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Una madre que enfrenta el dolor

Daiana Capacio tenía 17 años. En mayo de 2012 fue asesinada por su novio. El cuerpo de la adolescente fue hallado con golpes, cortes y quemaduras. El muchacho fue condenado a 23 años de cárcel en diciembre pasado.

María tiene un dolor que cala en los huesos. Hace dos años perdió a su hija adolescente en manos de quien era su novio. Daiana Capacio tenía 17 años cuando el 8 de mayo de 2012 salió de su casa. Nada más se supo de ella. Cuatro días después, fue hallada sin vida, golpeada, cortada y semiincinerada a unos 500 metros de la autopista Rosario-Buenos Aires, a la altura de la localidad de General Lagos. Ahí mismo fue detenido Maximiliano Tesone, el novio de la chica, quien, según los investigadores, había regresado a ese lugar para borrar pruebas. En diciembre pasado, el sospechoso fue condenado a 23 años de prisión, en un juicio abreviado, por el delito de “homicidio calificado por ensañamiento” y “portación de arma”. Hoy, María está sumida en una gran tristeza. «Ese día parecía que iba a enloquecer. No respiré más. Mi corazón quedó ahí», dijo. Sin embargo, la enorme fuerza que posee y el amor por sus hijos la llevan a seguir adelante.

A dos años del crimen de Daiana, la pena de María es tan grande que no hay lugar para el odio ni el rencor. Que el caso llegara a una condena le brindó cierto desahogo y la posibilidad de cerrar una etapa, aunque hubiera preferido que el asesino de su hija no saliera más de la cárcel. “Lo que le pasó a mi hija es algo que no se puede explicar. Yo me acuerdo el último día que la vi. Fue ese 8 de mayo a las 8 de la mañana. Yo estaba en el baño y ella me dijo: «Mami, dale que tengo que ir a trabajar». Porque ella estudiaba y había empezado a trabajar. Ese día nos peleamos. Como a las 10 me mandó dos mensajes. No la vi nunca más. Hoy fui a comprar el lugar donde mi hija va a estar por el resto de mi vida, porque ella ya no está. No pude comprarle un vestido, le compré un nicho. Ese dolor y la impotencia no se pueden explicar”, confesó la mujer.

Luego de la perdida de Daiana, su mamá se encerró en sí misma. Debió someterse a un tratamiento psiquiátrico e intentar salir adelante por sus otros hijos. “Dejé de trabajar porque no pude seguir, no puedo estar con gente. Son las 6 de la tarde y tengo que estar dentro de mi casa porque parece que todo me vuelve: el ruido de los árboles, el viento. Pienso que ella estaba ahí. La imagino porque nunca vi nada, ni siquiera la foto del diario. Me falta mi Dai. Me cuesta mucho. Me hubiera gustado hacer una entrevista contando que mi hija corría fuerte, porque le gustaba correr, pero tengo que hacerla diciendo lo que siento como madre”.

Respecto al entonces novio de su hija – Maximiliano Tesone (23), condenado a 23 años de prisión por el crimen– María sostiene que no puede vivir con rencor. “No siento odio por él ni por su familia, tampoco bronca, porque su mamá sufre como yo. Siempre le enseñe a mis hijos que tienen que ser buenas personas. Las únicas enseñanzas que tuve fueron no robes, no mientas. Después me hice en la vida. Tuve mis hijos, me casé, no me fue bien, me separé. Quede desprotegida muchas veces, tuve que salir a trabajar muchas horas. Mis hijos quedaban solos y Daiana se enamoró de la persona equivocada, Pero tengo que seguir”, dijo, y agregó: “Espero que la Justicia siga cambiando. Sé que lo que le pasó a mi hija no tiene una explicación, que él (Tesone) esté detenido es un alivio porque no va a lastimar nunca más a nadie, o por lo menos durante el tiempo que esté donde está. Pero no me va a devolver a mi hija. Yo la tengo que ir a ver dentro de un cajón”.

“Nunca pude asistir a una marcha para pedir Justicia. Mi cabeza no estaba para hacer nada de lo que se hizo. Una parte de mí se sentía mal porque no tenía la fuerza ni la capacidad para pararme al frente y pedir Justicia, pero por otro lado estaba tranquila porque estaba el doctor (José Luís Giacometti, quien la representó como querellante en la causa) haciendo todo que correspondía. Confié”, expresó la mujer. “Es mucho dolor, pero es algo que se tiene que cerrar porque hay mucha gente que ayudó, que testificó, que puso la foto de Dai, y yo estoy agradecida y espero que la Justicia siga progresando”.

“Era algo que quería cerrar, yo tengo un enorme agradecimiento con el doctor (Giacometti) porque en todo momento evito que sufriéramos más de lo que estábamos sufriendo, yo estuve de acuerdo en todas las decisiones que tomó”, agregó.

Además, María mostró su gratitud hacia la Policía, sus ex compañeros de trabajo, el movimiento Voces en Rebeldía y la agrupación Día Después, que la ayudaron a entender que había mucha gente que estaba atravesando su misma situación.

“Solamente las personas que pierden hijos saben el dolor y cómo uno puede levantarse o terminar de caerse. A veces veía en el noticiero y pasaban marchas pidiendo justicia. Yo estaba frente al televisor y miraba, sufría, y después me pasó a mí. Qué me iba a imaginar. Todo el tiempo trato de no pensar. Pero mirás a tu hija y sonreís, y mirás a tu hijo y sabés que tenés que darle una educación, porque es un varón y tiene que salir un hombre de bien, no una persona que maltrate a una mujer, que sea malo en la vida. Entonces yo tengo que salir adelante”, concluyó.

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