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Una mirada contemplativa acerca de todos los que están afuera

Romina Mazzadi Arro, al frente del grupo Hijos de Roche, dirige la imperdible “Siamo fuori”, que cuenta con las actuaciones de Elisabet Cunsolo, Paula García Jurado y Francisco Fissolo y que ofrece los viernes y sábado de marzo sus últimas funciones

Un teatro de contingencia es también un teatro de respuesta, cuya poética, lejos de atomizarse frente a los avatares que le toca enfrentar, se potencia, se radicaliza, toma posición, sale al ruedo y lleva a poner el cuerpo frente a las ganas (la necesidad) de actuar.

Ante la pandemia, surgió en algunos espacios de Rosario el ciclo Teatro en Patios, en salas cuya arquitectura así lo permitía. En esa lista, brilla con luz propia Siamo fuori, del grupo Hijos de Roche, que dirige Romina Mazzadi Arro hace más de veinte años, una apuesta desaforada, arrebatada, con más tripa y corazón que cualquier otra cosa, de una honestidad e irreverencia que son imprescindibles en este tiempo, y que por estos días ofrece sus últimas funciones.

En una casa de pensión de un barrio de Rosario, en 1990, que comanda Nené, conviven algunos personajes (los que se ven y los que no) con el clima de época: faltan algunos minutos para que Argentina elimine a Italia en su propia casa, es el “momento Goycochea”, en el que se convierte en héroe nacional. Pero la vida sigue, va, transcurre; ellos están solos y acá, lejos del “estate italiana”.

Angelito y Deborah confrontan su cotidianidad como cada día, cuando se ve singularmente modificada por la llegada de Carla, la que “viene a vivir” a la gran ciudad desde un pequeño pueblo de la provincia, una especie de alter ego de la propia directora que por ese tiempo llegaba a Rosario desde Rafaela para quedarse hasta el presente, “buscando un poco de oxígeno”, como tantas y tantos en las últimas décadas, en un saludable afán de autodescubrimiento.

La apuesta, que juega en el límite entre el sainete y el grotesco en un espacio real, con elementos reales y casi sin artilugios teatrales, rompe con cierta tradición de Hijos de Roche más cercana al absurdo.

Es, al mismo tiempo, ese costumbrismo agrotezcado que por momentos pareciera homenajear a Manuel Puig, el caldo de cultivo para poner en esos cuerpos las dificultades de un momento de transición, un momento de elecciones, de entender la posibilidad de lo diverso, de hacerse cargo del deseo. Un tiempo de otras músicas, de otras formas poéticas, para lo cual el equipo se vale de una iconografía sonora que va desde Madonna a Erasure pasando por Juan Luis Guerra, pequeños pero ingeniosos gestos, detalles que vuelven a Siamo fuori una pequeña joya, un regalo hermoso que hace el teatro rosarino en un momento en el que el espectador lo necesita más que nunca.

Pero en Siamo fuori, es decir “estamos afuera”, se dirimen otras cuestiones: quiénes eran (y algunas veces son) los que estaban (están) afuera, esos a los que el mundo no detecta, o esos a los que siempre los demás le ponen el rótulo de “diferentes”.

Lejos de conformarse con lo que se ve, Mazzadi Arro va un poco más allá, quizás porque, como ella misma dice, es “el resultado de mucha obstinación”, en su afán por dejar en claro una postura política, una toma de posición frente a una idea de lo diverso que se filtra entre los parlamentos y las acciones de los personajes.

Y si desde hace años el teatro rosarino disfruta, como también pasa acá de principio a fin, de los contrapuntos entre Elisabet Cunsolo y Paula García Jurado, el más reciente y aún latente, el de las antagonistas de Esta máquina no era Dios, esta vez es Francisco Fissolo el que deslumbra con su Angelito, un personaje de reminiscencias discepolianas con el que el actor dispara sin remilgos entre la ternura, el desparpajo, la intolerancia e incluso lo irremediablemente monstruoso, que trae al presente una vieja propaganda de cerveza que decía: “Nada como ser argentino, cuando juega Argentina”.

Es así como todos esos mundos conviven con estos personajes pequeños en los cuerpos de actores enormes que hacen un culto de ciertos rasgos de la argentinidad dejando en el aire una mirada contemplativa acerca de todos los que están afuera. Son lo que son, ya no se ocultan, ya no engañan a nadie, porque además aprendieron a conocerse. Es el día en que Italia queda afuera del mundial. Es un puente al presente, con un Maradona que increíblemente ya no está, de aquellas «noches mágicas persiguiendo una meta».

Siamo fuori es esa emoción que vuelve a circular en una platea pequeña pero extasiada que en medio de la peor pandemia de esta era recuerda que hubo otro mundo, otra vida, alegrías, emociones y un poco de felicidad, que ojalá regresen pronto.

Para agendar

Siamo fuori, con las actuaciones de Elisabet Cunsolo, Paula García Jurado y Francisco Fissolo, bajo la dirección de Romina Mazzadi Arro, se presenta los viernes y sábados de marzo, a las 21, en el patio de Espacio Bravo (Catamarca 3624). La venta de entradas es anticipada, vía WhatsApp, al 341 6900944. La capacidad del patio es limitada por protocolo sanitario.

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