Por: Javier Hernández
Argentino por adopción, dueño de un espíritu siempre emancipado, Ismael Serrano vuelve a Rosario para presentar Acuérdate de vivir, su noveno trabajo de estudio, en dos fechas: el sábado desde las 21.30 y el domingo desde las 20.30, en el teatro El Círculo (Laprida y Mendoza).
Dueño de legendarias canciones como “Papá cuéntame otra vez”, “Vértigo” o “Un muerto encierras”, el artista español mostrará sus nuevas canciones con las que asume la búsqueda de libertades individuales a partir de temáticas de raíz existencialista. Como señaló el artista, “se trata de una llamada a vivir con intensidad y responsabilidad siendo capaces de ser protagonistas de nuestra propia vida”.
En diálogo con El Ciudadano, el artista se refirió a los mensajes que busca canalizar con su nuevo disco, cómo se desarrolla el espectáculo sobre el escenario, el papel de los artistas en la difusión de mensajes positivos y sobre la búsqueda de la libertad, que, citando a las Madres de Plaza de Mayo, recordó: “La única lucha que se pierde es la que se abandona”.
—¿Cómo caracterizarías el disco “Acuérdate de vivir”?
—Acuérdate de vivir me parece un recordatorio urgente en tiempos en los que llenamos nuestra vida con actividades que poco tienen que ver con la que soñamos algún día. Vivimos momentos en los que el ritmo frenético no nos deja tiempo para los detalles y andamos como androides programados que no pueden cambiar. Asumimos resignados el papel que nos toca y creemos que poco podemos hacer para cambiar las cosas. Yo creo que se trata de una llamada a vivir con intensidad y responsabilidad siendo capaces de ser protagonistas de nuestra propia vida.
—¿A qué crees que se deba el hecho de que cueste conectarse a la vida?
—Por un lado al ritmo frenético que no nos permite tener tiempo, pero también porque nos vamos anclando cada vez más en el día a día. Vivimos en una sociedad atomizada, en la que al vivir tan separados unos de otros, perdimos la conciencia de la capacidad para influir sobre la realidad. Perdimos la capacidad para cambiar las cosas, como si se tratase de un fatalismo o un destino escrito para nosotros, como una realidad inalterable. Nos dijeron que la historia había terminado y que la realidad era tal cual, nos arrebataron el protagonismo en todos los sentidos, por ejemplo desde el punto de vista político. En algún tiempo la sociedad civil fue protagonista activa y hoy por hoy somos más bien pasivos, porque vivimos en una precariedad y miedo constantes y delegamos nuestras decisiones en otro.
—¿En quiénes? ¿Cuál sería en ese esquema el papel de los medios de comunicación? ¿Y el de los artistas?
—El artista tiene que mirar la realidad con un nivel crítico, exigente, capaz de implicarse en la mejora de esa realidad. Y los medios de comunicación también deberían hacerlo. Mas allá de retratar esa realidad tal cual es, tienen que poder ser portadores de ese pensamiento crítico que han abandonado en algún punto. La responsabilidad también es de los artistas, y los músicos que deben retratar la realidad con todas sus aristas, con la vocación de hacer una propuesta de un futuro mejor. José Saramago, que se murió hace poco, decía que “él escribía por que no le gustaba la realidad” y quizá responde a eso: un empeño por mejorarla, por reinventarla, dirigiéndola hacia un lugar más justo y solidario.
—¿Por qué en este momento surge un álbum tan existencialista?
—Pues no lo sé, quizá tiene que ver con la crisis global en la que vivimos, o con alguna crisis personal que yo hubiera podido tener. Uno hace balances y al hacerlos hace un ejercicio de introspección en el que se cuestiona muchas cosas. Quizá tiene que ver con la nada. Sirve para que uno se dé cuenta de todas las cosas que hizo pero sobre todo de las que le quedan por hacer. No está mal ser conciente de que te quedan muchas cosas por hacer y, en vez de ser una frustración, el saber actúa como un motor de vida para seguir investigando, aprendiendo y arriesgando.
—De lo que se trata es de adueñarnos de la realidad, hablamos de libertad…
—Yo digo que la realidad no es algo inalterable, algo podemos aportar, o cuanto menos no debemos renunciar. Como dicen las Madres de Plaza de Mayo: “La única lucha que se pierde es la que se abandona”. Se trata de no abandonar.
—En cuanto a lo melódico, ¿cuál es el concepto que buscás volcar en el disco?
—Yo tenía de referencia a los que eran pioneros de la canción moderna, que son por ejemplo los cantautores norteamericanos Bill Singer o Bob Dylan. Acuérdate a vivir es un disco en el que hay muchos pedales, guitarras, bandolinas, violines, guitarras acústicas. Siempre se reivindican estos sonidos y estos cantautores pero se les despoja del compromiso ideológico que mantuvieron con su momento. Eran trovadores en el sentido tradicional, que recorrían el mundo con sus guitarras al hombro. Eran más urbanos, comprometidos con su tiempo, dedicados a la lucha de su tiempo. Por un lado hay una pincelada de ese sonido, pero también de cumbia latina y música flamenca.
—En tus shows, más que cantar canciones lo que te gusta es generar un diálogo con el público, ¿con qué se van a encontrar los rosarinos este sábado?
—Lo que no me gusta es que los conciertos sean como una sucesión de canciones, como un trámite promocional del último disco. Cantaré canciones del nuevo disco y de los anteriores. También contaré historias, generaré un espacio de cierto carácter teatral. En el show nosotros recreamos el living de un departamento, en donde yo le doy la bienvenida al público, y a través de las historias de los vecinos, se genera la trama argumental por las que se va hilvanando el repertorio.
—¿En qué momento te encuentra “Luna en Leo”, tu segunda película junto al director Juan Pablo Martínez?
—Volver a hacer cine para mí es una alegría y hacerlo con Juan Pablo Martínez, implicándome de nuevo en el guión como lo hice en la anterior ocasión, ha sido una experiencia muy bonita. Luna en Leo tiene mucho de comedia romántica, pero además es un retrato generacional, porque narra una primera cita entre un chico y una chica, en la que aparte de la tensión sentimental que puede haber entre ellos, se hace el repaso de cuáles son las dudas, las inquietudes, los sueños, la falta de sueños y el peterpanismo que padecemos todos los de mi generación en cuanto aplazamos el futuro permanentemente para evitar crecer. Esas cosas están también en la película, y la hace maravillosa. En este caso comparto el protagonismo con Carla Pandolfi que es una actriz cordobesa maravillosa con la que pasamos un rodaje muy divertido. Es una película que me gusta mucho.