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Una hilandería consolida el impacto social y busca el desarrollo productivo en la puna jujeña

Gastón Arostegui, gerente general de la Hilandería Warmi, explicó que "la idea es avanzar en el desarrollo socioeconómico de la región de la puna, aprovechando el recurso de la fibra de llama de manera sustentable y así darle valor en origen al recurso natural"

Una hilandería emplazada en la provincia de Jujuy busca consolidar el impacto social en plena puna con la compra de fibra natural de llama a más de 600 familias productoras para la elaboración de piezas textiles y artículos de indumentaria que se exportan a Estados Unidos, Alemania, Suiza, Australia, Uruguay y Chile, entre otros destinos.

Se trata de la Hilandería Warmi, un emprendimiento social e intercultural que combina el enfoque de desarrollo de la Asociación Warmi Sayajsunqo (mujeres perseverantes, en quechua), que lidera Rosario Quispe.

La primera hilandería se gestó en 2014, «con la idea de avanzar en el desarrollo socioeconómico de la región de la puna, aprovechando el recurso de la fibra de llama de manera sustentable y así darle valor en origen», al recurso natural, explicó a Télam Gastón Arostegui, gerente general de la Hilandería Warmi.

Rosario Quispe, referente de este colectivo jujeño, agregó que el proyecto «garantiza que se pueda comprar la fibra de llama a los productores de la puna, dependiendo la cantidad de que se necesite para producción».

En ese marco Quispe -en diálogo con Télam– dijo que mantienen la ilusión que la hilandería «realice todo el proceso productivo la región de la puna para que alcance a una mayor cantidad de comuneros y comuneras».

El proceso productivo comienza con la obtención de la fibra de llama que encabezan pobladores de diversos parajes puneños, para luego avanzar en la totalidad del hilado en la localidad de Abra Pampa, distante a 212 kilómetros de la capital jujeña.

La esquila de la fibra de llama se realiza una vez concluido el inverno y se extiende por los siguientes seis meses y al menos en dos oportunidades los productores llevan adelante la obtención de la materia prima.

Por otra parte, la producción se ajusta a la confección de piezas textiles de decoración como mantas, mantones individuales, pies de cama, además de prendas de vestir entre ellas, ponchos, chalinas y bufandas en la ciudad jujeña de Palpalá, donde también se comercializan las prendas.

El tiempo dedicado a cada prenda, la preparación y refinación de cada terminación hecha a mano, promueven «la sustentabilidad y durabilidad de las prendas con intención de crear un cambio positivo en nuestro entorno y en el cuidado del medio ambiente», indicó el empresario.

«El impacto principal está en la manera que llegamos a traccionar para arriba el precio de fibra de llama con un valor que realmente beneficie al productor, con ventas directas del productor al consumidor sin intermediarios», señaló Arostegui.

En ese sentido, afirmó, «pagamos por encima de lo que paga el mercado por el kilo fibra de llama y reinvertimos el 100 por ciento de lo que generamos en la región de la puna a través de los distintos proyectos que encara la Asociación Warmi», explicó.

De esta manera la propuesta garantiza la compra de fibra natural a unas 20 comunidades indígenas que abastecen de la materia prima a la hilandería lo que representa un aporte a más de 600 familias de pequeños productores.

La hilandería genera 25 puestos de trabajo y en los últimos años logró exportar sus productos a Estados Unidos, Alemania, Suiza, Australia, Uruguay y Chile.

«Si bien el volumen de exportación es bajo, a su vez es considerable porque no hay registros de la exportación de estos productos textiles», sostuvo Arostegui, al detallar que «del total de ventas, un 15 por ciento se destina al exterior».

Durante 2018, Hilandería Warmi realizó ventas a Estados Unidos que en promedio alcanzaron los 100.000 dólares, lo que representó «una de las mayores exportaciones textil de la provincia de Jujuy en su historia», sostuvo Arostegui.

«El sueño máximo es que en un futuro el 100 por ciento del proceso productivo funcione en Abra Pampa y desde allí se le agregue valor agregado con una fábrica trabajada por gente la puna y que exporte al mundo productos con identidad, cultura y tradición», señaló.

Para el crecimiento de la Hilandería Warmi fue fundamental el trabajo de la asociación civil homónima de mujeres, quienes brindaron precisiones para el desarrollo territorial a más de 3.500 metros de altitud en beneficio de comuneros de la región.

El colectivo de mujeres trabaja hace 26 años con la intención de promover el acceso múltiples derechos además de propiciar proyectos de la economía social, «para la gente de la puna que tienen muy pocas posibilidades laborales», subrayó Rosario Quispe.

«El propósito de las warmis siempre fue pensar proyectos grandes para que los jóvenes avancen con oportunidades reales de crecimiento», y así evitar «enredarse en las mineras y negocios pequeños», agregó.

Entre las iniciativas impulsadas por la asociación de mujeres puneñas se encamina el perfeccionamiento una fábrica para la elaboración de té con hierbas naturales de esa región para lo cual se realizan pruebas y aguardan autorizaciones de entidades alimentarias para su producción.

«La idea de armar fábricas y emprendimientos también tiene una proyección para los estudiantes universitarios, quienes una vez que tengan su título utilicen esa herramienta y se queden a trabajar en sus pueblos», insistió.

Sobre ese punto recordó que a través de un convenio firmado entre la Asociación Warmi y la Universidad Siglo 21, se consolida «el acceso de jóvenes becados para iniciar carreras de grado, lo que permite que en la actualidad 65 estudiantes de las comunidades indígenas puneñas cursen sus materias».

«Es una gran ventaja tener la posibilidad avanzar en la formación profesional de los chicos y chicas puneñas para que luego se hagan cargo del crecimiento de nuestra puna», finalizó Quispe.

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