El edificio de Plataforma Lavardén (Sarmiento y Mendoza) se encuentra celebrando 90 años de existencia y los programadores de ese espacio cultural provincial diagramaron una extensa agenda de actividades que comenzó el jueves último con la inauguración de una muestra titulada Rewind: Periodismo y Trova en los 80. En la apertura hubo música en vivo a cargo de José María Blanc (Pablo El Enterrador), Iván Tarabelli y Cesar Debernardi.
La exhibición, curada por Sergio Rebori, ideólogo del Museo Rock Rosario, propone un viaje a los 80 con música, feria, presentaciones de libros y proyecciones de videos de aquellos años. La muestra estará habilitada hasta el 31 de agosto en la Sala de las Miradas siempre con entrada gratuita. Además se realizarán una serie de actividades paralelas (ver abajo).
Rebori es uno de los máximos conocedores del rock en la ciudad. Hace algunos años editó Generación subterránea. La otra historia del rock rosarino donde hizo un rescate del legado rockero desde la década del 70 hasta la actualidad. En la flamante muestra reúne material gráfico de aquellos años: tapas de discos de vinilo, pósters, carteles de shows, revistas y objetos; le hace un reconocimiento especial a Baglietto y a Fito Páez y les dedica un sector con cuadros, fotos y objetos personales.
Los momentos históricos que vivió el país fueron siempre interpretados por el rock. Ese fue uno de sus fuertes durante la década del 80. “El rock, desde sus orígenes hasta el regreso de la democracia, estuvo atravesado por dictaduras militares. En ese contexto, se desarrolló de otra manera. Recién va a llegar a la masividad con Malvinas”, dijo Rebori a El Ciudadano.
Rosario aportó mucho contenido a la historia del rock nacional. Para el estudioso del género, el rock siempre funcionó como un reflejo de lo que pasaba en el país. “A principio de los 80, aparece una cuestión más contestataria, con mucho contenido social. Cuando vuelve la democracia, hay un cambio de paradigmas y empieza a tener importancia la imagen, como decía Charly «los raros peinados nuevos»”, contó, si bien rescató que algunos grupos, “todavía tenían cierto contenido”, pero, opinó, “la gente se quería divertir, habían sido muchos años de opresión y persecución”.
La gran mayoría del material que se puede ver en Lavardén es propiedad del Museo Rock Rosario. “Hace seis años que venimos haciendo muestras y tenemos mucho trabajo desde la página web. El museo es un proyecto itinerante hasta que podamos llegar a la meca de tener un espacio físico”, dijo Rebori.
—¿Cómo hiciste el recorte de objetos para esta muestra?
—Fue una curaduría infernal. No entró más nada. Sabíamos que el espacio físico proponía una muestra bastante acotada y quedaron infinidad de revistas alternativas que eran muy interesantes. Las revistas subterraneas de aquella época fueron el gen de donde salieron grandes periodistas. Esa movida es muy interesante. Hay exhibida una revista con la primera entrevista que se le hizo a Fito Páez.
—¿Fito y Baglietto son los grandes referentes del rock de aquella década?
—Sí. Uno de los grandes trabajos que hacemos desde el Museo es rescatar, difundir y preservar la historia, porque es un pasado muy reciente y se está perdiendo. Hasta que apareció internet, te diría, fueron miles de grupos que anduvieron por bares, plazas y pequeños teatros, y no tienen registro. Es un gran trabajo reconstruir esa historia que nunca se termina.
—¿Ves cosas y sabés que serán históricas?
—Sí. Por ejemplo: tengo la Biblia Spinetteana que se editó hace poco. Se hicieron doscientos ejemplares en tela y serigrafía, uno por uno. Un tipo que, cuando murió El Flaco, decidió que tenía que hacer una ofrenda y armó esto que no se vende. Se la regaló a todos los músicos que tocaron con él alguna vez, a los familiares, y tengo la suerte de ser poseedor de una. Es una pieza del museo del futuro. Los coleccionistas me llaman pero no se vende.
—En “Rewind” se expone un póster del show de Queen ¿Fue un antes y un después?
—Fue el primer recital grande en Rosario. Había venido Santana pero fue otra estructura. La ciudad quedó marcada por esa visita en plena dictadura. Allí se generó una confusión, algunos dijeron que Mercury vino a tocar para los militares pero no fue así, llegaron para darnos un poco de alivio a los argentinos porque sabían lo que pasaba acá. Fueron recitales que marcaron un antes y un después para muchos de nuestra generación.
—El furor del rock en los 80 no derivó de una novedad musical sino de que el rock canalizó la expresión de lo que estaba pasando. En la última década, muchos artistas que venían trabajando con un contenido combativo desde finales de los 90, reorientaron sus temáticas…
—Si ves los contenidos, hay una ideología en el rock. Hubo mucho avance sobre los derechos humanos que siempre fue una bandera del rock. En dónde te ibas a poner si los tipos estaban haciendo junto a las Madres y los Derechos Humanos. Muchos habrán pensando: “¿Qué cantamos ahora?».
—Las letras pasaron a hablar de temas existenciales como el tiempo y el encuentro, mermó lo político.
—Totalmente. Por eso creo que ahora es un momento que el rock tiene que volver a mostrar y ver dónde está parado como movimiento cultural. Hay que dar respuesta a lo que está pasando.
Agenda paralela
La agenda paralela de la muestra ofrecerá el sábado 19 y domingo 20, a las 19, una feria de libros y vinilos del rock argentino. Durante el encuentro tendrá lugar una charla titulada “Los libros del rock argentino”, coordinada por Juan Cruz Revello, y la presentación de los libros La Biblia Spinetteana de Jorge Kasparian, Concierto del aire de Lucas José Fernández, Estación imposible de Sebastián Benedetti, y 50 años rock lado A de Daniel Gaguine.
Finalmente, el sábado 26, habrá una charla sobre rock y cine con la coordinación del periodista Leandro Arteaga y la proyección de fragmentos de films.