El gobierno de Dilma Rousseff lanzó en junio de 2011 el plan Brasil Sin Miseria, una estrategia de combate a la pobreza extrema o “estructural”, del que ya han comenzado a conocerse algunos resultados.
La iniciativa aplicada en un país como Brasil, que sigue siendo extremadamente desigual, más allá de los avances en el combate contra la pobreza de la última década, es una estrategia para ser seguida de cerca.
Entre otros elementos, el plan apuntala aún más las “transferencias de renta” del plan Bolsa Familia, un programa que tiene similitudes conla Asignación Universalpor Hijo (AUH) argentina y otros programas de ese tipo en América latina.
Por ejemplo, en el marco de lo que se denomina “Brasil Cariñoso”, se apunta a garantizar una renta mínima de 70 reales a cada miembro de familias extremadamente pobres que tengan entre sus integrantes al menos un niño de0 a6 años.
En ese sentido, el programa tiene similitudes conla AUHargentina y en esa franja etárea, el objetivo es lograr una reducción de la indigencia del 40 por ciento para los niños más pequeños.
Esto a su vez tiene un impacto regional: mientras que para el promedio de Brasil la reducción de la extrema pobreza llega al 62 por ciento en los niños pequeños, en el Nordeste del país esa reducción alcanza el 74 por ciento.
Una característica distintiva del programa brasileño, que involucra acciones en educación y salud y también plantea estrategias diferenciadas para la extrema pobreza rural y la urbana es la idea de “búsqueda activa”.
Así, se realiza un censo de las familias “extremadamente pobres”: el año pasado el gobierno brasileño había identificado
407 mil familias en esa situación y este año ya llega a las 687 mil familias: para 2013 la meta es conocer dónde viven 800 mil familias en situación de indigencia.
Otro eje de trabajo es el de la “inclusión productiva rural”: entre otras acciones, se da un incentivo a las familias para que preserven la flora autóctona.
Según los datos difundidos por el gobierno brasileño a un año de aplicación de este tipo de estrategias, 82 mil familias de agricultores familiares extremamente pobres fueron incluidas, en tanto que 114 mil también fueron beneficiadas por el llamado programa “Luz para Todos” –de conexión a energía eléctrica–.
Otra pata del programa de combate a la pobreza extrema es que unas 750 mil familias que viven en zonas semiáridas accedan a cisternas de agua potable –en un año se construyeron 111 mil–.
La multiplicidad de acciones, que incluyen nuevos centros de salud y educativos busca poner bajo un mismo paraguas políticas públicas desarrolladas por distintas agencias estatales.
Se trata de una iniciativa para seguir de cerca, en el marco de los esfuerzos que los gobiernos latinoamericanos realizan para combatir la pobreza y la aún más difícil tarea de reducir las enormes desigualdades que rigen en el continente.