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Una multitud acompañó al creador Néstor Zapata para decir “NO” al cierre de Arteón

Referentes de la cultura se sumaron a la convocatoria de este martes por la tarde en la mítica sala de Sarmiento 778, frente a la desidia del municipio y la provincia que hoy ven de lejos como el teatro será desalojado en diciembre   

Se dice que las paredes, los telones, las butacas de los teatros conviven a diario con los fantasmas que habitan en sus rincones, en los camarines, entre las patas del escenario; algunos son los ecos de los parlamentos de los mimos personajes que se resisten al adiós tras la última función y otros son los fantasmas de actores y actrices que dijeron adiós para siempre. Por estos días, Arteón, el mítico espacio creado, entre otros, por Néstor Zapata en 1965, que en 1968 se instaló en los altos de la Galería el Patio de Sarmiento 778, se resiste una vez más a la desidia y al olvido, frente a la ineptitud y al borrón esquivo de la palabra dada de diversos funcionarios que a comienzos de este año dijeron que la sala no se cerraría.

Zapata convocó este martes a una gran asamblea popular por la cultura y para salvar a Arteón, dado que el 31 de diciembre se termina el contrato y estarían en la calle. Pasadas apenas las 18, la sala se abarrotó de referentes de la cultura, directores de cine y teatro, actores, gestores culturales, referentes de los medios de comunicación, militantes de la cultura en diferentes ámbitos, un numeroso grupo de Ex Soldados Combatientes en Malvinas de Rosario, unidos a este equipo de trabajo desde el 92 a partir del estreno de la aún vigente Malvinas, canto al sentimiento de un pueblo, y algunos pocos funcionarios políticos, en particular del espacio Ciudad Futura, que asumieron el compromiso de acompañar esta etapa de resistencia frente a la especulación inmobiliaria que nada sabe de cuestiones sensibles.

Néstor Zapata y la compleja situación que atraviesa Arteón: “En diciembre nos tenemos que ir”

En principio Zapata, por muchos motivos uno de los patriarcas de la comarca teatral y cinematográfica local, escoltado por su compañero de ruta Quicho Fenizi y por su hija y actriz de su equipo, Bárbara Zapata, puso en contexto la situación de la sala y habló sin eufemismos de la desidia política, mientras en la platea circulaba un documento que firmaban los presentes (también está disponible la firma online https://www.change.org/p/porque-arte%C3%B3n-es-de-todos ), se armaban grupos de WhatsApp y se creaba una comisión que en la semana venidera volverá al Concejo municipal para pedir la declaración de Patrimonio Cultural de Rosario, ya solicitada oportunamente, pero resistida desde algunos espacios políticos, dado que esa declaración evitaría el desalojo y volvería, en todo caso, a habilitar una negociación con los dueños del edificio, que incluye los locales de planta baja y entrepisos, y que ya tienen para todo el espacio un nuevo destino que nada tiene que ver con la cultura.

Un encuentro solidario  

“Este es un encuentro solidario; estamos acá los que quisimos venir, los que queremos estar juntos, los que queremos encontrarnos, los que tenemos objetivos comunes que van por la defensa de la cultura de Rosario, por la defensa de su identidad”, expresó Zapata sin poder disimular su emoción, agradeciendo la interminable lista de apoyos que llegaron de todos los rincones del país, muchos de ámbitos estatales vinculados con la cultura, y destacando la presencia en la sala del actor Darío Grandinetti quien viajó especialmente para acompañar la movida.

“Las paredes de esta sala no son el problema, no son nuestra queja; estas queridas paredes nos acompañan desde 1968. Acá, en este lugar, comenzamos nuestra historia hace 55 años, acá me casé con Sara (Lindberg), mi compañera de toda la vida (quien falleció en 2018), acá se criaron mis hijos Federico y Bárbara. Acá mismo, con Quicho, vimos el 27 de octubre de 1972 cómo se destruía todo, como nos quemaban la sala. Finalmente, desde la terraza de la casa de enfrente, vimos cómo se hundía este techo, cómo perdíamos todo, los equipos, las cámaras y los archivos, todo recién comprado. Perdimos todo; todo era cenizas. Nos miramos entre los que estábamos y disidimos volver a empezar como lo hicimos tantas veces, y al año siguiente, sin parar de trabajar, reinauguramos Arteón”, evocó sobre la antesala de lo que vendría después, los años de resistencia, los espectáculos prohibidos y la persecución en tiempos de la última dictadura cívico-militar, la vuelta de la democracia, quince giras internacionales con obras emblemáticas, y en el presente, el Espacio Incaa Rosario, en medio de una larga lista de actividades que se llevan a cabo a diario en la sala incluidas las funciones de cine y teatro.

