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Una ficción de horror que rebota en el humor

Mariana Valci habla de “Pútrida”, que se conoce dentro del ciclo “Formatos de todos lados”.

Una ficción que apela al horror pero que no reniega del humor; un universo cotidiano que se vuelve extracotidiano para hablar, entre otros temas, de la violencia de género, o en todo caso, de cuáles son los caminos que la “habilitan” frente a una sociedad que señala con el dedo y acusa injustamente, pero que no se hace cargo de nada ni de nadie.

La actriz, docente y directora Mariana Valci estrenará este sábado, a las 22, en La Manzana (San Juan 1950), en el marco del ciclo “Formatos de todos lados” –aunque la obra seguirá en cartel los restantes sábados del mes–, la propuesta teatral Pútrida, su cuarto montaje (ver aparte), en el que actúan Gabriel Sánchez, Ana Danisa Bossicovich, Lily Rodríguez, Andrea Guastella, Marta Dómina, María Carolina Bedetti y Horacio Guaragna, con asistencia de dirección de Lucía Morabito y los peinados de Héctor Gabriel, quien tuvo a su cargo la tarea de colaborar en el desarrollo morfológico de los personajes a partir de su trabajo desde los ensayos.

“La obra comienza en un boliche donde se conocen un hombre y una mujer, y ella hace algo que la sociedad sigue denostando y condenando: se va con este hombre a su casa y pasa la noche con él. En esa casa, este hombre habita con su madre, quien ejerce sobre él una violencia psicológica importante; me gusta definirla como hitchcockiana, y en esa misma casa, y a partir del arribo de esta mujer, irán apareciendo otros personajes vinculados con este hombre y esta madre”, adelantó Valci, quien agregó: “En esa casa hay un gallinero, que nunca se va a ver, pero que une a los personajes y encierra una metáfora acerca de quiénes son y cuáles son los vínculos que los unen; refiere a lo podrido del título”.

“El trabajo dramatúrgico –continuó la directora– comenzó con un texto escrito que no estaba del todo cerrado y que se abordó desde distintos entrenamientos, para ver a los cuerpos en acción y lograr que la dramaturgia contenga a esos cuerpos. Tras varios meses de escritura e investigaciones, casi todo el año pasado, en equipo, probamos el texto en escena hasta llegar a la versión final. Así creamos esta especie de ficción de horror que rebota en el humor, en la que habitan seres trastornados que nunca podrán ser libres y que tienen a la violencia como motor”.

Violencia de género

La directora habló acerca de cómo la problemática de la violencia de género se filtró en el montaje. “En una coyuntura donde la violencia de género es noticia, el cuerpo femenino se pone en discusión todo el tiempo sobre lo que debe y no debe hacer, mostrar o soltar. Y eso aparece fuertemente, por ejemplo, en un ensayo o en una improvisación. Por eso decimos que esta obra ficcionaliza esa violencia instalada y mediatizada, buscando poner en evidencia el sensacionalismo, lo que se ve en televisión, donde pareciera que los casos pierden impacto y quedan en segundo plano ante la aparición de una próxima víctima. De todos modos, no pretendemos hacer una bajada de línea o un panfleto sobre el tema; por el contrario, tratamos de que los espectadores puedan reírse de ciertos estereotipos machistas y al mismo tiempo puedan hacer el ejercicio de preguntarse de qué se están riendo”.

Y completó: “Hay violencia pero también hay humor; la obra es una crítica, también, al tratamiento mediático que se le da al tema de la violencia de género, cómo se banaliza esa información, cómo nos espantamos frente a eso pero tampoco hacemos nada. Creo que uno de los aspectos más importantes y poderosos que tiene el teatro está en el hecho de poder reflexionar a partir de la contradicción, que es algo que trabajo en todas mis obras y que intento que pase lo mismo en los espectadores”.

Fuerte impronta estética

El trabajo en el desarrollo de la la morfología de los personajes y la contradicción a la que alude la directora, según explicó, no sólo se planteó en términos dramatúrgicos, es decir ideológicos, sino también desde lo estético, una fuerte marca de todo el montaje. “En la obra aparece un fuerte trabajo desde lo estético, hicimos un largo recorrido en armar y desarmar vestuario, maquillajes y peinados hasta encontrar ese diálogo desde lo morfológico con lo que dicen o hacen los personajes, y frente a ese barroquismo pensamos en una puesta minimalista: apenas una silla y un espacio muy reducido, casi agobiante. Es una silla blanca con un almohadón rojo, carcomido, podrido; la silla está encerrada por los mismos espectadores. Sucede  que el espacio escénico es casi una pasarela central y los espectadores rodean esa escena; la intención es que se acerquen a los detalles, que los vean. Y si bien trabajamos partiendo de una estética lúgubre, casi mortuoria, apostamos a la provocación, también a las sensaciones, que son interesantes cuando se vuelven contradictorias”.

El recorrido

Pútrida es la cuarta obra escrita y dirigida por Mariana Valci, que en 2014 estrenó su primer montaje, Call Center. Mujeres fuera de servicio, donde cuatro telemarketers neuróticas, una jefa de recursos humanos, una agente de seguridad y una supervisora se sacaban chispas. Luego, en 2015, se conoció Cambalache. Una comedia Lunfarda, escrita en conjunto con Cristian Medizza. Por otro parte este año, además de Pútrida, verá la luz Cría cuervos. Caigan en sus propios lazos, que tendrá su estreno oficial el mes próximo también en La Manzana.

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