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Una impronta autogestiva sin patrones y con el mayor de los compromisos con lectorxs y audiencia

Desde hace 6 años, los 7 de octubre son momentos de balance para los trabajadores y las trabajadoras del diario El Ciudadano. Para contar qué hicimos y hacia dónde vamos.

Después de dos años de pandemia, donde nuestra salud fue nuestra prioridad, como también contarle a nuestros lectores y lectoras lo que ocurría, destruyendo las fake news que acompañaron esa época, nos pusimos una vez más en marcha hacia el futuro, para continuar nuestro camino alternativo, abriendo las puertas para que nuestros contenidos reflejen las voces de aquellos que no tienen voz.

Este año, junto con el Colegio de Trabajo Social, le dimos forma a Pandemia y Trabajo Social. Miradas desde la intervención profesional, un libro que relata las experiencias de los trabajadores y las trabajadoras sociales que atravesaron los difíciles días de pandemia en los distintos territorios donde cumplen su función. Esos textos, que fueron publicados en el diario El Ciudadano tomaron forma de libro. También mostramos todos los meses nuestra agenda de género a través del suplemento La Cazadora, que este año recibió el premio Juana Manso.

Dictamos cursos de capacitaciones diversos como las “Narrativas del Goce”, de Luciana Peker y con los y las jóvenes de Santa Fe Más. Pero también planificamos el futuro capacitándonos, con proyectos que en breve serán parte de nuestra página y nuestras redes, donde vamos a sumergirnos en el proceso audiovisual.

Nos encaminamos a convertirnos en lo que desde que nos constituimos en cooperativa anhelamos, ser una productora de contenidos diversos y multiformato. Pero siempre buscando ser un medio abierto e inclusivo, que tiene su identidad claramente definida y que los lectores y las lectoras acompañaron transformando a El Ciudadano en el tercer medio más leído en la ciudad.

Decidimos transitar un camino difícil, el de la autogestión. Pero nunca dejando de lado la certeza que otra voz es posible en la ciudad, y que esa voz tiene que ser inclusiva, generando espacio a los trabajadores y trabajadoras, a las mujeres, las diversidades. Un diario que aspira a tener una voz cada vez más narrativa que refleje la palabra de aquellos que en general no tienen espacio en los medios hegemónicos.

Los medios cambian todos los días. Las redes cambian, exigen otros formatos, y las historias mínimas se abren paso para llegar a nuestro medio. Con problemas graves en una ciudad que no parece tener una prioridad en la agenda política, como la muerte de los y las jóvenes en los barrios, las quemas incontroladas de las islas, el derecho al trabajo, a la diversidad, todos los días nos comprometemos con esa agenda.

Somos una cooperativa llena de proyectos, que día a día piensa cómo llegar a más lectores y con qué formato. Una experiencia que nos renueva, ya que nunca dejamos de capacitarnos para poder brindar a nuestras audiencias un contenido renovado. Vamos por más, con esta impronta autogestiva que nos permite atravesar esta experiencia sin patrones y con el mayor de los compromisos.

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