Ecléctico. Así se podría definir el nuevo acuerdo de precios entre el gobierno y los principales supermercados del país, por el cual unos 500 productos no podrán aumentar hasta las elecciones de octubre. No hay pescado ni pan común, pero sí una gran variedad de productos de tocador. No se encuentran cortes conocidos de carne y pollo, pero sí carbón. Hay bebidas alcohólicas a elección, pero pocas gaseosas.
Como para empezar, el congelamiento negociado entre el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, y Carrefour, Coto, WallMart y Jumbo-Disco, entre otras cadenas, es bastante libertario. Cada uno de los privados pudo confeccionar su propio listado con los productos que se consideraban posibles de congelar hasta después de las elecciones. En su mayoría, además debían ser artículos que los implacables inspectores del Indec pudieran identificar en sus encuestas mensuales. Debían ser además identificables en las góndolas por los militantes populares del gobierno y los enviados de los intendentes, que velarían por la eficacia del mecanismo para frenar la inflación, al menos en parte.
Cumpliendo estas dos premisas bajo fiscalización, que igualmente no se lograron, cada empresa hizo su propio listado; pero logrando cierta curiosa coincidencia. Así, se pueden sacar algunas conclusiones generales sobre lo que se considera para los supermercados una lista nacional y popular para combatir la inflación.
Para comenzar, en realidad los 500 son artículos, no productos. Estos son 140, de los cuales sólo 35 pertenecen a la canasta básica que mide el Indec para determinar quién es pobre y quién no en la Argentina.
Los listados no incluyen pescado y sólo hay un tipo de pan, pero no el común. Para el IPC no interesa este dato, ya que sigue midiendo el pan a $ 2,5 que se vende cerca de la casa del secretario de Comercio. Hay sólo dos frutas (manzana y naranja), dos cortes de pollo, poca verdura, una presentación de azúcar y huevos con envases de treinta unidades, no menos.
Pero sí hay siete presentaciones de vinagre, ocho de sal, doce de aceitunas, seis postres helados, 29 tipos de vinos, diez de cervezas, cinco clases de copos de maíz, 22 de galletitas y cuatro de palitos salados. Casi no hay fiambres, pero una empresa aportó panceta salada, que forma parte de la canasta básica, pero en Estados Unidos o lugares con bajas, muy bajas, temperaturas.
Hay ocho tipos de ceras depilatorias, diez de tintura para el pelo, cuatro cremas para el cuerpo, una antiage, seis de protectores femeninos y 22 tipos de desodorantes. Hay varios tipos de pañales, pero no para bebés hasta 4 meses. Hay alfajores y bombones, además de dos tipos de chocolates en barra.
En realidad, la clave del acuerdo de los 500 productos no está en éstos y su creativa confección. La clave son los otros 10.000 o 15.000 productos que, según el supermercado que se trate, quedarán liberados para que aumenten sus precios siguiendo la vieja regla de la oferta y la demanda. Si se hace memoria de corto plazo, el acuerdo morenista de principios de año era universal y abarcaba todas las góndolas. Ahora, hay una concentración en 500 eclécticos productos que, se asegura, están a disposición del público, cada tanto.