo que al año del crimen recién había vuelto a declarar pero reconoció su firma en el documento. La declaración dice que después de ver la filmación, vio que el que disparó era joven, tenía unos lentes negros finitos y la tez blanca, aunque Betiana negó que haya dicho que eran finos los anteojos. El testimonio además agregó que al velorio de su marido llegaron unos 6 muchachos y uno se le acercó. Le preguntó si estaba en la lista de contactos del celular de Demarre porque estaba “pirado”, entonces por miedo no entregó el celular a la Justicia. Cuando sacó las pertenencias de la chata se lo llevó.
Los defensores Fausto Irure, Adrián Martínez, Carlos Varela y Gabriel Navas se quejaron de la prueba que desconocían. Estaba en un sobre cerrado a través de un decreto que decía que se incorporara toda la documentación del caso. Aseguraron que a los cuatro meses del hecho esta declaración confirma la teoría defensista y en ese momento no estaba detenido Cantero por el hecho. Para la defensa, hecha por tierra la hipótesis que circulo sobre un acuerdo económico con la viuda para cambiar la declaración. Varela aseguró que es una muestra de la actividad irregular y delictual que hubo en la instrucción en la causa por asociación ilícita. A lo que Navas agregó que es un perjuicio gravísimo no sólo contra los acusados sino contra la administración de Justicia que tienen que resolver con una prueba incorporada con ésta irregularidad. El planteo se resolverá al momento del dictado de la sentencia.