Los recursos del Estado son limitados pero las necesidades por cubrir no. Ahí entra la política, definiendo prioridades estampadas en cada presupuesto. Este año, la Municipalidad de Rosario avanzó con un poco usual control de cocaína y marihuana para conductores de vehículos. Mientras cierra la compra del equipo y empieza el período de prueba dentro de 30 días, el test ya levantó preguntas. Las principales son sobre los costos y la efectividad, siempre teniendo como espejo los test de alcoholemia. Estos controles aumentaron en los últimos años y lograron que, en 2016, sólo un 6 por ciento diera positivo, el promedio más bajo de la historia en la ciudad.
A mitad del mes que viene, el municipio iniciará el test de sustancias de venta ilegal en conductores. Está por adquirir un equipo, similar al alcoholímetro, pero con la diferencia de que toma una muestra de saliva. Por cuatro meses los sumará a los operativos de calle. Después, se evaluarán resultados, tal como dispone la ordenanza que ideó el control y que presentó el concejal Jorge Boasso.
Si todo sale bien, en mayo podrá ampliar a cuatro sustancias, como anfetaminas y opiáceos, además de cocaína y marihuana. Según la promesa de las autoridades, no se perseguirán a los usuarios de droga. Quienes den positivo, serán sancionados igual que los atrapados con más alcohol en sangre del permitido: 0,5 gramo de alcohol por litro para automovilistas y 0,2 gramo para motos. Les cabrán multas de entre 2.800 y 9.400 pesos, deberán asistir a un curso de conducción responsable y también se les ofrecerá atención en la red pública de salud por el consumo.
En debate
Desde la Asociación Rosarina de Estudios Culturales (Arec) pusieron reparos a la implementación del control. Dijeron que se trata de un test muy caro y que le quitará recursos al problema comprobado: el alcohol. Entre otras críticas, señalaron que no se contempla el coqueo, más habitual en las provincias del norte, y el humo de segunda mano de marihuana (fumador pasivo).
El presidente de la asociación, Pablo Ascolani, definió el test como ineficaz para reducir siniestros. Se apoyó en resultados de estudios en Estados Unidos que fueron contradictorios y no pudieron concluir en la peligrosidad, al menos de los consumidores de marihuana.
“Algunos estudios indican que el uso de la marihuana tiene mínimo o nulo efecto en la relación con un choque, mientras que otros estudios estimaron un pequeño aumento en el riesgo de involucrarse en un siniestro”, dice un informe de la National Highway Traffic Safety Administration, organismo encargado de la seguridad vial.
Frente a lo anterior, insistió Ascolani, sí está comprobado que la mitad de los choques están relacionados con la ingesta de alcohol. “Es un dispendio de dinero que se podría usar en intensificar los controles de alcoholemia, que han tenido resultados significativos”, dijeron desde Arec.
En el municipio confirmaron el éxito de esos controles, que fueron en aumento desde hace 20 años, cuando se empezó a controlar con alcoholímetros. Según datos oficiales, en los primeros 9 meses de 2016 se hicieron 21.185 test de alcoholemia. Hubo 1.496 positivos, el porcentaje más bajo en la historia de Rosario: 6,86 por ciento.
El año pasado era de casi 10 por ciento, es decir, uno de cada diez conductores testeados evidenciaba más alcohol del permitido. El fortalecimiento de estrategia incluyó desde 2015 fiscalizar durante la madrugada al servicio público. Así, se retiraron licencias a taxistas que habían bebido al menos una gota de alcohol.
Otra crítica al test es la variedad de drogas que permite detectar. Y si tiene sentido buscarlas. Si bien en la etapa de prueba sólo se buscará marihuana y cocaína, el dispositivo Dräger –ver aparte– puede rastrear otras cuatro sustancias: anfetaminas, benzodiazepinas, metanfetamina y opiáceos. “La metanfetamina, junto con la metadona, es una droga de baja prevalencia (se encuentran poco) en el país”, explicaron desde Arec.
Está previsto que un consejo integrado por concejales y personal del municipio de las áreas involucradas evalúe la experiencia y si es conveniente extenderla a las otras drogas.
De acuerdo con Arec, el test llevará a pérdida de capacidad productiva de los jóvenes por retiro de licencias. “No está previsto en la normativa el coqueo o acullicado de hoja de coca”, aportaron desde Arec. Tampoco, lo que pasaría con personas expuestas al humo de un fumador de marihuana. “Estudios indicaron que la concentración de THC podría ser relevada en fluidos orales y plasma tan sólo con una hora de exposición”, agregó Ascolani.
Lo simbólico en juego
“Lamentablemente, no se controla la publicidad de bebidas alcohólicas como sí se hizo con éxito con el tabaco. Al contar lo mal que hacen bajaría el consumo y la incidencia de enfermedades relacionadas”, agregaron desde Arec.
“Las representaciones sociales del «problema de la droga» no se corresponden necesariamente el fenómeno en sí. En los fenómenos sociales es tan importante lo que en realidad pasa como lo que la gente cree que pasa. Si creemos que consumir drogas prohibidas nos va a hacer perder el control, es más posible que lo perdamos efectivamente”, explicó Ascolani, desde la Arec.
Los costos de controlar las sustancias
El municipio destina 1.618.000 pesos cada cuatro meses para hacer los test de alcoholemia en la calle. Cuenta con ocho alcoholímetros (cuestan 100 mil pesos cada uno) y utiliza en promedio mensual unas 900 pipetas. Cada una de éstas cuesta 5 pesos.
Para los cuatro meses de prueba del narcotest, el Estado desembolsará 1.872.217 pesos entre el único equipo (valuado en 135.217,50 pesos) y usará mil pipetas, que tiene un costo de 52 dólares por unidad.
No se usarán a la par de los test de alcoholemia sino en algunos operativos de tránsito durante los 120 días de prueba. Si el municipio se decide a incorporar narcolemia a cada control de calle deberá comprar más equipos, más caros que los alcoholímetros. Aun así, la diferencia económica está en la unidad descartable, que cuesta 52 dólares por cada test. Autoridades adelantaron que en caso de dar positivo lo deberá pagar el infractor.
Hasta cuándo se puede medir
Según publica la empresa Dräger, proveedora del equipo para realizar la narcolemia, las sustancias pueden detectarse en orina, pelo, sangre y saliva. La Municipalidad de Rosario eligió esta última vía. Por eso, se abre un interrogante: ¿hasta cuánto tiempo después de ser consumida una droga puede ser detectada?
Dräger estima que la marihuana puede ser detectada minutos después del consumo y hasta 24 horas más tarde. La cocaína y el resto de las drogas aparecen en uno a tres días.
Desde Arec aportaron otros tiempos: que después de fumar un cigarro de cannabis pueden ocurrir dos cosas. Si la dosis es baja (16 miligramos de THC), la detección en sangre puede ir de 3 a 12 horas; si es alta, de unos 34 miligramos, aparecerá de 6 a 27 horas después.
Además de la cantidad, el metabolismo y la edad jugarán un rol importante. A lo anterior hay que sumarle la calibración del equipo para detectar. Según la empresa, dará positivo a quienes se les encuentre 20 nanogramos de cocaína por mililitro en la saliva y 5 de THC.
Según la empresa Dräger, el equipo es usado en Ciudad de Buenos Aires, Bahía Blanca, Córdoba, Río Gallegos, y en empresas privadas de alto nivel como YPF, Shell, Acindar y mineras de todo el país.