FRANCO BARTOLACCI
Decano Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales UNR
19 años del diario El Ciudadano: una historia de lucha y de vocación, al calor de la historia democrática reciente.
La intensa vida del diario El Ciudadano puede inscribirse en el marco de nuestra historia democrática más reciente. Nacido en las postrimerías de los difíciles años noventa, El Ciudadano ha sido no sólo un testigo privilegiado, sino también una voz de referencia en el desarrollo de los sucesos que tuvieron lugar desde entonces. Marcado también en sus orígenes por la crisis de 2001, en el contexto de una profunda reconfiguración de la relación entre gobernantes y gobernados, e incluso de los marcos conceptuales para pensar el vínculo representativo. Una crisis que lamentablemente tuvo a la ciudad de Rosario como uno de sus escenarios más desgraciados, cuyos efectos, políticos y simbólicos, aún no terminan de ser procesados en su complejidad por el sistema político.
La historia del diario El Ciudadano también se inscribe en un período de profundas transformaciones culturales y tecnológicas, a una velocidad notablemente mayor que en cualquier etapa histórica anterior, que tuvo a los medios de comunicación como campo de disputa.
Así, la historia de El Ciudadano permite dar cuenta de procesos como la masificación del acceso a internet y la irrupción de las redes sociales con su consecuente impacto sobre el conjunto de los medios de comunicación y la prensa gráfica en particular, tanto en los modos de producción de la actividad periodística, como en la generación de contenidos o la relación con las audiencias y los lectores.
Como las instituciones en general, los medios de comunicación están hechos de personas. Y la historia de sus trabajadores y trabajadoras fue, es y será, la marca distintiva de El Ciudadano, donde el compromiso de lucha, la vocación, el compromiso democrático y la honestidad intelectual son un código compartido, hecho profesión. Una ética a prueba de malos tragos e incertidumbres, puesta a prueba a lo largo de estos años y llevada a la máxima expresión por la lucha de sus trabajadores, que desde 2016 lo autogestionan garantizando la pluralidad de voces y el análisis crítico en la agenda de la ciudad.
En este sentido, estamos orgullosos de haber fortalecido desde entonces un vínculo institucional preexistente entre la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales y sus trabajadores. Se trata de una construcción colectiva, donde el desarrollo académico gana nuevos sentidos, explora otros formatos y lenguajes, se encuentra con nuevos lectores. Pero fundamentalmente para nosotros, forma parte del compromiso de la Universidad Pública y su necesaria participación en los debates políticos y sociales de nuestra hora.
Los compañeros y compañeras de El Ciudadano, su lucha y compromiso sostenido en estos años, constituyen entonces un espejo donde elegimos mirarnos.
Cuentan en nuestra Facultad no sólo con una institución con la que pueden necesariamente vincularse por la perspectiva disciplinar que le resulta propia, sino porque compartimos el proyecto político institucional que en los tiempos más complejos permitió sostener las ideas y su herramienta, desde aquella perspectiva ética y una construcción comprometida, colectiva y horizontal.
Próximos a celebrar el centenario de la Reforma Universitaria el próximo año, transitamos un tiempo donde pareciera que la distancia entre la Universidad y la sociedad es casi tan grande como la que existía entre la Universidad del ’18 y la sociedad de su época. Es por ello que reivindicamos este encuentro de colaboración y mutuo aprendizaje con los trabajadores de El Ciudadano, que nos permite resignificar el legado reformista en clave de futuro, valorando más que nunca la responsabilidad pública de la Universidad, y devolviéndole por tanto relevancia política, frente a los desafíos de su tiempo.