Antes de que en la platea comenzaran a escucharse una serie de ideas y apoyos respecto de la continuidad de ese espacio con las garantías del caso para que de una vez por todas deje de aparecer cada tanto el fantasma del cierre, Zapata expresó: “Creo que Arteón es un bastión de la cultura por su continuidad, por su ejemplo, estamos viejos pero seguimos peleando porque creemos en eso; creemos que todo hecho cultural es un alimento para la gente, para la sociedad. Creemos profundamente que con lo material no alcanza, que si pensamos sólo en lo material estamos condenados al final definitivo de nuestra existencia. Necesitamos alimentarnos, también, con humor, con emoción, con sueños, con esperanzas. Eso lo transmite el cine, la música, el teatro, y eso es lo que hacemos acá adentro”.

Finamente, y de cara a la ineludible contingencia política, dijo: “Sigamos luchando para que en lugar de que se cierren, se abran salas, para que esta sociedad que está tan castigada en estos momentos, tan amenazada, tenga algún respiro. Ustedes son los que llevan en sus mochilas el Bastón del Mariscal, estén atentos, hay que estar preparados para cuando tengamos que sacarlo para defendernos”.

Desidia e irresponsabilidad

“Esta sala, hace un año y medio atrás, fue amenazada con que iba a ser demolida. Hicimos un esfuerzo muy grande, y los dueños debieron retroceder y abandonar sus intenciones de demolición. Entonces se pensó que un organismo nacional o provincial debía tomar la decisión de acompañarnos para que la sala siga funcionando. Ese acompañamiento llegó de parte del Ministerio de Cultura de Santa Fe, que acercó la idea de transformar todo el espacio, sala y locales de la galería, en un gran centro cultural y, obviamente, estuvimos todos de acuerdo. Pero se demoraron muchísimo, por la burocracia que todos conocemos, la dejadez, la desidia,  y cuando finalmente decidieron dar el apoyo el monto del alquiler, que hoy no es más que un sueldo y medio de un empleado de la provincia (algo más de un millón de pesos), había quedado muy atrás, había pasado un año y medio, y los dueños de la propiedad dijeron que no, que ya no tenían interés por ese precio y no quisieron firmar el contrato. Entonces quedó todo en la nada y nos dejaron a nosotros colgados de un pincel”, contó Zapata detalladamente y sin eufemismos.

Esa instancia derivó en un convenio especial de cinco meses entre las partes, ya sin ninguna intervención del Estado en ninguno de sus niveles. “Ese convenio se termina el 31 de diciembre, estamos pagando nosotros sólo por la sala 600 mil pesos de alquiler mensuales, obviamente un dinero que no recuperamos con las entradas, estamos muy lejos de eso, más gastos centrales y todo el funcionamiento del espacio. Los dueños ya alquilaron todo  con otro destino, a una empresa muy grande que tendrá una actividad comercial que incluirá la sala. También me reuní con esos empresarios que alquilaron la galería a los que, obviamente, el teatro no les interesa porque quieren ganar dinero”, contó Zapata.

Y en el mismo sentido planteó a modo de cierre: “Creo que lo que podemos hacer ahora, que estamos todos juntos, es que la provincia y el municipio asuman alguna responsabilidad, eso es lo que estamos pidiendo, más allá de la comisión que estamos creando. Me reuní con el intendente Pablo Javkin cuando estaban por demoler la sala y me dio su palabra. Me dijo: «Zapata yo te doy mi palabra que no se va a demoler Arteón, no lo voy a permitir, te doy mi palabra de que Arteón va a seguir funcionando». Obviamente le creí, le tomé la palabra. Y acá estamos esperando que eso pase;  no vamos a bajar la guardia porque Arteón es una parte de la identidad cultural de esta ciudad. Y me llena el corazón de alegría ver esta sala llena, porque si Arteón está llena de gente estamos todos más tranquilos”.

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