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Una joven quedó detenida acusada de intoxicar a su beba

Tiene 19 años, está embarazada y sola. Dijo que se quería matar ella y no quería dañar a la nena. El juez dijo que debe hacerse cargo de haber tomado las pastillas y el alcohol.

Georgina tiene 19 años. El sábado la echaron de su casa junto a su beba de un año y tres meses. Con un embarazo en camino, del que no sabe si el padre se hará responsable, se enteró que uno de sus hermanos tiene VIH y está complicado de salud.  En estas circunstancias llegó a una de las cuatro plazas, ubicadas en el noroeste de la ciudad. Una mujer escuchó que quería dar a su beba. Cuando se acercó la vio desencajada, alcoholizada. La chica le confirmó que quería dar a su hija y según la mujer, le dio a la beba una pastilla. La mujer reaccionó, le sacó la beba de los brazos y la hizo vomitar. La niña lanzó algunas pastillas y la vecina dio aviso a la Policía. El informe médico dice que la pequeña tenía restos medicamentosos en su organismo y del lavaje de estómago la sacaron unos 20 centímetros cúbicos de un líquido rosa con olor a alcohol. Durante la audiencia Georgina no paró de llorar, dijo que el clonazepan era para ella. No recuerda lo que pasó en la plaza. La Fiscalía la imputó de tentativa de homicidio calificado y el juez José Luis Suárez le dictó la prisión preventiva bajo la premisa de “quien voluntariamente ingiere pastillas tiene que hacerse cargo de las consecuencias”.

El parque Mitre es el pulmón verde de Barrio Belgrano. Más conocido como las 4 plazas, tiene una rotonda en el medio y cada una de los espacios verdes que la rodean lleva un nombre distinto. Eloy Palacios fue el nombre que se le dio a esa zona de quinteros, luego derivó en barrio Vila y finalmente Belgrano. Hoy ese nombre lo lleva una de las plazas del lugar delimitada por Provincias Unidas, Mendoza, Perú y Campo Salles. En la plaza de enfrente se encuentra un destacamento policial.

Eran cerca de las 17 del sábado cuando Claudia escuchó un grupo de chicos que decía que había una chica con una beba que quería regalarla, dijo la fiscal Gisella Paoliccelli en la audiencia.

Claudia no sabía si la chica estaba ebria o había consumido alucinógenos. Se acercó y le preguntó si era verdad. Según el testimonio, la chica le dijo que no quería  tenerla, que si no podía regalarla la iba a matar. Agregó que le había dado pastillas. En ese momento sacó una pastilla redonda y chiquita y se la dio a la nena. “Estás  loca”, le gritó Claudia. Le sacó a la nena y la hizo vomitar. La chiquita lanzó varias pastillas. La vecina no dudó en correr al destacamento de la Policía Comunitaria.

Los policías subieron a Georgina a un móvil. “Vigilante puto. Estoy re loca. Ella tiene que morir, no tiene que estar viva por eso la empastillé con clonazepan”, reza en el acta policial.

Madre e hija fueron trasladadas al Policlínico San Martín. La niña fue derivada al Hospital Víctor J. Vilela. Georgina a la comisaría,

Según la declaración de tres policías de la seccional 14ª, Georgina no dejaba de gritar. “Si me devuelven la nena la voy a matar. No la quiero tener, que alguien la adopte”.

Georgina fue trasladada al Heca donde permaneció internada hasta la audiencia imputativa. Su defensora oficial, Paula Álvarez, dijo que ayer fue a verla y la tuvieron sin comer más de 24 horas. La niña se encuentra internada aunque fuera de peligro. El pediatra que la atendió informó que la pequeña se encontraba irritable a su ingreso. Se constataron restos medicamentosos y del lavado gástrico obtuvo unos 20 centímetros cúbicos de un líquido color rosado con olor a alcohol. Quedó internada con potencial depresión del sistema nervioso central y respiratorio.

Para el médico fue crucial la intervención de un tercero. Dijo que el clonazepan es un depresor y efectivamente existió un potencial riesgo de vida teniendo en cuenta esta sustancia y el alcohol ingerido por una beba que tiene un año y tres meses y pesa 10 kilos.

Su descargo

Georgina dijo ser ama de casa y vivir en la zona de Einstein al 5000. De esa casa su familia la echó. Dijo que se peleó con ellos y la sacaron a la calle con la nena y empezó a caminar y caminar. Desde ese lugar hasta las 4 plazas hay más de 30 cuadras.

Dijo que no sabía por dónde empezar. Con un rodete que contenía parte de su cabello castaño, enfundada en una campera liviana y unas calzas, no pudo contener el llanto. A la pelea con la familia le sumó la noticia de que su hermano tenía VIH y su salud estaba complicada. “Estaba mal, entonces me compre pastillas y un vino. A la nena le compre masitas y un Baggio”, dijo.

Caminó y caminó. “Me tomé una pastilla, me tomé el vino y me quedé perdida. Me pegó mal y no sé. No me di cuenta. No sé si la nena agarró una pastilla, no sé. No me acuerdo de nada de lo que pasó en la plaza”.

Georgina sólo se acuerda de la detención policial y de algún cruce de palabras con una mujer. Juró que no quiso hacerle daño a la niña.

“Yo no le di pastillas a la nena. No me acuerdo. Estaba mal, perdida. No quería matarla, me quería perjudicar yo. ¡Mira si la iba a querer matar! La tuve 9 meses en mi vientre, sufrí tanto para tenerla. ¿Para qué? Nada más me puse mal porque no tenía dónde llevarla, ¿dónde iba a pasar la noche? ¿Con qué le iba a dar de comer? Por eso me puse mal y me tomé las pastillas».

La chica está embarazada, dijo que no sabe si el padre se va a hacer cargo. “Una banda de cosas juntas”, dijo entre llantos.

Álvarez pidió que se encuadre el hecho en un delito culposo de lesiones. Resaltó la vulnerabilidad en la que se encuentra la joven y dijo que no atendió los deberes de cuidado a su cargo. Pero el juez aseguró que si voluntariamente ingirió pastillas tiene que hacerse cargo. Suárez ordenó la realización de una junta médica para determinar si comprendió la criminalidad del hecho. Sostuvo que la evidencia demuestra una intensión dolosa, la testigo vio cuando le dio una pastilla. Pidió que se constate el embarazo de la joven pero que por el momento no es motivo para que no cumpla una prisión preventiva, la que dictó por el plazo de ley.

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