“Ya atravesamos una situación dramática con la muerte de Auriazul, es un golpe tras otro, muy fuertes”, dijo hoy a Télam la vicedirectora del establecimiento, Cristina Jelonche.
Ámbar Auriazul Morera era alumna de primer grado de la Escuela Nº 1.334, ubicada en la zona sudoeste de Rosario, y fue asesinada la noche del viernes 6 de mayo cuando llegaba de visita con sus padres y un hermano de 4 años a la casa de una abuela.
“Son hechos que afectan y hay que trabajarlos mucho con los chicos”, dijo Jelonche, y recordó que “lo otro (por el caso de Auriazul) fue en el primario, esto (por Sofía) es en el secundario”.
La vicedirectora de la institución sostuvo que “también hay que trabajar con las familias para que continúe la confianza en la escuela, que podamos trabajar unidos y entendernos, respetar al otro sin culpar”.
La escuela no cuenta con gabinete psicopedagógico, por lo que “en esos temas hemos trabajado solo nosotros, con la compañía del sacerdote” que orienta la institución, de carácter confesional.
“Lo hacemos nosotros, lo mejor posible”, abundó la directiva.
El crimen de la niña de primer grado también repercutió en la comunidad educativa, más allá de que el hecho no estuvo vinculado a la asistencia de la alumna a la institución.
La nena fue víctima de un triple crimen en el que también murieron sus padres, Tomás Rodrigo Morera (27) y Gabriela Altamirano (25), al ser atacados a tiros en una pasillo de calle Garibaldi entre Necochea y Chacabuco, en el barrio Tablada de Rosario.
Según la investigación, por la que esta semana fue imputado un joven como presunto autor de los disparos letales, la familia había llegado hasta allí para visitar a la abuela de Ámbar Auriazul, y los agresores habrían confundido a la pareja con otras personas.
En aquella ocasión dramática, Jelonche dijo: “No nos olvidemos de Auriazul, tenemos que hacer visible lo que sufren nuestros niños y adolescentes. Son víctimas”.
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